DE LA VIDA COTIDIANA: De pasteles, dulces y precios por las nubes

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DE LA VIDA COTIDIANA: De pasteles, dulces y precios por las nubes
Fecha de publicación: 
22 Enero 2019
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No hizo falta pronunciar otra palabra y el vendedor de pasteles —evidentemente lo era— abrió la caja y anunció: ¡los pasteles son a cuatro pesos! ¡Dios mío!, dijo una señora, y otra preguntó: ¿¡a cuatro CUC!? Mientras un hombre continuó su camino balbuceando “la vida está muy cara”.

Como para no “quedarse dado” con tantas réplicas, el vendedor expresó: “la culpa la tiene el gobierno”, aludiendo a los problemas que desde finales de año suceden en el país con respecto a los molinos donde se procesa la harina y con esta propia materia prima.

El hecho ocurrió en el Vedado, por lo que él también le ripostó a la compradora que habló de los cuatro CUC. “¡Hay señora no proteste tanto, si usted camina unas cuadras verá que los pastelitos valen como si fueran oro en las dulcerías particulares!”.

El suceso no es aislado. He sido testigo que en otros lugares donde dulces que costaban, por ejemplo, tres pesos, ahora valen cuatro y hasta cinco, como me ocurrió recientemente cuando fui a comprar un eclear a una vendedora habitual.
 
Creo que la comparación con los establecimientos por cuenta propia no es viable. En casi todos (pudiera existir alguno donde no fuera así) se expenden dulces finos, además de que quienes operan estos pequeños negocios son portadores de licencias como cuentapropistas y, por lo tanto, tienen obligaciones como contribuyentes. Es cierto que son caros, pero también de mucha calidad y presencia.

En cambio, muchos de estos comerciantes que ofertan dulces en las calles lo hacen efectivamente “por propia cuenta”, sin responsabilidad alguna ni con el cliente, ni con el Estado. Por lo tanto, todo resulta ganancia neta.

Y sin el ánimo de acusar a nadie, habría que ver si las materias primas son adquiridas de manera legítima. No lo creo.  

Entonces, no viene al caso la frase de que “el gobierno tiene la culpa de todo”, lo cual sirve de escudo a personas que se ganan la vida de manera deshonrosa a costa del bolsillo de los demás.

Ahora una pregunta: ¿Volverán los precios habituales de los pastelitos y otros dulces cuando los problemas con la harina queden resueltos?   
 
Lo mismo ocurre con tantas cosas en este mundillo de los precios, donde esta mañana en la esquina de mi casa —en un timbiriche arrendado a una vecina, sin condiciones— una piña toda magullada en su parte inferior costaba diez pesos. No me digan que ahora el gobierno también tiene la culpa de esto.

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