«Esto podría ser una película»
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A Julio César Iglesias no le gusta que le pregunten qué significan sus coreografías, qué quiso decir, cuál es la metáfora…
«Imagínate, cada quien hará la lectura que quiera y pueda, y a lo mejor entiende algo que yo no me propuse. Lo mío es proponer».
Y por ahí comenzamos esta conversación en los salones de Danza Contemporánea de Cuba (DCC), unos minutos antes de que comience el ensayo de La segunda piel, la obra que estrenará este viernes en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
—¿Qué te propusiste con esta pieza?
—No quiero decir mucho, no vaya a ser que limite a la gente o arruine la sorpresa. Digamos que en esta obra me ocupo de la esencia de lo que nos sostiene, que a veces no está a la vista. Es lo que está dentro del vaso, lo que está dentro del libro. Lo que no se ve, pero se siente. Por ahí va...
—¿Qué ha distinguido el trabajo de montaje?
—He querido trabajar con pocas personas, para estar más al tanto del proceso. En mis obras el intérprete es vital. No soy un coreógrafo que venga con una estructura terminada e inviolable. Yo voy haciendo preguntas, proponiendo caminos, y los bailarines van respondiendo, encontrando su propia ruta.
«Tiene que ver con la singularidad de cada uno, yo aprovecho mucho la experiencia, las expectativas, la manera de ver el mundo de cada bailarín. Después selecciono, pulo, jerarquizo, organizo… Por eso necesitaba que fueran pocos, para no perderlos de vista».
—Tus piezas para Danza Contemporánea de Cuba parten siempre de procesos reflexivos, de honduras conceptuales, más preguntas que respuestas…
—Creo que para eso estamos, para hacernos preguntas. El mundo es muy complicado como para dar respuestas definitivas.
—¿Cómo dialoga La segunda piel con las obras que has montado antes: El cristal, Coil?
—Hay una continuidad, pero al mismo tiempo, esta es muy distinta, desde todos los puntos de vista: la dinámica del movimiento, la visualidad, la banda sonora, el sentido y las sensaciones que quiero explorar con los bailarines y el público.
«He invitado a uno de los músicos más celebrados y seguidos del techno industrial alemán, Inhalt der nacht, para que interprete en vivo durante las tres noches la música de la coreografía sobre la escena.
«Creo que va a ser una propuesta interesante. He concebido cada escena como si estuviera armando una película. Es más, esto podría ser una película…»
—¿Y por qué no lo es?
—Porque yo soy un coreógrafo, un bailarín. Mis herramientas son otras, mi instrumento es el cuerpo, me gusta la fisicalidad, las cosas que parecen improvisadas, lo imperfecto, lo que parece incompleto. Yo trabajo a partir de imágenes, las que traigo conmmigo y las que surgen después, del proceso de trabajo con los bailarines. Es una relación en los dos sentidos: yo les aporto y ellos me aportan. Por eso es importante la comnunicación entre todos.
—Eres uno de los coreógrafos residentes de Danza Contemporánea de Cuba, ¿cuáles son las motivaciones para regresar cada año a montar aquí?
—Aquí me formé, esta es mi casa. Y siempre es un reto y un placer trabajar con bailarines jóvenes, frescos, dispuestos a aportar. Cada año es una experiencia distinta.
Los bailarines, en un ensayo.
JULIO CESAR SIEMPRE NOS PONE EL LISTÓN MUY ALTO
El elenco de Danza Contemporánea de Cuba, como el de casi todas las compañías de este país, está en permanente renovación. Este estreno lo asumirán bailarines que ya habían trabajado con Julio César Iglesias y otros que casi debutan.
Claudia Hilda Rodríguez es prácticamente una veterana, ha participado en los últimos montajes del coreógrafo, que también es artista residente del TanzHaus NRW, de Dusseldorf, Alemania.
«Me gustan estos procesos, porque no tienen que ver con lo que hacemos habitualmente aquí. Es como una bocanada de otro aire cada año. Julio César siempre le pide mucho al bailarín, pero eso no significa que él no tenga el control de lo que está pasando. Es muy exigente y te pone a pensar. Uno termina siempre por conocerse un poquito más. Julio César siempre nos pone el listón muy alto. Es un reto estar a la altura».
A Dayron Romero, que es de los más nuevos, le ha llamado la atención el diálogo entre el coreógrafo y el bailarín. «No deja de provocarte, en el mejor sentido de la palabra; está siempre buscando nuevos caminos y quiere que lo acompañes en esa búsqueda, porque al final el camino lo andamos nosotros. Ha sido un montaje muy interesante, y creo que ahora estoy entendiendo mejor algunas cosas que siempre me he planteado como intérprete».
La segunda piel compartirá escenario con Identidad a la -1, de George Céspedes, segunda pieza de una trilogía completada por Mambo 3XXI y Matria Etnocentra.
Las funciones desde este viernes, en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
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