De la vida cotidiana: ¿Sayuelas y corpiños?

«No me gusta la ropa transparente; de joven no la usé, así que ahora que ya pasé los 50 años, pues no me atrevería a ponerme algo así», dijo una amiga en un grupo de mujeres, cuando algunas —entre risas y bromas— la criticaban por preferir y usar las sayuelas y los corpiños.

Al escuchar tales palabras, una joven preguntó de qué se trataba. Y es que la moda actual ha prescindido, totalmente, de tales prendas que en épocas de mi abuela se llevaban de manera cotidiana, muchas veces en nombre del «buen pudor».  

Hoy las mujeres, sobre todo las de menos edad (y también algunas «mayorcitas»), visten corto, con escotes y calenticos «pronunciados». Y no creo que sea a causa del calor. Es, sencillamente, una cuestión de gusto, aunque, para ser sinceros, creo que la moda ha dado un giro de 360 grados.

Algunas que sobrepasan las cinco décadas afirman que no usan escotes porque no lo hicieron en la etapa de juventud, en tanto hay abuelas que hace muchísimo tiempo desecharon las sayuelas y los corpiños.

Tal es el caso de Mercedes, la madre de una amiga, quien afirma que jamás las volverá a usar, aunque aclaró que no le gusta que la ropa deje entrever sus prendas interiores. Y ello resulta comprensible.

El vestir, las formas y maneras, los gustos y —¿por qué no?— los colores forman parte del patrimonio personal y, por lo tanto, en ese sentido merecen la aceptación de todos.

Muchachas vestidas con ropa de verano, bonitas y apropiadas.

Nótese la diferencia con la foto anterior.

No obstante, la sensatez y la cordura deben primar en todo momento, pues hay ropas que no resultan adecuadas en determinadas circunstancias.

Un amigo fotógrafo criticaba el porqué los cubanos no usaban a menudo sombreros y shorts. Comentaba que la gente lo veía bien en el caso de los extranjeros, pero cuando era un compatriota, pues entonces resultaba criticable.

Por suerte, hoy son muchos los que llevan sombreros y las llamadas pamelas, las gorras y cualquier tipo de accesorio para cubrir el cabello y el rostro, pues las altas temperaturas y el calor sofocante han conducido a eso. Y, felizmente, en la actualidad ya tales imágenes no se consideran excéntricas ni raras.

Ahora bien, ¿resulta correcto visitar una oficina, un banco o un establecimiento público en un short? No lo creo. Lo mismo considero en el caso del sexo femenino, cuando muchas veces las sayas —es bueno resaltar que se trata de uniformes— son en extremo cortas y los escotes, súper pronunciados.

Esta prenda es apropiada para el calor, pero no debe utilizarse en todo momento.

El buen vestir tiene sus normas, y esas no pasan de moda. No soy de las abanderadas de las sayuelas y los corpiños, pero tampoco de la conducta impropia de algunas personas que visten, por ejemplo, con simples ajustadores. Recordemos que estos están catalogados como prendas interiores.  

El tema tiene tela por donde cortar. Estar a la moda no tiene por qué confundirse con el mal gusto y la chabacanería, aunque, a decir verdad, las sayuelas y los corpiños ya hayan tenido su época dorada, y hoy muchas jovencitas ni siquiera sepan de qué se trata.