Dame un beso y no olvides que me has besado

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Dame un beso y no olvides que me has besado
Fecha de publicación: 
23 Abril 2018
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                            “Hay besos que producen desvaríos de amorosa pasión ardiente y loca,
                                 tú los conoces bien son besos míos inventados por mí para tu boca”.
                                                                                                       Gabriela Mistral

Aunque el compositor cubano Luis Casas Romero pedía en su antológica canción “Dame un beso y olvida que me has besado” en verdad no fue por olvido que se perdió en el tiempo la historia del primer beso.

Es que resulta prácticamente imposible rastrear ese origen en la historia de la humanidad y mucho menos atribuirle la autoría a alguien en particular.

Pero aunque así sea, una buena parte coindice en rechazar la tesis de que los orígenes del beso deben asociarse con el acto de la mamá pájara dando de comer en la boca a sus pichones.

Aunque ciertos antropólogos así lo suscriben apoyándose en las teorías de Darwin, resulta durísimo asociar un par de pichones con el pico abierto al sublime, placentero acto de besar, ese que ha inspirado a tantos creadores y decidido el rumbo de tantas historias.

Una de las primeras referencia literaria a los besos puede encontrarse en torno al año 1.500 antes de Cristo, en unos textos indios escritos en sánscrito védico donde se hace mención a "lamer la humedad de los labios". Ya para el siglo III de nuestra era el Kamasutra se encarga de enseñar en todo un capítulo sobre las distintas formas de besar.

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Desde tiempos inmemoriales la trascendencia e importancia de besar ha sido y es tan grande que hasta se ha instituido un Día Internacional del Beso, cada 13 de abril. Así se decidió hace ya siete años, cuando una pareja tailandesa estableció el récord de besarse durante 58 horas, 35 minutos y 58 segundos.

Un año antes, tal pareja ya había implantado marca al compartir sus labios por 46 horas seguidas durante un concurso nacional a propósito del Día de San Valentín, pero el 13 de abril de 2011 batieron su propio registro.

De entonces para acá quién sabe cuántas bocas se juntan ese día en saludo a la efeméride. Pero vale aclarar que besos no son solo los de los enamorados, también hay que incluir los besos entre parientes, amigos y conocidos. Estos, aunque no llevan la pasión del beso entre amantes, sí pueden ser portadores de grandes dosis de ternura y cariño.

Que lo digan si no los cubanos, que somos besucones por excelencia. Es más, los cubanos besamos hasta por costumbre y también por gusto; a los conocidos y hasta a los desconocidos.

Basta que alguien le sea presentado a Fulanito o a Menganita para que después del “mucho gusto” llegue inevitablemente el consabido beso en la mejilla, que es en definitiva un beso al aire pero arrimados cachete con cachete.

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Luego del buenos días o del hasta luego, igual le sigue un besito, lo mismo entre compañeros de trabajo que de estudio, lo mismo entre personas de diferente género que de igual género porque de un tiempo a esta parte también besarse entre hombres se ha vuelto costumbre para algunos grupos; cualquier espacio informal o medianamente formal puede ser espacio para un beso.

A estas alturas, creo que aquí donde único no ha llegado la práctica del besito al aire con las caras pegadas es en la presentación de cartas credenciales del cuerpo diplomático y en otras ceremonias oficiales igual de protocolares.

En general, con más o menos de besos por hora, cerca del 90 por ciento de las culturas en el mundo consideran el besarse como un comportamiento aceptable. Pero para el 54 % de esas sociedades, hacerlo en público es entendido como una rara demostración de intimidad, muy mal vista; así lo constató en 2015 un estudio de la universidad estadounidense de Indiana.

Para los chinos, por ejemplo, intercambiar besos es concebido algo tan privado como el acto sexual, de ahí que en esa nación sea casi imposible presenciar semejante demostración. Algo igual sucede en otras naciones asiáticas como Japón, Tailandia o Birmania.

Del otro lado del globo, en tierras de la Amazonía, los Secoyas no aceptan los besos ni como forma de saludo. Para esa tribu quienes se besan son solo los locos.

Dame un savium, mi amorcito

Mucho se ha escrito sobre los diferentes tipos de besos eróticos. Hay quienes hablan de ocho, de 15 y hasta de 30 formas distintas de besar. Pero cuando el sentimiento que mueve a la pareja es genuino, no es usual que se pongan a escoger: dame el número diez; mejor el beso francés; olvida el de esquimal ...

De todas formas, como desde tiempos añejos a los humanos les ha gustado etiquetar y contabilizar, ya los romanos de la época del imperio calificaban los besos en osculum (de amistad); basium (apasionado) y savium (profundo).

Dicen que fueron los rusos quienes extendieron el ritual de besarse en las bodas y Francia resultó pionera en permitir los besos entre los novios.

Si de variedades se trata, los esquimales se besan frotándose las narices y algunos indígenas americanos, uniendo frente con frente.

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Los cubanos no se detienen mucho en si será un basium o un savium pero sí, en algunos círculos, sobre todo juveniles, han elegido peculiares maneras para decir le di un beso: cogerle el pico o cogerle la boca son las dos formas que más asiduamente se encuentran en el lenguaje coloquial, sobre todo del sexo masculino.

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Quizás merecería un trabajo aparte el profundizar en los significados de ambas expresiones. Ahora, al menos valga anotar a vuelapluma que esas formas de decir mucho parecen distanciarse de la ¿espiritualidad? que hace de los besos algo ajeno a la animalidad. Esa deducción igual pudiera aplicarse a las expresiones “matar la jugada”, “chocar la bola” o “dar un tarrayazo” utilizadas como sinónimo de tener relaciones sexuales.

Bésame que la Filematología manda

La Filematología es la ciencia dedicada a estudiar las cuestiones fisiológicas y psicológicas asociadas al acto de besar, algo así como la ciencia de los besos.

Uno de sus especialistas más versados es el antropólogo Vaughn Bryant, de la Universidad de Texas, para quien el origen del acto de besar se remonta a la milenaria costumbre de olisquearse que tenían nuestros antepasados para conocer sobre la salud del congénere que tenía delante.

Asegura Braynt que después de tanto olisquearse terminaron “moviéndose hacia los labios y pensaron que era mucho mejor”. De ahí que el estudioso sostenga que se trata de una conducta aprendida, no innata.

De acuerdo con la Filematología el besar tiene tanta relevancia, que el primer beso muchas veces es más recordado que la primera relación sexual.

También esa especialidad versada en besos asegura que cerca de dos tercios de las personas inclinan la cabeza hacia la derecha cuando besan, preferencia que algunos expertos indican comienza en el vientre materno.

Dichos estudiosos consideran que hay posibilidades de determinar si alguien fue amamantado o se alimentó de un biberón al observar su manera de besar.

Pero provenga de alguien criado con leche en pomo o de pecho, lo cierto es que un beso apasionado puede llegar a quemar 6.4 calorías por minuto en el organismo. Está claro que constituye un buen ejercicio, tanto como el derivado en particular del conocido como beso francés, el cual involucra a unos 34 músculos faciales, en especial al orbicular de la boca llamado por algunos músculo besador.

Entre los beneficios terapéuticos de besar también se apuntan que, si se trata de un beso realmente intenso, puede reducir la presión arterial y el colesterol de la sangre precisamente por su efecto de quemar calorías.

Durante el acto de besar, cuando entran en contacto los labios, poseedores de numerosas terminaciones nerviosas, se libera la hormona oxitocina que a su vez reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

Expertos en Filematología subrayan que besarse consiste fundamentalmente en un intercambio químico, de ahí –dicen ellos- que no existan buenos o malos besadores sino acertadas o fallidas combinaciones químicas.

Se puede estar de acuerdo o no con tal aseveración pero sí está científicamente probado que como la saliva masculina contiene testosterona, los hombres prefieren los besos húmedos para de esa forma, aunque no sea algo conscientemente planificado, transferir dicha hormona a su pareja alentando así su apetito sexual.

Una indagación desplegada por científicos del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford reveló que los humanos se besan porque ese acto les ayuda a elegir la pareja adecuada luego de recibir y enviar señales químicas.

No puede ponerse en duda la importancia de los besos eróticos. Pero aunque no exista intercambio químico alguno en los besos entre amigos o parientes y, por tanto no sirvan para escoger pareja y ayudar a perpetuar la especie, de todos modos esos besos son también muy relevantes.

Porque qué bien se siente alguien cuando su mejor amigo o amiga le da un beso como premio después de haber sorteado algún difícil obstáculo de los tantos que nos pone la vida. Uno percibe entonces uno que el amor propio le engordó a una talla XL y que mereció la pena tanto esfuerzo.

Igual o mejor se siente cuando el hijo o la hija te besa así porque sí, porque eres su mamá o su papá “lindo-y-ya”. Eso, sin intercambio químico ninguno, te carga las pilas para todo el día y más.

Una pena que al averiguar en la Red de redes poco apareciera sobre el tema de los besos en Cuba. Al indagar en específico desde Google académico uno de los resultados que más se reiteraba eran citas acerca del movimiento lingüístico. ¡Di tú!

Esas búsquedas fallidas pudieran indicar que no se ha investigado demasiado sobre este tema o que, de haber ocurrido, no se ha hecho público. Sea una u otra cosa, sí resulta innegable que en Cuba besarse es una práctica bien común, con muchas modalidades y significados.

También parece poco discutible, dentro y fuera de nuestras fronteras, que el Día Internacional del Beso, más allá de cada abril, debería conmemorarse todos y cada uno de los días del año porque nunca alcanzarán los calendarios para reiterarles con un beso a nuestros seres queridos cuánto los amamos.

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