Festival de Cine: Listas las salas de la capital

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Festival de Cine: Listas las salas de la capital
Fecha de publicación: 
5 Diciembre 2018
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Cuando el 40 Festival de Cine de La Habana descorra sus cortinas este 6 de diciembre, lo hará con los cines que acogerán esas proyecciones listos desde el punto de vista constructivo y tecnológico.

Así lo hizo saber en exclusiva a CubaSí el director de la distribuidora Nacional del Icaic, Roy Villanueva, quien afirma que a propósito de cada edición del Festival se trata de alistar los cines, pero la particularidad de este año es que el aseguramiento técnico ha sido más fuerte.

Entre la preparación de los siete cines del Proyecto 23, destaca el mejoramiento del cine 23 y 12, que ha recibido la más importante reparación y aun no quedaba concluida al momento de redactar estas líneas.

En el 23 y 12, abundó Villanueva, se instalaron más de 300 lunetas nuevas en la platea, donde también se renovó la alfombra. Asimismo, fueron cambiados los muebles sanitarios y se instalaron para la climatización diez equipos de cinco toneladas cada uno; más otros dos en el lobby de tres toneladas cada uno.

El directivo precisó que una reparación de similar envergadura recayó con anterioridad en el emblemático cine Yara, y para el venidero Festival de Cine se espera corresponda a la sala Charles Chaplin, sede de la Cinemateca de Cuba.

Al ampliar sobre las labores que hoy se acometen en los cines capitalinos, Villanueva precisó que en la sala Chaplin, por ejemplo, ya terminaban de pintar el respaldo de las lunetas mientras en el cine Infanta pintaban su fachada.

Los aspectos técnicos y tecnológicos también han recibido mejorías, algunas bien importantes. Se trabaja en casi todas las cabinas de proyección donde ajustan o montan proyectores digitales. Incluso algunos cines cuentan con el aseguramiento de dos proyectores, como es el caso del Chaplin y La Rampa mientras que en el Yara cuenta ya con una nueva pantalla.

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Ya fue importado un equipamiento para evitar que ocurran en el cine errores de proyección asociados a la digitalización.

Se prevé para un futuro cercano, refirió Villanueva, contar con un equipo para administración de salas que permita, por fibra óptica o antena, distribuir los contenidos a proyectar en los cines del Proyecto 23. De esa forma, desde una sola cabina, se lograría la interconexión entre todos.

Creado en el año 2002, el Proyecto 23 del Icaic surgió para revitalizar los cines de esa importante arteria capitalina, multiplicando su empleo no solo en función de la programación cinematográfica sino también para otros fines culturales como peñas comunitarias, así como presentaciones y espectáculos variados.

Dicho Proyecto se subordina a la distribuidora nacional del Icaic cuyo director precisó a Cubasí que por ser esta de una unidad presupuestada vale subrayar el fuerte apoyo financiero y de recursos aportado por el Ministerio de Cultura en el empeño por mejorar las salas de cine.

También miembro de la junta directiva del Festival, Roy Villanueva comunicó a Cubasí otra novedad que distinguirá al evento de diciembre: el Karl Marx no solo acogerá la proyección del filme inaugural, sino que, al día siguiente –lo que antes no había ocurrido- también servirá de sede a la exhibición del esperado largometraje Yuli.

No solo en 23

Aunque no se incluye dentro del Proyecto 23, el cine Acapulco, entre los últimos tres construidos antes de la Revolución, también ha sido remozado porque igual acogerá las proyecciones del Festival de Cine.

Quienes transitaron por la concurrida avenida 26 antes que terminara noviembre, pudieron apreciar andamios levantados antela fachada de la elegante edificación y muchos trabajadores laborando sin descanso en las alturas para otorgarle a la fachada y a la marquesina aires de estreno.

Subordinada al Centro Provincial de Cine, a esta sala de Nuevo Vedado con capacidad para unos mil 300 asistentes -que desde el año pasado cuenta con modernos equipos de proyección y de audio-, le repararon ahora el lunetario, los baños y el enorme letrero que la identifica.

Al momento de presentarse CubaSí estaban a punto de también dejar listos los equipos de aire acondicionado, así lo aseguró su administradora desde hace seis años María Ofelia Rodríguez.

Interrogada sobre cómo se inserta el cine en la vida cultural de la comunidad, Rodríguez comentó sobre las peñas que allí tienen lugar, lo mismo con artistas aficionados que profesionales, sobre el taller de La Colmenita de Plaza, las funciones coordinadas allí por el Cenesex, las presentaciones de la compañía de Pantorrilla...

Sin duda, es un buen ejemplo de cuánta potencialidad puede desplegarse a partir de las ganas de hacer, de seguir alimentando espiritualidades y mejorando la calidad de vida de los pobladores.

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Quizás su activa gestión cultural sea una de las razones por la que allí crece por día la venta de los pasaportes para el Festival. Rodríguez, la administradora, refiere que con respecto a años anteriores, en esta oportunidad se han vendido más. Lo atribuye sobre todo a que “este año ha tenido bastante publicidad desde temprano, sobre todo en la televisión, por los spots; ya en toda la calle 23 puede verse el cartel del Festival. De todas formas, aunque se ha vendido bastante, las personas por lo general esperan a que empiece el evento para venir a comprar”.

Historia de pantallas y lunetas

Aseguran que en el continente americano Cuba fue el país que llegó a contar durante las primeras décadas del siglo pasado con más salas de cine. Pero, marcada por el bloqueo, por carencias materiales y tecnológicas, nuestra economía debió priorizar urgencias de primera necesidad y una buena parte de esas instalaciones dejaron de funcionar.

Se asegura que la primera proyección cinematográfica en esta Isla aconteció en enero de 1897, en un espacio adyacente al Teatro Tacón, hoy Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

Solo dos años después de la histórica presentación en París de las primeras fotografías animadas, la misma Casa Lumière se encargó de ese estreno en la Antilla Mayor.

El francés Gabriel Veyre, representante de los Lumière, alquiló el mencionado espacio y al alto precio para la época de 50 centavos los adultos y 20 los niños, vendió las entradas para aquella función.

Menos de una treintena de cubanos, con la vista prendida a la novedad como si fuera milagro, contemplaron por cerca de media hora cortometrajes que luego serían antológicos, entre ellos “La partida de Naipes”, “La salida del tren” y “El sombrero cómico”.

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Y si aquella primera proyección quedó anotada en la historia de la cultura cubana, igual ocurrió con la primera filmación realizada en esta tierra, sucedida dos semanas después de la proyección primera.

Sirvió de escenario la encrucijada capitalina de Prado y San José y el mismo Gabriel Veyre tuvo a su cargo la dirección, la producción, la fotografía y las tareas de laboratorio para elaborar aquella novedad, con un minuto de duración.

El corto filmado allí se conoce como “Simulacro de incendio”. La Cronología del cine cubano, de Arturo Agramonte, publicada en 1966 recoge que el periódico La Lucha informó sobre tal acontecimiento. Se grabó a los Bomberos del Comercio de La Habana representando un simulacro en el que sacaban la bomba del cuartel, escaleras, mangueras, otros auxilios, y ascendían a la azotea del edificio.

Dando continuidad a la primera proyección y para que no decayera la expectativa, en el mismo año 1897 se fundó el considerado como primer salón cinematográfico, en donde hoy se alza el teatro Martí.
A este inicial intento de convertir teatros en cines le siguieron otros, como el del Teatro Payret, el Campoamor, y el Trianón.

El teatro Karl Marx, que acogerá la apertura del 40 Festival, se construyó en 1949, cuando llevó el nombre de Blanquita, en honor a la esposa de quien lo hizo levantar, el entonces senador de la república Alfredo Hornedo Suárez. Por entonces fue considerado el lunetario bajo techo con mayor capacidad del mundo, con más de cinco mil butacas.

Luego de permanecer cerrado, al iniciar la década del 60 se convirtió en el Teatro Charles Chaplin y al realizarse en 1975 el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, con tal motivo se le cambió el nombre por el de Karl Marx. En el año 2003 se convirtió en el Complejo Cultural Karl Marx.

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No dejar para mañana

A las limitaciones materiales y tecnológicas que condicionan la reducción del número de cines en La Habana y en Cuba en general, se añade otra razón: ha ocurrido un cambio en los hábitos de consumo de películas a nivel global.

“Se ve más cine que antes, pero no en las salas especializadas”, declaraba recientemente a Prensa Latina Iván Giroud, presidente del Festival de Cine de La Habana.

En coherencia con esas prácticas, no pocas veces los interesados en determinada película del certamen se proponen verla después que el mismo termine. Pero Giroud alerta que “eso es imposible porque puedo asegurar que el 90 por ciento de lo presentado en el festival no llega, no se distribuye, ni se compra; el cine latinoamericano sigue sin escalar los circuitos comerciales, esa realidad ha cambiado muy poco desde los inicios.”

Por tanto, una vez que el Festival despegue, como los cines estarán remozados, puestos a punto para la ocasión, ver la película que se desea y “no dejar para mañana lo que puedas hacer hoy”, resultará, gracias al esfuerzo de muchos, una experiencia confortable en más de un sentido.

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