Ante agresiones de EE.UU.: Nicaragua resiste
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Para el 7 del venidero mes de noviembre están señaladas las elecciones presidenciales en Nicaragua, en las que el actual mandatario, Daniel Ortega, del Frente Sandinista de Liberación Nacional, aspira a la reelección, que, de conseguirlo, aunque sea limpiamente, no serán “santificadas” por Estados Unidos, la Unión Europea y la hiperdesprestigiada Organización de Estados Americanos, así como por entidades que dicen defender los derechos humanos, como Human Rights Watch.
Mientras el FSLN busca ganar con Ortega, el Partido Liberal Constituyente (PLC) lo hace con el diputado y exvendedor ambulante Walter Espinoza, el Partido Liberal Independiente con el diputado Mauricio Orúe, Alanza Liberal Nicaragüense con el abogado Marcelo Montiel, el Camino Cristiano Nicaragüense con el reverendo y antiguo aliado sandinista Guillermo Osorno, la Alianza por la República con el joven Gerson Gutiérrez Gasparín, y Yatama con el diputado indígena Brooklyn Rivera.
Unos pocos órganos informativos reportan objetivamente el evento, la inmensa mayoría, controlados por el Imperio, denigran desde ya la justa electoral, la figura de Ortega y la legalidad de los comicios, debido a la detención de varios opositores, siete de ellos que decían verbalmente que aspiraban a la presidencia, así como otros dos que salieron del país, uno de ellos connotado líder de los mercenarios denominados “contras”.
Por su parte, EE.UU., sus aliados europeos, la OEA y los falsos organismos defensores de los derechos humanos demandan la excarcelación de los opositores lavadores de dinero, calificándolos de presos políticos, el presidente Daniel Ortega no se amilanó ante la presión imperial y su ceremillar de sanciones contra el pueblo nicaragüense.
Como quizás algunos recuerden, Ortega explicó en la XIX Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América–Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) que esos opositores fueron detenidos y encarcelados por los delitos de lavado de dinero, dirigidos desde Estados Unidos para promover un golpe de Estado.
“Nos están exigiendo que pongamos en libertad a una serie de ciudadanos sobre los cuales hay elementos probatorios de delitos de lavado de dinero, lavado de dinero que proviene de las operaciones que hace el Gobierno norteamericano y sus agencias de inteligencia para filtrar recursos a través de diferentes organismos, pero luego el dinero se mueve en otra dirección para promover golpes de Estado”, aseveró Ortega.
En este sentido, el jefe del Gobierno sandinista criticó la campaña llena de mentiras que ha generado EE.UU. en ocasión de las elecciones presidenciales en Nicaragua, mientras que, de acuerdo con las Normas Electorales, ninguno de los supuestos candidatos se ha registrado para participar en los comicios.
Ante las sanciones estadounidenses implantados contra el país, Ortega aseguró que los nicaragüenses, a pesar de “toda la fragilidad” que se puede ver, tienen “una fortaleza, un capital, una riqueza, que es la dignidad, que es el amor a la patria” que se fortifica cada vez más.
Afirmó que los opositores detenidos son agentes de EE.UU. y criminales que ponen en riesgo la seguridad del país, que continuará llevando su proceso electoral basado en “las normas internacionales y nacionales” y “con la participación de una gran cantidad de partidos que están participando en este proceso”.
LO QUE NO QUIEREN QUE SE SEPA
Continúan las acusaciones contra Nicaragua, previos a las elecciones del próximo día 7, pero no se resaltan los logros económicos-sociales del país centroamericano. Y es que hay que repetir hasta el cansancio que el sandinismo ha representado uno de los mayores logros, a pesar de todas las acciones desestabilizadoras lanzadas desde Estados Unidos.
El más reciente cerco inhumano y rapaz contra Nicaragua fue en diciembre del 2018, cuando Donald Trump firmó la Ley Nicaraguan Investment Conditionality Act (la Nica Act), bloqueando los préstamos de instituciones financieras, imponiendo una serie de extorsiones económicas, como la imposibilidad de solicitar empréstitos para su desarrollo.
Por supuesto, el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujeron inmediatamente los desembolsos y préstamos al país, lo cual afectó los programas sociales financiados con la cooperación externa.
Recordemos que meses antes, Estados Unidos había implementado un intento de golpe de Estado con la ayuda de la derecha nicaragüense, que provocó un enorme daño humano y económico al país.
Resultado de estos ataques a la economía del país, contra centros productivos y sociales, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) reveló que el Producto Interno Bruto de Nicaragua, previsto que creciera un 5% en ese año, bajó a 0,5%. Antes de esta crisis, había crecido en los últimos cinco años un 5,2 como promedio.
El escritor norteamericano Max Blumenthal destapó en un amplio reportaje el plan de financiamiento de la agencia National Endowment for Democracy (NED), para ejecutar el golpe de Estado en Nicaragua, a través del Movimiento Estudiantil 19 de abril (M19), el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP) y la llamada Alianza Cívica por la Democracia (ACD).
Afirma Blumenthal que un mes antes de las reuniones del M19, con legisladores ultraconservadores en Washington, la NED informó sin rodeos que las instituciones respaldadas por su organización han pasado años entregando millones de dólares para “sentar las bases para la insurrección” en Nicaragua.
Ahora, hagamos memoria histórica y veamos que el problema fundamental de Estados Unidos contra Nicaragua es que el regreso de Daniel Ortega a la presidencia en el 2007 representó un quiebre con los regímenes de derecha y el modelo económico liberal que había sido implantado en esa nación, durante 16 años de gobiernos neoliberales, tras perder el sandinismo las elecciones de 1991.
En ese período, los regímenes proestadounidenses de Violeta Barrios de Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños facilitaron el desmontaje del fisco, privatizaron empresas y servicios básicos, endeudaron al país, contribuyeron a la inestabilidad laboral y descapitalizaron a los productores.
Según el colega cubano Hedelberto López Blanch, durante los 14 años de gestión sandinista, el pueblo de Nicaragua ha recibido grandes mejoras económicas y sociales que se habían perdido durante los gobiernos derechistas.
LOGROS
Desde que en el 2007 el sandinismo retomó el poder, se impulsaron numerosos programas sociales para sacar a la mayoritaria población de la miseria y de las perentorias condiciones en que vivió en años neoliberales.
Se estableció la educación y la atención médica gratuitas en las instituciones públicas. Se logró alfabetizar a toda la población con el programa cubano Yo Sí Puedo y Nicaragua fue declarada por la Unesco en 2009, como el tercer país del área libre de ese flagelo.
Con la ayuda económica entregada a las familias disminuyó la alta deserción escolar que se registraba en años anteriores, al no tener los menores que buscar sustento por sus propios medios.
La salud pública llegó a todos los rincones del país y se han establecido programas como la Operación Milagro (en colaboración con Cuba y Venezuela), que devolvió la visión a miles de ciudadanos.
La misión Todos con Voz ha detectado a personas con discapacidad para que sean atendidos gratuitamente en sus hogares y en los hospitales de la nación centroamericana.
En el 2017, antes del intento del golpe de Estado y de la aplicación de la Nica-Act, el Banco Central de Nicaragua informó que la desocupación era del 7%, uno de los índices más bajos en toda la historia del país.
En la actualidad, pese a los impactos de la pandemia, del paso de los huracanes Eta e Iota y de las extorsiones financiero-económicas estadounidenses, Nicaragua clasificó como el segundo con menor declive económico en Latinoamérica, (-2 % en el 2020), mientras resultó el país que más creció en las exportaciones con respecto a la caída.
En la nación existe una estabilidad macroeconómica, y se prevén mayores gastos e inversiones públicas en la construcción de viviendas, carreteras, infraestructuras hospitalarias, agua potable y saneamiento, entre otras, para poder alcanzar un crecimiento económico del 5% en este 2021.
La gran inversión pública permitió que hoy Nicaragua tenga la red de infraestructura hospitalaria pública y de calidad más grande de Centroamérica y un significativo acceso de la población al agua potable y el saneamiento, además de una amplia red de electrificación.
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