Drogas: Esclavos desde la primera vez (I)
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En el ambiente donde se desenvolvía había escuchado muchas veces sobre el consumo de sustancias para enajenarse, lo que muchos consideran “recrearse”.
Sin embargo, nunca se había visto tentado, hasta que un día, y por casualidades de la vida, un determinado medicamento cayó en sus manos.
“¿Asere, tu compraste eso?”, le preguntó un socio del barrio a quien le mostró lo que ciertamente había encontrado.
Hoy Osvaldo confiesa —entre verdades y angustias— que ese fue el comienzo. Tenía un poco más de 15 años y procedía de una familia funcional, de profesionales, quizas demasiado integrada al trabajo.
En una de las consultas del departamento de Salud Mental del municipio capitalino de Playa, el joven que ahora tiene 19 años cuenta la historia no sin sobresaltos, consciente de que su vida anduvo rondando la muerte.
“Soy asmático y en una crisis me inyectaron aminofilina, pero el día anterior había consumido el psicofármaco e hice una reacción. Me puse de color morado, casi me dio un paro respiratorio. ¡No me gusta recordar esos momentos! Iba en la ambulancia más muerto que vivo, y cuando miraba hacia delante apenas veía un hueco negro. ¡Realmente estaba muy mal!”.
Fuera de peligro
En la consulta Osvaldo cuenta la historia apenado, tratando siempre de que si hay culpas estas no rocen a su familia. Confesó que no andaba en muy buenos pasos; no trabajaba, ni estudiaba. La venta de prendas de vestir y las palomas eran lo suyo.
La doctora Carmen Oliva Agüero, especialista de Primer Grado en Psiquiatría, Máster en Prevención del uso indebido de drogas, y Profesora Asistente, lo escucha atentamente y solo de vez en vez, tratando de profundizar en las causas que lo llevaron a esta adicción, le hace una u otra pregunta, a las cuales él responde con absoluta sinceridad, pues ya la pesadilla pasó y sabe que está fuera de peligro.
“Al principio sí andaba con malas compañías, era un mundo feo, cuando tenía unos 13 años me gustaba estar con los de 18, y muchos de ellos se dedicaban al trapicheo. Ya luego anduve solo y solo salía de la casa a buscar cuando necesitaba consumir. Tomaba tres y cuatro pastillas por día, pero poco a poco comencé a sentirme mal. Las compraba en la calle a 40 ó 50 pesos”.
¿Cuántas llegaste a tomar en 24 horas?
“Con cinco pastillas me sentía estimulado, pero conocí personas que consumían hasta 60 en un día. En realidad eso me estaba matando, ¡estaba seco! No tenía mucho dinero, pero quien tiene compra otra cosa”.
¿Cuándo se dio cuenta tu familia?
“Mi mamá estaba en lo suyo y a lo mejor mi papa se percató, pero no quería verlo porque es muy duro ver a un hijo metido en eso. Todos se empezaron a preocupar cuando casi me muero”.
¿El hecho de que anduvieras con muchachos mayores que tú fue conveniente para tu vida?
“No, porque conocí cosas que no debía, yo pertenezco a otro mundo. Si no hubiera andado con esa gente quizás hoy sería informático, que era lo que me gustaba, o médico. Con ellos aprendí lo malo de la calle. En ese mal ambiente se hablaba de todo, de los que quitan cadenas, carterean, consumen drogas. Hoy no me arrepiento de lo que viví. Pero estoy consciente que tengo que cambiar”.
¿Qué puedes recomendar a los jóvenes que hoy consumen marihuana, pastillas o cualquier tipo de droga?
“Que eso no aporta nada, al contrario. Cuando están consumiendo se creen que son los más pillos e inteligentes, pero no es así, porque esas sustancias te van matando. Yo les aconsejaría que NO la prueben, porque hay gente que siguen y siguen y ya cuando se dan cuenta están en un hueco en medio del océano y entonces se preguntan ¿qué más vendo?”.
Epílogo
Gracias a la ayuda que le ha brindado su familia y por su propia voluntad, Osvaldo hoy es atendido en el departamento de Salud Mental del municipio de Playa. Su arrepentimiento es visible, pero da gracias a la vida por haber salido de ese mundo oscuro donde estuvo un par de años. En la actualidad está tratando de sacar la licencia de conducción y confiesa que suspende una y otra vez, pues lógicamente presenta dificultades con la concentración. En un futuro, con la ayuda de los especialistas del centro, lo logrará. La vida está dispuesta a darle otra oportunidad. Él lo merece.
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