Miguel Díaz-Canel: Como educadores nos debemos al pueblo
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Bajo la máxima fidelista de que no puede concebirse una Revolución sin educación, transcurrió en la mañana de este viernes un encuentro del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, con una representación del claustro de profesores de la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”.
Esta es una cita que “nos pone a pensar” –dijo Díaz-Canel-; el debate ha sido muy inteligente y ahora nos corresponde darle continuidad, de manera que cada uno de los temas tratados se sistematice en encuentros que nos permitan tener discusiones más amplias. Sobre todo que demos continuidad permanente al legado y al pensamiento de Fidel, quien tantos aportes hizo a la educación y a la manera en que en la Revolución tenemos que conducir el proceso docente- educativo, valoró.
Destacó el mandatario la relación que debe existir entre instrucción, educación y cultura general; pues si potenciamos la instrucción y la educación vamos a tener también una mayor formación integral y cultura general.
Son temas –apuntó- que es necesario abordar desde la investigación científica y pedagógica para saber cómo podemos avanzar más rápido y cómo hacemos los trabajos de campo más amplios y abarcadores. Pensar Cuba para ustedes –reflexionó- es cómo desde la Pedagogía logramos contribuir mejor al país y a esa sociedad que queremos construir.
Inevitable resultó en sus palabras la mención a la historia, porque en las condiciones de nuestro país “un docente tiene que conocer la historia de Cuba”, presente en todos los saberes, y “ninguna asignatura se puede explicar si no se explica su historia”.
¿Cómo se comporta un profesor; cómo se conduce; cómo se viste; cómo se expresa; como trata a sus estudiantes; qué lo distingue? Fueron interrogantes respecto a las cuales reflexionó el Presidente cubano, consciente de que mucho del ejemplo cotidiano de los profesores, dentro y fuera del aula, contribuye a formar valores, a preparar mejores docentes y seres humanos.
Enfatizó en desarrollar y practicar modos de hacer que contribuyan a la formación en valores, al respeto de los criterios ajenos aunque no coincidan con los nuestros, a desarrollar la capacidad de escuchar a los demás, a recuperar actos de cortesía que se han perdido en los avatares cotidianos.
“Independientemente del enorme papel de la familia, le corresponde a la escuela una parte importante en la formación de mejores seres humanos” y a veces la influencia que allí se ejerce puede ser más enriquecedora que la de casa.
Su llamado fue constante a buscar respuestas a nuestros problemas en la historia, que hoy “nos está exigiendo repasos y aprendizajes, indispensables para el camino de continuidad de la Revolución cubana”.
“La historia nos ha enseñado que la única salvación para Cuba es la unidad y la unidad en Cuba se forja en el Socialismo”, y si no estamos claros de nuestra historia entonces no sabemos cómo llegamos a las actuales circunstancias, ni a dónde vamos o qué es lo que tenemos que hacer, valoró.
Insistió en fomentar la lectura entre los estudiantes, pues “para conocer la historia, gestionar conocimientos, tener y compartir valores, hay que leer”. Ello constituye “una vía para aprender, no importa si es en un libro impreso o en una plataforma digital, porque los códigos de comunicación cambiaron; el problema es que lean y desde la lectura aprendan, crezcan y tengan un bagaje cultural; que la propia lectura desarrolle capacidad de crecimiento, de reflexión, de superación y que encuentren en la cultura un disfrute pleno”.
Por consiguiente, escribir y hablar bien “nos permiten expresar mejor nuestra historia, incluyendo la historia de cada ciencia y eso también contribuirá a una mejor manera de expresar y gestionar el conocimiento”, comentó.
Fue enfático al valorar que “nada puede sustituir el papel del profesor y su comunicación, la orientación e interacción son claves para ver cómo se expresa el estudiante, cómo domina el idioma, cómo escribe, cómo redacta, cómo argumenta...”.
Por eso tenemos que ser capaces –acentuó- de “convertir los desafíos en oportunidades, de promover análisis integrales y críticos de lo que anda mal o no anda, de lo que depende de nosotros y no del bloqueo, y demostrar que como educadores nos debemos a los pueblos”, lo cual entraña “una permanente vigilancia y uso de todas las herramientas que nos pueden advertir a tiempo cuando algo está fallando o faltando y cómo podemos solucionarlo”.
Que la cotidianidad no limite el hacer
La doctora Milda Lesbia Díaz Masip, rectora de la insigne institución, -a la cual corresponde la formación inicial y continua de los educadores de la capital, así como contribuir al desarrollo de estos procesos en el resto del territorio nacional y en otros países del mundo- destacó entre los principales resultados del curso escolar el reconocimiento por parte de los estudiantes de la calidad de su proceso de formación y del papel de la práctica profesional; el fortalecimiento de la formación doctoral; y la estabilidad de los cuadros.
Con una matrícula de 5 mil 472 estudiantes, el centro tiene una sólida formación de pregrado y de postgrado, lo cual está respaldado con el estrecho vínculo que han establecido con más de 170 instituciones educativas donde los estudiantes cada año realizan sus prácticas laborales.
De igual manera, explicó que se avanza en la implementación de la política de aprendizaje del idioma inglés y en la informatización de diferentes procesos, al tiempo que constituye una prioridad continuar elevando el ingreso y la retención en las carreras pedagógicas.
Ante la presencia también de Roberto Morales Ojeda, vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros; los ministros de Educación, Ena Elsa Velázquez Cobiella, y de Educación Superior, José Ramón Saborido Loidi; así como otros funcionarios del Partido y el Gobierno en la capital, las intervenciones de los profesores estuvieron centradas fundamentalmente en el análisis de los principales aportes que pueden hacer al país desde las aulas.
En el diálogo se debatieron cuestiones sobre cómo formar cada vez mejores seres humanos y ante los múltiples problemas ser capaces de encontrar soluciones de manera creativa; y contribuir a que la clase sea el lugar fundamental para trabajar los valores desde las diferentes asignaturas, teniendo a la disciplina como núcleo de la enseñanza.
Asimismo, las reflexiones condujeron a la importancia de que, sin importar el escenario en que se encuentre, el comportamiento de un maestro tiene que ser ante todo ejemplar; de introducir en el quehacer cotidiano resultados de investigación científico-metodológicas; de desarrollar clases didácticas que motiven a los estudiantes; así como al trabajo consecuente que realiza el Departamento de Historia para convertirse en un productor de ideas para el país; y el fortalecimiento del vínculo de la Universidad con las empresas en pos de un mayor beneficio a la preparación de la carrera.
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