ARCHIVOS PARLANCHINES: ¡Dejemos de ser la Cenicienta!

ARCHIVOS PARLANCHINES: ¡Dejemos de ser la Cenicienta!
Fecha de publicación: 
28 Enero 2019
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Tebelio Rodríguez del Haya nació en Pinar del Río en 1906 y regaló una escuela de magias y actitudes testarudas, antes de perderse en los entresijos de la historia. A unos cuarenta años de su muerte, solo existe para algunos galenos veteranos, bibliotecarios y periodistas en retiro. Aún no se ha escrito una biografía sobre él y ningún lugar público lleva su nombre, a pesar de haber sido la figura cimera del recordado Comité Todo por Pinar del Río.
 

En un documento titulado «Organizaciones civiles más importantes», que se puede consultar en la biblioteca provincial pinareña, se ofrecen interesantes detalles sobre este Comité:
 

«Un grupo de dieciséis pinareños, abochornados por el deterioro creciente de su ciudad y la corrupción, fueron reunidos el 26 de noviembre de 1941 por el doctor en Medicina Tebelio Rodríguez del Haya con el propósito de fundar, a sugerencia del primero, una junta cívica que llevará como lema: ¡Dejemos de ser la Cenicienta! Entre ellos se hallaban profesionales de la medicina, abogados, escritores e importantes comerciantes. Esta institución tenía entre sus fines propugnar por todos los medios lícitos a su alcance el mejoramiento sanitario, educacional, cultural, moral y social de la ciudad de Pinar del Río y sus alrededores (…)».
 

Y conste, el trabajo de dicho comité, continuado luego por la obra grande de la Revolución, fue bien meritorio: construyó alcantarillas, bacheó y rejuveneció las calles, desarrolló campañas contra las moscas y mosquitos, chapeó y petrolizó, creó el Día del Tareco para botar lo inservible, realizó campañas de vacunación, se opuso a la tala de bosques y hasta logró acondicionar y promover una playa en las inmediaciones del puerto de La Coloma. En su clímax, llegó a tener un espacio radial, una revista muy leída y el himno «Todo por Pinar del Río», compuesto por la sanjuanera Rosita Delgado y cantado hasta 1961, cuando la asociación dejó de existir y sus integrantes de suman a varias dependencias del Estado.

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Desfile de tractores auspiciado por el Comité Todo por Pinar del Río

 

Para conocer más detalles sobre la vida de Tebelio, entrevisté en 2005 al doctor Alejandro Mora, quien en aquel entonces parecía rogar desde su casita señorial del centro de la capital vueltabajera para que no se le acabaran los días:
 

«Fue extraordinario, con un gran valor general. Ha sido uno de los hombres más portentosos de Pinar del Río… lleno de entereza, generoso, amable; no fue grosero en ningún momento... Lo conocí ya en la adultez y me hubiera gustado estrechar su mano antes. El Comité Todo por Pinar del Río, que presidió, sirvió de modelo en la creación de entidades similares en el país. El gobierno de Carlos Prío Socarrás lo nombró ministro de Gobernación y fue para allá. Un día le trajeron un paquete lleno de papeles. Y él preguntó:

—¿Y eso qué es?
 

—No... doctor, usted sabe, los «sueldos» de los políticos.
 

—No, eso yo no lo firmo. Le voy a dar mi renuncia, entréguesela al Presidente, yo me voy ya.
 

«Duró un año y un poco como ministro. Siempre vivió de acuerdo con sus principios y así lo expresó en los escritos suyos incluidos en el Heraldo Pinareño y en otras publicaciones».
 

Al mismo tiempo, Tebelio nunca dejó de ejercer su profesión de médico. Fue un especialista en niños y tuvo también una enorme clientela entre los adultos. Poseía conocimientos muy amplios, sin embargo, nunca puso ni siquiera un consultorio propio. Un doctor amigo le abrió uno en su gabinete. Y allí les cobró barato o nada a los desvalidos, a pesar de las duras consecuencias de este gesto. Tuvo un hijo, también médico, que se radicó en Venezuela, y una hija residente en Pinar del Río.
 

Un conocido periodista jubilado de El Guerrillero me indicó, por último: «El Comité Todo por Pinar del Río le hizo una casa; no tenía ni donde vivir. Se movió en un Ford de medio pelo, de cuarenta pesos... no lo cambió. Un día visitó La Habana y al ver El Encanto, los edificios altos y ese lujo, exclamó: “¡Como hay cosas en el mundo que a mí no me interesan!”».
 

El sepelio de Tebelio Rodríguez del Haya, fallecido en 1978 con el apelativo de Médico de los Pobres, fue impresionante, enorme, el pueblo llevó en hombros su ataúd por las calles. Nadie quiso el carro fúnebre. En la despedida de duelo, uno de los oradores exclamó: «Pueden existir sesenta dioses; pero, si te comportas así, como él, podrás ayudar al prójimo. Nuestra provincia necesita ciudadanos así para defender nuestras conquistas».

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