Artes, letras y acción: La nueva tentación de Mel Gibson
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Dice un popular adagio que solo el hombre tropieza dos veces con la misma piedra y así parece sucederle a Mel Gibson con los medios de difusión. Anteriormente fue crucificado por su filme La pasión de Cristo, en el cual, según alegó un sector de la comunidad hebrea, dejó ver manifestaciones antisemitas. Otro tanto sucedió cuando, detenido por manejar en estado de embriaguez, declaró que los judíos eran los responsables de todas las guerras. Gibson es un actor que se halla plenamente en la tercera edad, por lo que está lejos de ser aquel héroe escocés de su película Corazón Valiente. Denunciado por violencia doméstica, su nombre está en la lista de las cancelaciones más estrepitosas de Hollywood. Estrambótico en su proyección pública, siempre en la picota de la prensa amarillista y frívola, este cineasta se ha embarcado en un proyecto que choca directamente con los poderes que lo acosaron hasta ahora: se trata de un filme donde desnuda a la familia Rothschild, los banqueros judíos que desde el siglo XVIII han influido en la política mundial creando un imperio financiero que controla la mayoría de la actividad mercantil en el orbe.
La cinta comenzó a producirse en septiembre de 2021 y aborda la historia de un hijo bastardo del patriarca familiar. Dicho protagónico busca el reconocimiento y por ende transformarse en heredero de la fortuna incalculable. Casi de inmediato, los sitios de Fact cheking de Facebook y del conglomerado globalista tecnológico han salido a catalogar como “mentira” que se vaya a llevar a cabo dicho proyecto. A su vez, se acrecentó el nivel de rechazo mediático y de linchamiento a Mel Gibson, a quien le sacan a relucir sucesos de décadas anteriores, para manchar su imagen. El monstruo de la cultura de la cancelación se activa con toda la fuerza, haciendo uso de etiquetas que condenan y silencian, esas que tachan al cineasta de antisemita, reaccionario, misógino, maltratador. Al parecer nadie se salva de la imposición de un pensamiento único, impulsado a través de las redes sociales, que son el púlpito medieval de estos días.
Mel Gibson en su papel de director en La pasión de Cristo
Pero, ¿por qué decir que el proyecto no se llevará a cabo?, ¿qué hay detrás de la matriz lanzada por los sitios de facts cheking de Facebook? Como se ha visto en la más reciente filtración acerca de dicha red social, el peligro que implica la compañía de Zuckerberg para la democracia incluye no solo el daño a los más jóvenes o el fomento del odio como interacción más fuerte que genera por ende mayores ganancias monetarias. La red es capaz de situar narrativas falsas, cancelando otras que amenacen sus intereses. Así importantes fenómenos de la cultura de masas y de la política nacen y crecen a través de Facebook y saltan a la vida real. La propia filtración aborda cómo incluso los partidos políticos han debido usar el discurso más virulento del odio, porque así se los imponen los algoritmos. Ello estaría generando un protofascismo digital, un cambio en la manera en que se entiende la política, cuyo sesgo no es un accidente ni una casualidad, sino con intenciones claras de derribar la democracia como ágora de debates y de confrontación pacífica entre ideas diversas. Cancelar una película, desmintiendo incluso que dicho proyecto haya existido, evidencia el nivel de arrogancia y de poder que amasa Facebook de cara a los grandes públicos consumidores.
Los Rothschild son los regentes de importantes organizaciones globales que integran a la élite financiera como el Council Of Foreign Relations (CFR) que fundaron junto a los Rockefeller. El poder mediático, concentrado en sus manos, ha logrado catalogar de “teorías de la conspiración” cualquier denuncia que sobresalga y ponga en peligro el reparto desigual de la riqueza, que tiene su fundamento en el prestamismo de más de tres siglos a manos de esta familia Rothschild. De tal forma el sistema cancela toda crítica, la paraliza y silencia, la desaparece. Desde el siglo XX, los medios de difusión han implementado un lavado de cerebro en el cual los millonarios no lo son gracias al capitalismo expoliador, sino porque “son trabajadores” que “generan riqueza y empleos”, cuya fortuna rebosante se desborda y llega hasta las masas en forma de ayudas filantrópicas, para becas de estudios y emprendimientos.
Lógico resulta que cualquier producto para las masas que cuestione el orden establecido será boicoteado. Gibson revivió, con su filme sobre Cristo, las teatralizaciones de la Pasión que eran comunes en la Edad Media y que muchas veces generaban en las personas una ola de sentimiento anti judío. El lobby sionista no se lo perdonó. Más tarde, aunque el cineasta quiso congraciarse con una cinta sobre los macabeos, prosiguió el linchamiento con los temas de género, de bebidas y violencia. Ahora, al parecer, retoma la senda yéndole de frente a los poderes que lo acosan. Los Rothschild no solo son dueños de la banca mundial, sino que impulsaron y financiaron la creación y desarrollo del Estado de Israel, como sabemos sobre la base de la expulsión y muerte de los pueblos que originalmente ocupaban Palestina. Esta familia potentada sostiene fuertes vínculos con la corriente más fundamentalista del sionismo israelí y ha levantado importantes proyectos culturales para acrecentar el nacionalismo hebreo, como bibliotecas, centros de estudio, templos y otras instalaciones de esa índole. Por ello, podemos hablar de una revitalización del conflicto entre el Occidente cristiano y el judaísmo, a propósito de la cinta en la cual actúa como protagónico el propio Gibson.
Gibson protagoniza al rebelde Willian Wallace en su filme Corazón valiente
El cine es un instrumento de poder, capaz de crear imaginarios que se convierten en acciones reales. No solo se exhiben y se implantan matrices, sino que se ejerce el control sobre las masas. Una reciente filtración aseguraba que el Pentágono había escrito una gran cantidad de guiones para Hollywood, con el fin de acrecentar durante el siglo pasado la propaganda. Aunque las redes han desplazado al cine, aún estamos hablando de medios con un impacto general y contundente en el mundo. Mel Gibson, además, se ha convertido en una especie de apestado luego de que revelara un ritual secreto llevado adelante por las grandes figuras de la industria, el cual consiste en beber sangre de niños muertos. Según dice, se trata de un mecanismo mágico que asegura el éxito, la ganancia, el poder y la victoria profesional sobre los enemigos.
Mel Gibson es una de las figuras claves de la industria, devenido outsider que contesta y trata de rebelarse contra el sistema. La tiene bien difícil, pues su riqueza nunca superará la de aquellos que constituyen el poder efectivo detrás del falso poder. Habrá que ver qué rumbos toma la cinta que, por lo pronto, se titula Rothchild, sin la “s” intermedia, ¿una licencia literaria para evadir el nombre real de la familia implicada? Todo lo que se puede decir sobre los amos de la banca es opaco, turbio, pero de lo que sí existe seguridad es sobre su alcance cancelador, sobre el linchamiento que pudieran ejercer sobre cualquiera que los amenace. Quizás si la cinta no aborda cuestiones medulares, sino que se centra en la trama familiar, la dejarán pasar. Nadie duda de que, en un mundo regido por intereses, hasta el muy valiente corazón de Mel Gibson tiene un precio.
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