Jardín Botánico de Cienfuegos: Identidad en verde
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Evocar el olor de un campo de tabaco luego de la llovizna, deslizar lento los dedos y como acariciando por la corteza de un almácigo, dejar que la mirada se enrede entre las ramas ardientes del flamboyán florecido es también hacer Cuba.
Cuando Carpentier, en El Acoso, menciona «la carne pomarrosa de la guayaba», igual está hablando de identidad cubana. Lo mismo hace en La consagración de la primavera, al referirse a la ceiba como «el más monumental, el más imponente de mis árboles», o al calificarla de «árbol parado por derecho propio indiferente a las sequías».
Resulta realidad innegable y a la vez poco alimentada que nuestra flora, nuestro patrimonio vegetal, forma parte de lo que somos como cubanos, de lo que Cuba es.
El Jardín Botánico de Cienfuegos cuenta con una de las mayores colecciones de palmas de todo el planeta.
Sin embargo, no pocos conocedores estiman que, como tendencia, los habitantes de esta Antilla Mayor apenas sabemos de nuestro patrimonio vegetal, de esa flora riquísima y hermosa que también forma parte de lo que somos.
Ese es el criterio, por ejemplo, de la ingeniera agrónoma y máster en Agricultura Sostenible Tania Domínguez Soto, una de las guías del Jardín Botánico de Cienfuegos, el más antiguo de Cuba y catalogado entre los mejores jardines tropicales del orbe, reconocido con el Premio en Conservación de Monumentos y declarado Monumento Nacional de la República de Cuba.
Tania Domínguez Soto, ingeniera agrónoma y máster en Agricultura Sostenible.
Entre la exuberancia de su variada vegetación, Tania declaró en exclusiva a CubaSí que:
«Al cubano le gusta la naturaleza, pero apenas la conoce. Cuando visita este lugar, por ejemplo, que es por excelencia natural, se queda maravillado con lo que ve, pero no lo conoce. No sabe identificar las plantas, las especies.
«Es verdad que tenemos una educación en el cuidado del medio ambiente, de proteger y convivir con la flora y la fauna, utilizándolas racionalmente, sustentablemente; pero las personas no saben de ese mundo vegetal que les rodea. Los jóvenes, digamos, apenas conocen las propiedades de las plantas medicinales... algunos de la tercera edad, tampoco. Y se quedan maravillados cuando les explico».
—¿El sentido de pertenencia a la tierra donde se ha nacido está mediado también por el conocimiento de la flora de ese lugar?
—Sí, cómo que no. Yo, que trabajo con público diverso, nacional y extranjero, noto que ese último tiene más cuidado, se ocupa más de la cultura ambiental. Entre los nacionales, es cierto que cuando vienen aquí quieren conocer, pero luego, si tienen necesidad de madera, no les importa cortar un palo (un árbol), destruyendo así el hábitat de pajaritos y de otros seres vivos, incluyéndonos a nosotros, los propios seres humanos.
Tania, que lleva trabajando casi 20 años en el Jardín Botánico de Cienfuegos, confiesa que está llena de ideas sobre cómo los niños cubanos pudieran aprender más y mejor de nuestra flora.
«Les relacionaría toda enseñanza con la naturaleza, porque todo está relacionado con ella. En el nivel primario, por ejemplo, para aprender Matemática, los pusiera a contar las flores que hay en una rama; en Español, les enseñaría nombres de determinadas plantas para enriquecer su léxico.
«De hecho, en el programa “Educa a tu hijo”, a los niños de 0 a 5 años con los que trabajamos aquí en el Jardín, les mostramos las maderas; les damos a oler flores, semillas, frutos; educándolos también a través de los sentidos para enseñarles a apreciar, querer y cuidar esta flora que también nos hace cubanos».
En el jardín más antiguo
La ingeniera y máster Domínguez Soto explicó a CubaSí durante un recorrido por el Jardín Botánico de Cienfuegos que este, con 118 años, es el más antiguo de la Isla. Fue fundado en 1901 por el empresario Edwin Atkins, dueño del antiguo central Soledad, luego Pepito Tey.
Esta maravilla vegetal constituye una atracción para el turismo nacional y extranjero.
Al preguntarle por la reina del jardín, menciona las colecciones de palmas, ficus, y de bambú, a las que se añaden casi 200 especies de frutales.
Este monumento de verdes y fragancias constituye también un centro de investigación y servicios, subordinado al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
En sus 97 hectáreas acoge a más de dos mil especies de plantas, repartidas en 670 géneros de 125 familias, la mayoría arbóreas.
En el año 2005 le fue otorgado al Jardín el Premio Nacional de Conservación.
Tan solo de palmas, hay cerca de 280 especies, lo cual hace de dicha colección una de las más relevantes del orbe. Entre los tesoros del lugar, se apunta, asimismo, casi medio millar de ejemplares únicos.
Colorea esa extensión de aire puro, distante a unos 15 kilómetros de la ciudad de Cienfuegos e importante atractivo turístico de esta provincia, la colección de orquídeas, la cual rebasa las 400 especies. Ello, sin olvidar la de bambúes, de la que Tania muestra con orgullo, entre la veintena de especies, al bambú amarillo.
El bambú amarillo.
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