A 70 años del emplazamiento del busto de Martí en el Turquino

La dictadura de Fulgencio Batista intentó utilizar el centenario de José Martí el 28 de enero de 1953 de forma demagógica como campaña política, a lo cual se contrapuso la acción de un grupo de martianos que le rindieron tributo de manera muy diferente con el emplazamiento del busto del Apóstol en el Pico Turquino el 21 de mayo de ese año, mediante la gestión del doctor Manuel Sánchez Silveira y su hija Celia Sánchez Manduley, quien poco después sería una de las mujeres más destacadas de la lucha en la Sierra Maestra.

Homenajear a Martí en la mayor altura del país fue una propuesta realizada por la maestra Emérida Segredo, a finales de 1952, y acogida por la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano de la Universidad de La Habana, creada y dirigida desde 1941 por el Doctor Gonzalo de Quesada y Miranda, hijo de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, quien fuera secretario del Partido Revolucionario Cubano creado por El Maestro.

Con ese fin se conjugaron esfuerzos a través del Instituto de Arqueología y la escultora Jilma Madera Valiente, autora de un busto del Apóstol de la independencia instalado en la Fragua Martiana, quien accedió a crear otro similar.

El doctor Manuel Sánchez Silveira, apasionado martiano y delegado del Instituto Cubano de Arqueología en Oriente, fue el encargado de organizar el proyecto para construir el monumento diseñado por el arquitecto Antonio Luis Sánchez, también miembro de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano. Todo estaba previsto para el propio 28 de enero de 1953, pero por múltiples dificultades materiales y organizativas se tuvo que posponer.

Escoltada por parte del grupo, la obra llegó de La Habana a Santiago de Cuba en un ómnibus público el 18 de mayo y el 19, aniversario de la caída en combate de Martí,  los promotores de la iniciativa realizaron una guardia de honor en el Mausoleo de Santa Ifigenia que custodia sus restos, en la que participó Celia Sánchez, la cual en lo adelante estaría en todas las actividades previstas para llevar a buen fin el homenaje.

Al frente de la expedición se encontraba el doctor Sánchez Silveira y la integraban entre otros su hija Celia; la escultora Jilma Madera, las hermanas Emérida y Cila Segredo Carreño, y el doctor Roberto Pérez de Acevedo,  presidente del Instituto de Arqueología, entre otros acompañantes, quienes arribaron el 19 en barco a un lugar de la costa denominado Bella Pluma y pernoctaron en el Aserradero del lugar, y el 20 iniciaron el recorrido hasta el Pico Turquino.

La pesada carga del busto de 163 libras, el cemento y el agua fueron trasladados en parihuelas por 12 hombres afrontando difíciles caminos.

Acerca del trayecto, Jilma Madera en mayo de 1983 en entrevista publicada por el periódico Granma dijo que se presentaron dos individuos desconocidos, uno de ellos herido.

“Entonces se identificaron como agentes de los servicios secretos del régimen y trataron de justificarse diciendo que cumplían órdenes, pues, afirmaron, se sospechaba que el grupo iba a fomentar un alzamiento con armas que recibirían en un helicóptero”.

Al mediodía del 21 de mayo de 1953 culminó la construcción del pedestal con piedras de la región y quedó situada la escultura de Martí. Con una rama de árbol se izó la bandera cubana y el doctor Sánchez Silveira pronunció emotivas palabras, fue firmada el acta oficial de la expedición y depositaron flores donadas por grupos martianos de Santiago de Cuba.

Transcurrido un lustro de esos hechos, el 28 de abril de 1958 Fidel y Raúl Castro, junto a Camilo Cienfuegos y otros combatientes fueron al lugar del emplazamiento y con los fusiles en alto dieron a conocer al mundo, en entrevista filmada por un periodista estadounidense, la decisión de liberar a la Patria.

Entre ellos estaría también Celia, la misma que con sus manos contribuyó a levantar las piedras del histórico lugar.