Cuba: ¿En qué país piensan los “nuevos revolucionarios”?
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Los “nuevos revolucionarios” piensan en “un país” y no en el país. Explico: en sus mentes conciben un proyecto social diferente al que estamos construyendo, por eso sus artículos, comentarios o reacciones en la internet reflejan un modelo de nación que en la práctica, de concretarse, nos haría desaparecer como tal y nos convertiría en una neocolonia yanqui. Ni piensan como país, ni piensan en el país.
Si se tuviese alguna duda, solo se necesita leer lo que están escribiendo en un momento donde la agresividad del imperio se incrementa contra Cuba, el entorno internacional se tensa y el país atraviesa una situación coyuntural difícil por la escasez de algunos tipos de combustibles producto de las medidas adoptadas por EE.UU. para impedir el arribo a puertos cubanos de barcos cargados de petróleo.
Los mensajes y matrices de opinión que tratan de posicionar tienen una sospechosa articulación y coincidencia con las de los medios enemigos. Al igual que estos, manipulan y tergiversan hechos y etapas históricas, tratan de invisibilizar los logros de la Revolución, minimizan los efectos del bloqueo, tímidamente y de forma light abordan las viles acciones del imperio contra Cuba, culpan al aparato gubernamental de todas nuestras carencias, intentan desacreditar a sus funcionarios presentándolos como ineptos y corruptos, trasladan incertidumbre y pesimismo a partir de la construcción de una falsa imagen de sistema fallido del modelo cubano. La prensa nacional es otra de sus víctimas favoritas.
Para el presidente Miguel Díaz-Canel parecen tener un plan mediático basado en el halago crítica moderada, mediante el cual lo presentan ante la opinión pública como un mandatario aislado que trata de hacer cambios, pero que el aparato estatal burocrático y corrupto que ha heredado no lo ayuda, ni se lo permite. Con ello pretenden culpar a la dirección histórica de la Revolución de todos los problemas que confronta Cuba; es una hábil manera de hacer un guiño hipócrita al Presidente, a la vez que crean artificialmente la imagen de la existencia de una fractura generacional. Están tratando de desarrollar la misma estrategia que siguieron en la extinta URSS, pero Díaz-Canel es un fidelista, que es decir un patriota comprometido con su pueblo y la Revolución, no un revisionista improvisador y mal intencionado como Gorbachov; tampoco Cuba es la antigua Unión Soviética.
En función de alcanzar los fines que persiguen, se apoyan en fuentes carentes de confiabilidad, datos imprecisos y espinosos textos donde mienten y difaman sin ningún escrúpulo.
Así aparecen personajes que plantean: “el bloqueo es una excusa que afecta, pero no es esencial, y la mayoría de la ineficiencia corre por cuenta nuestra”.
Para expresar un disparate de esa magnitud, hay que estar muy comprometido con la manera de pensar y las malas intenciones de nuestros adversarios. Por solo citar una cifra de abril de 2018 a marzo de este año, las pérdidas estimadas causadas por el bloqueo a la economía nacional se sitúan en $4 300 millones de dólares.
Para el destacado economista Rafael Correa, «evaluar el modelo cubano haciendo abstracción del bloqueo económico y comercial de Estados Unidos es tan hipócrita, tan cínico, como querer investigar la muerte de un ahogado encontrado en el fondo de una piscina con los pies metidos en un balde de cemento y llegar a la brillante conclusión de que se ahogó por no saber nadar, (…) Cuba ha resistido 50 años bloqueada por Estados Unidos (…) ningún país de América Latina resiste cinco meses».
En busca de argumentos que sustenten sus tesis, arguyen que, “transcurridos 30 años desde la disolución de la URSS, China, Vietnam, Laos y la propia Rusia son ejemplo de desarrollo. ¿Por qué nosotros no?, se preguntan torpemente o haciéndose los despistados. La respuesta es simple: porque el bloqueo, tal y como se ha demostrado, es el principal obstáculo para nuestro desarrollo.
El sistema de salud cubano, por ser uno de los grandes logros de la Revolución, es otro blanco priorizado de la ojeriza de los “nuevos revolucionarios”. No les importan los altos niveles alcanzados en muchos de los principales indicadores mediante los cuales se evalúan sus resultados, algo reconocido por organizaciones internacionales como la Unicef, la OMS y la FAO, entre otras muchas.
Desconocen lo que reflejan importantes documentos como el informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2019”, elaborado por la FAO, que incluye los datos aportados por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en el cual se puede constatar que Cuba tiene mejores índices que EE.UU. en varios indicadores vinculados a la alimentación y la salud.
Por otra parte, los ataques disfrazados de críticas a la prensa nacional no son producto del deseo sano de verla prestando un mejor servicio al pueblo, que es decir a la Revolución; todo lo contrario, tienen la finalidad de restarle credibilidad y potenciar la de los medios hegemónicos y la suya propia, pero la historia no los defiende y el pueblo cubano no es ignorante. Sueñan con lograr con sus embestidas influir para empujarla a convertirse en su aliada. Ambos propósitos condenados al fracaso.
No niego ni pretendo esconder las carencias o errores de nuestra prensa, que está muy lejos de ser perfecta, pero responde a los intereses del pueblo y no a los de unas élites; se mantiene libre del aberrante amarillismo; traslada seguridad, entusiasmo; estimula a luchar y a vencer; no le hace el juego al enemigo; en fin, es revolucionaria; por eso la defiendo y prefiero.
Nota:
Significado de “nuevo revolucionario”: Miembro de la heterogénea coalición que pugna por reinstaurar el capitalismo en Cuba, en la que bailan y se dan la mano el prohombre y el gusano sin importarles la facha, pero sí la paga, los beneficios personales, los protagonismos, los brillos de las lentejuelas académicas y el uso de disfraces.
El término es fruto de la lucidez de un verdadero revolucionario.
Tomado de Postcuba
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