Sobrevivieron al Holocausto, ¿deben volver a esconderse, ahora en EEUU?
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Casi todos eran niños o adolescentes a principios de la década de 1940. Recuerdan una juventud robada por el miedo, la desesperación, la separación de sus seres queridos y, en algunos casos, por los campos de concentración nazi.
Si había un país en el que se sentían seguros, era Estados Unidos, donde muchos han vivido por décadas.
Allí han escuchado algunas veces comentarios antisemitas o quizás han visto una esvástica pintada en una pared, pero aun así sentían seguridad, una palabra muy importante para ellos.
Ahora, sin embargo, estos sobrevivientes -varios de los cuales se reunieron en la sinagoga Oheb Shalom en un suburbio de Nueva Jersey para celebrar Janucá y conmemorar la Noche Internacional de Sobrevivientes del Holocausto- están muy preocupados: los actos antisemitas en Estados Unidos se incrementaron 37% el año pasado, según las estadísticas del FBI.
El 27 de octubre pasado, la masacre en una sinagoga en Pittsburgh, donde un nacionalista blanco fue acusado de disparar contra 11 judíos, en su mayoría adultos mayores, mientras oraban, aumentó enormemente esos temores.
"Un hombre loco escuchó a (el presidente Donald) Trump", dice David Lefkovic, de 89 años, en referencia al atacante de Pittsburgh.
Su cabello rubio lo salvó de ser capturado entre los judíos durante de la Segunda Guerra Mundial, cuando era un adolescente y vivía en el suroeste de Francia.
Trump "llama a cualquiera que no le gusta 'débil'; ese es exactamente el lenguaje nazi", dice Adela Dubovy, quien con 6 años sobrevivió al campo de concentración de Theresienstadt. "Eres débil, debes ser destruido".
- "Puede volver a ocurrir" -
"Antes, se escondían", dice Lefkovic sobre los antisemitas de Estados Unidos.
"Ahora está a la vista que está bien volver a atacar a los judíos", agrega Hanna Keselman, quien nació en Alemania en 1930 y pasó gran parte de la guerra en Francia e Italia.
Roman Kent, quien sobrevivió en campos de concentración, incluido Auschwitz, dice que los antisemitas "son muy fuertes, incluso en las universidades". "Deberían tener (las universidades) personas que sean más inteligentes".
En las últimas semanas, actos antisemitas han tenido lugar en campus de algunas de las más prestigiosas universidades estadounidenses, como Columbia y Cornell en Nueva York y Duke, en Carolina del Norte.
Sobra la masacre de Pittsburgh, indica Kent, quien participó en negociaciones con Alemania sobre la compensación que se les pagaría a los judíos, "creo que puede volver a ocurrir, y volverá a ocurrir".
- "No quiero vivir así" -
Varios de los nietos de Adela Dubovy van a la universidad. Ella vive en una casa de retiro, que define como una "burbuja" que la aísla hasta cierto punto. Pero está "asustada".
"Ya no uso mi estrella de David. Le digo a mis nietos: 'No usen su kipá en la calle si no quieren ser atacados".
"Entiendo" la necesidad de ser discreto, dice de su lado Keselman, "pero no se lo diría a mis nietos".
"No quiero vivir más así. Ya lo hice, y ya fue demasiado", agrega.
Cuando viajó de regreso a Italia, donde su padre fue arrestado y asesinado, usó su estrella de David. "Sentí 'esta soy yo de regreso y me siento segura aquí'", relata.
Hoy, dice la mujer de 88 años y voz suave, quiere "vivir con libertad".
Keselman, pintora, prefiere no hablar en público, pero hace un esfuerzo para reunirse con gente joven para mantener los recuerdos que algunos temen se perderán para siempre cuando los sobrevivientes del Holocausto mueran.
Roman Kent lamenta que tan pocos jóvenes judíos mantengan este duro recuerdo vivo. "Si lo hicieran, no habría 60 o 70% (de la población) que no conoce la palabra Holocausto", dice.
Un estudio publicado en abril por la Claims Conference, el grupo detrás de la Noche Internacional de Sobrevivientes del Holocausto, reveló que el 49% de la generación "millennial" de Estados Unidos no podía nombrar un solo campo de concentración.
"Me doy cuenta de que causo un impacto en las personas que no son judías, porque vuelven y me dicen que nunca se dieron cuenta de muchas cosas que estaban sucediendo" durante la guerra, dice Keselman.
"El problema", dice, "es que es que las personas que quieren escuchar las historias no son las personas que se comportarían como antisemitas".
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