¿Adiós a las mascarillas..? (+ Caricaturas)

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Lo que parecía un imposible a corto plazo, sucedió: Cuba ha eliminado desde este martes el uso obligatorio del nasobuco para  todas las actividades sociales, con algunas excepciones como los casos de asistencia a consultas y otras gestiones en instituciones de salud.

La decisión, claro está, tiene su lógica y se basa en el control de la pandemia de la Covid-19 en el país y la alta tasa de inmunización de su población. Cifras recientes dan fe de ello: se han administrado casi 37 millones de dosis y rondan los 10 millones las personas con el esquema de vacunación completo.

Asimismo en las dos últimas semanas los análisis diarios de los contagios en todas las provincias y el Municipio Especial señalan la tendencia a la baja de la epidemia a nivel nacional, tanto en personas enfermas como hospitalizadas, y son ya varias las jornadas en que no se reportan fallecidos, indicador que en más de dos años de batalla campal contra el SARS-Cov-2 asciende a más de ocho mil.

Este panorama ha permitido que ya se muestren al descubierto los rostros. La noticia se anunció este lunes, en el espacio radiotelevisivo Mesa Redonda y seguro a muchos nos tomó por sorpresa.

Gratamente sorprendida me encuentro igual cuando hoy miércoles , en un recorrido matinal, he visto a muchos que por auto-responsabilidad siguen llevando su mascarilla. De cada cual depende o no su uso todo el tiempo, y la experiencia de 26 meses de contienda contra el malévolo virus tiene que haber dejado la certeza de nunca perder de vista el riesgo de enfermarse.

Los vulnerables debemos seguir extremando los cuidados, pues más vale precaver que tener que lamentarnos.  Son muchos quienes coinciden en este criterio y así mismo lo expresaron desde anoche en las redes sociales.  Una buena parte de ellos padecieron la «mordida cruel» del mal y aún padecen sus secuelas. No olvidar es importante para poder seguir haciendo el cuento. Los sobrevivientes lo sabemos.

Confieso que en un inicio me resultó difícil, como a todos, acostumbrarme a llevar la nariz y boca protegidos, pero uno se acostumbra, más cuando se conoce que era necesario por salud. Ahora, declaro que desprenderme de esta prenda llevará su proceso y la seguiré portando siempre que lo considere pertinente.

Las autoridades han aclarado que se debe seguir pendiente a la aparición de síntomas y en ese caso, acudir de inmediato al médico continúa siendo la manera disciplinada de actuar.

Esta nueva normalidad que transitamos, que conllevó una armonía entre la pandemia, el rescate de la vida social y el imprescindible renacer económico y productivo de la Isla, pasa ahora por la decisión que dio tema a este comentario.

Los nasobucos seguirán a nuestro lado, al alcance de la mano. Se volvieron parte del organismo humano como antes lo lograron los celulares. Se convirtieron en necesidad y moda, cuando se mostraban con diversos diseños, colores e ilustraciones, incluso en combinación con el resto del vestuario.

En cada uno de nosotros está la determinación de portarlo, aun cuando su uso obligatorio acaba de cesar para todas las actividades sociales.

Entonces qué…¿Adiós a las mascarillas…?