En Nuestra América el tigre ¡No pasará!
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Como las rayas del yabebirí frente a los tigres que amenazaban desde la orilla en el antológico cuento de Horacio Quiroga, como la plata en las raíces de los Andes, la América nuestra necesita unirse para que no pase el tigre que —ya lo advirtió Martí— está al acecho.
Desde la Casa del Alba Cultural, la embajadora de Bolivia en Cuba, Ariana Campero, afirmó: «Con mucha firmeza decimos que no vamos a aceptar ninguna injerencia militar en nuestra región. Nosotros apoyamos a Cuba y al presidente Díaz-Canel en su lucha por seguir este camino que inició Fidel. Al mismo tiempo, seguimos apoyando la paz de la región: Venezuela es un país soberano y como tal debe definir su destino».
Además, dejó clara la posición de su país respecto al bloqueo de Estados Unidos contra la isla: «Todos los años, nuestro presidente Evo y nuestras delegaciones votan a favor de Cuba y en contra del bloqueo criminal en las Naciones Unidas. Tenemos una firme decisión de que los países deben ser respetados; la soberanía, la democracia, la economía deben ser respetadas en cada una de las naciones. Son los mismos pueblos quienes deciden su destino. En este sentido, rechazamos las políticas criminales que está ejerciendo el gobierno de Estados Unidos, de Donald Trump, en contra de Cuba».
El excelentísimo Sr. Ellsworth I. A. John, embajador de San Vicente y las Granadinas en Cuba, es otra de las voces que expresaron su rechazo a las políticas de la administración norteamericana hacia Nuestra América:
«Somos de la idea en San Vicente y las Granadinas de que los países tienen libre determinación en cuanto a sus destinos políticos y financieros. Creo que las sanciones que se han impuesto tanto a Cuba como a Venezuela han tenido un efecto bastante negativo para el desarrollo económico de estas naciones, creo que se ha utilizado como herramienta para un cambio de régimen, y creo también que hay organizaciones como la que tuviese que estar más clara de su papel, porque están tomando lados en este tema. Todavía no concebimos cómo pueden algunas personas aceptar que alguien se proclame como presidente cuando no ha ido a ninguna elección».
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