Adalberto Álvarez: «Yo hago la música auténtica de nuestro país»
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Y claro, si es un auténtico cubano: talentoso, amable, conversador, un músico extraclase que lleva muy bien el título de Caballero, al compás del son más genuino.
Hace poco declaró: «No estoy dispuesto a sacrificar el prestigio de la música que hago». ¿Qué mensaje les daría a los músicos cubanos más jóvenes?
«Uno se tiene que sentir bien con lo que hace. Es muy triste ver a un muchacho que se ha pasado años en una escuela de arte, haciendo un tipo de música que nada tiene que ver con los conocimientos que él tiene, y me dice: Maestro, no me gusta lo que estoy haciendo, pero estoy aquí porque tengo que ganarme el dinero. Eso me da una tristeza tan grande, porque muchachos con una potencialidad inmensa, que pudieran llegar a ser grandes músicos, están perdiendo todo el tiempo que estuvieron estudiando haciendo algo que no vale la pena.
«Y la música cubana tiene tantas posibilidades de hacer lo que tú quieres hacer..., la buena música cubana te permite desarrollarte en todos los sentidos. Cuando tú ves músicos de la talla de un Rolando Luna, Alejandro Falcón...; músicos que son virtuosos, que le dan valor realmente a lo que hacen, te da alegría.
No le pesan en el ego la fama de Son 14 y Adalberto y su Son, orquestas creadas por él, ni el hecho de mantenerse durante más de cuatro décadas en la preferencia del público bailador cubano.
«Yo creo que hay un poco de culpa de muchas personas que han llevado a que esto pase. Hay un poco de culpa de los medios, un poco de los que ponen música en los lugares, de los que manejan el gusto popular a su manera, un poco también de la falta de espacios para escuchar la música auténtica cubana. Te das cuenta de que pasa eso porque cuando toca una orquesta como la nuestra, Van Van, Havana D'Primera, como las de los muchachos nuevos que están ahora: Maykel Blanco, El Niño, en fin... llegas al baile y está lleno de jóvenes que quieren bailar casino, entonces dices: pero sí les gusta. Yo creo que no solamente el Ministerio de Cultura, el Estado cubano tiene la responsabilidad de crear lugares de fácil acceso para que los jóvenes puedan bailar con nuestra música.
«Y yo te digo: no voy a renunciar a lo que hago porque lo que yo hago es la música auténtica de nuestro país, no se la voy a regalar a nadie».
Usted es en Cuba y en el mundo «el Caballero del Son»…
«A mí me dio mucho gusto cuando me pusieron el seudónimo. Fue en Venezuela; recuerdo que estábamos haciendo un disco, hace muchos años, que traía la canción ¿Qué te pasa, mami? Dale como es, y un periodista venezolano, en una entrevista que me hace, me habla de las versiones que me habían hecho en varios lugares del mundo y empieza a mencionarme la gente que había cantado la música mía: Oscar de León, Gilberto, todos los que han hecho música mía, y me dice: lo que le permite a toda esa gente hacer su música son sus letras, porque usted no usa la chabacanería, son letras internacionales, y si hay un Caballero de la Salsa en Puerto Rico, entonces yo diría que en Cuba hay un Caballero del Son. ¿Le molesta que le diga eso? Le respondí: no, no me molesta; al contrario, me siento orgulloso de que me lo diga, y más por el motivo que me lo está diciendo; y a partir de ahí surgió que siempre Adalberto Álvarez es “el Caballero del Son”. Cuando coincido con Gilberto por ahí siempre es encuentro entre caballeros; estamos pensando en hacer algo juntos…»
¿Le gusta entonces que se le defina así, como sonero?
«Sonero es un orgullo. Sonero no puede ser cualquiera. El son hay que saber tocarlo, saber sentirlo; tiene muchos trucos, tiene muchas complejidades que la gente no conoce. Ser sonero es un orgullo. Yo estoy planteando ahora mismo que debe existir la Casa del Son Cubano. Está el Palacio de la Rumba, está el Submarino Amarillo, que me parece muy bien, pero la Casa del Son Cubano tiene que existir y ser un lugar emblemático realmente en nuestro país».
Entre tantas canciones, ¿alguna especial, entrañable?
«Hay algunas canciones que te marcan; otras, que las haces y no piensas el resultado que va a tener. Mira, yo cuando estrené A Bayamo en coche nunca pensé que iba a tener el resultado que tuvo, y a partir de ahí, todas las canciones que me fueron grabando: Son de la madrugada, Tu fiel trovador…, pero a mí lo que me sorprende mucho es que todavía en mis conciertos yo tengo que cerrar con una canción que escribí en el año 1993, que es Y qué tú quieres que te den. Yo no puedo irme de un baile sin tocarla; si no lo hago, la gente protesta; entonces es una canción a la que le agradezco mucho, porque no es famosa solamente en Cuba, es la canción que cierra concierto en el mundo entero».
Su último disco, De Cuba pa’l mundo entero, resultó premiado en la reciente edición del Cubadisco. ¿Cuál ha sido la clave del éxito de esta producción?
«Primero, fue un disco muy pensado; está muy balanceado. Yo siempre pienso en el que está en su casa escuchando un disco: hay un momento que no quiere bailar, se quiere sentar a escuchar; y pienso en el cubano y en las diferentes edades, por eso hasta un poquito de música urbana usamos con el tema este de Enrique Iglesias. Traté en este disco de hacer un poquito de cada cosa: un poquito de trova con un tema de César Echevarría que se llama Rienda suelta, y este mismo tema De Cuba pa’l mundo entero que es muy timbeado, con la rumba. Nos preocupamos mucho por la sonoridad del disco, lo grabamos y nos fuimos a un estudio especial a mezclarlo y masterizarlo».
¿Y el secreto de Adalberto para permanecer, durante tanto tiempo, en la preferencia del público cubano?
«Yo creo que una de las cosas es, precisamente, mantener tus principios. Yo tengo un público que me sigue, la orquesta tiene un público que la sigue, y yo creo que ha sido no defraudar a ese público. Mantener, defender, creer en lo que hacemos, creer en el bailador, creer en el público; escuchar a la gente en la calle cuando tú sales y te dicen: “maestro, me gustó mucho su última canción”.
«La consulta: yo escribo un tema y llamo a mis hijos, a mis amigos, a la persona que no estudió música nunca en su vida y que está en un garaje echando gasolina, pero lo fundamental de todo eso está en no dejarme llevar por las tendencias ni de la mala palabra, ni de las letras que no dicen nada; yo creo que siempre hay que tener un mensaje en cada letra».
¿Proyectos?
«Estoy un poquito en el rescate de canciones antológicas, aplicando las nuevas tecnologías, y estoy componiendo, por supuesto. O sea, yo quiero hacer dos cosas: un disco de rescate que se puede llamar así o “añejo” —ya veremos—, que es coger las canciones que yo pienso que son importantes y vestirlas de nuevo, y también quiero hacer un disco de canciones completamente nuevas. Además, estoy en un proyecto muy importante que tiene que ver con La Tropical, que posiblemente tenga yo mucha responsabilidad con lo que va a pasar en el salón más musical de América Latina dentro de un tiempo; estamos buscando la manera de que realmente sea el Palacio del bailador».
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