Algo le falta a la tarde (+ poesías)

especiales

Algo le falta a la tarde (+ poesías)
Fecha de publicación: 
9 Octubre 2024
2
Imagen principal: 

Cintio Vitier. 

Foto; PL

Hace 15 años dejó de existir una de las personalidades más representativas de la intelectualidad cubana, admirador, entusiasta y estudioso de la obra de José Martí, digno defensor de la Patria, con gran sentido de la ética y la justicia, lúcido, coherente y comprometido con sus convicciones latinoamericanistas en contra del imperialismo. Cintio Vitier siempre estuvo interesado en profundizar en nuestra identidad, así como en temas sociales como la salvaguarda de los valores. Solo mencionar su apellido nos ubica ante una estirpe culta. Lo reconocemos como heredero de una generación única que nos dejó un legado inmenso y valioso junto a otros de su época como José Lezama Lima, Eliseo Diego y Fina García Marruz, con quien compartió vida y pasión.

Cintio Vitier fue pedagogo, historiador y un pensador que escribía. Se destacó en la poesía, la narración, el ensayo, la crítica literaria y la traducción. Su trabajo se encuentra editado en varios idiomas y recibió los reconocimientos más importantes de Cuba. Nos dejó un patrimonio erudito fundamental para la cultura de nuestro país. Desde que partió, algo le falta a la tarde, a la vida. En este mes de octubre queremos recordarlo a través de su poesía, que nos parece reflexiva, compleja y profunda.

Cintio Vitier escribió sobre la vida, sobre el amor, el entorno, la política. Todos los asuntos le concernieron. Esta es la selección que dejamos a su consideración:

 

Algo le falta a la tarde

Algo le falta a la tarde,
no están completos los pinos,
y yo mirando a las nubes
siento lo que no he sentido.
A cada instante pregunto
por el tesoro perdido
cuya sombra se desplaza
con melancólico frío.
Mirándome está el deseo,
nocturno, solo, infinito;
callada va la nostalgia
llameando eternos vestigios.
No llega nunca mi gesto
a la tierra del destino;
la vida acaba inconclusa,
quedan los sueños en vilo.

 

Amor

Si vieras en qué playa te he querido
y en qué estrella te ocultas invencible,
qué acentos de mi voz has escogido,
hasta dónde te hunde lo imposible
desde mi sueño al tuyo melodioso
como una clara ola que me inunda.
 
Cruzáramos los dos el negro foso
de la tierra y el mar que nos circunda,
y cruzáramos más: la tibia fuente
de luz definidora, el campo serio
de flor que nos aguarda, y, lentamente,
hiciéramos de amor un fijo imperio.

 

Ahora que empieza a caer, del cielo

A mi esposa

Ahora que empieza a caer, del cielo
de nuestra vida, que sólo nosotros podemos ver,
profundo, estrellado, carne y alma nuestra,
ese polvillo sagaz en tu nocturno pelo,
ahora que el lápiz finísimo, grabando
una medida sagrada, una cantidad misteriosa
del vino que sube en la jarra de la ofrenda,
empieza a trazar, junto a tus ojos, vivos
como ciervos bebiendo en el agua extasiada,
junto a tus labios que han dicho todas las palabras que adoro,
las huellas del tránsito de nuestra juventud,
ahora, lleno de un fuego y de un peso de amor que desconocía
porque estábamos engendrándolo secretamente en nuestro corazón
y es algo mucho más terrible y precioso que el amor
que diariamente conocíamos,
ahora, mujer, ahora, destinada mía,
es cuando quiero hacerte un canto de amor, un homenaje,
que dice únicamente así:
Te amo, lo mismo
en el día de hoy que en la eternidad,
en el cuerpo que en el alma,
y en el alma del cuerpo
y en el cuerpo del alma,
lo mismo en el dolor
que en la bienaventuranza,
para siempre.

 

Sedienta cita

Cito textualmente las estrellas
y el hogar complejo de la naranja herida.
Diminuta es la luz en que el buey se esconde
lejos del ave, asoleando eternamente
las estuidosas manos del guajiro,
sus diez uñas sonoras de cavar el viento.
 
Dónde estuve, qué es esto, qué era tanto,
por qué laúd de sufrir o cal o estiércol frío
se me propaga en piedras la voracidad del corazón.
¡Ay, los dorados mulos de su costa difunta!
Veo mi rostro en el soez cristal partido,
en la espuela rota, en la leve nieve del sillón de mimbre.
 
Cito el insólito fieltro de las nubes idas.
Qué flora vuestra, qué dolor, qué tacto aherrojado y libre
desciende, estricto juez de oro, y canta.
Sí, desciende, paño de la luna, sobre un sucio mendigo,
y descarnándolo hasta sus flores o risas o planetas canta:
grácil noche de todos, alas de todos, vago perro.

 

El aire

Estoy despierto, sí, estoy mirando
fríamente algunas cosas
que van dejando ya de ser secretas.
Están ahí, como los árboles
en el desnudo aire. Sí, estoy despierto.
Hasta la casa de mi infancia es de los otros:
la han pintado de un color chillón,
entran y salen por los cuartos de mi alma,
hablando de otro asunto. La luz invade el patio
de mis ocultas nadas. También miro
con deseo ese rostro que es ninguno
y que viene como un ave malherida
de los que sufren y sonríen.
¡Oh pueblo innumerable! Estoy despierto.
Estoy mirando el polvo bañado por la luz,
las tinieblas disueltas en el aire
cuando empieza a dibujarse la verdad:
el árbol, la alegría, el sacrificio.
Y sé que aún tengo más recuerdos en la sangre
de los que puedo recordar, y más olvido
del que puede olvidarse en este mundo.
Pero qué importa, al fin, si la mitad
de aquella vida se me desprende y cae,
si tanto sueño, al fin, ha despertado,
si no hay sitio que no me esté mirando
ni instante en que el azar no me visite.
Quiero ser como tú, ¡oh rostro de los pobres!,
misterio del dolor y la sonrisa, porque el aire,
el simple aire límpido y vacío,
llenará nuestras voces y esperanzas.

 

Estamos

Estás
haciendo
cosas:
música,
chirimbolos de repuesto,
libros,
hospitales,
pan,
días llenos de propósitos,
flotas,
vida,
con tan pocos materiales.
 
A veces
se diría
que no puedes llegar hasta mañana,
y de pronto
uno pregunta y sí,
hay cine,
apagones,
lámparas que resucitan,
calle mojada por la maravilla,
ojo del alba,
Juan
y cielo de regreso.
 
Hay cielo hacia delante.
 
Todo va saliendo más o menos
bien o mal o peor,
pero se llena el hueco,
se salta,
sigues,
estás haciendo
un esfuerzo conmovedor en tu pobreza,
pueblo mío,
y hasta horribles carnavales, y hasta
feas vidrieras, y hasta luna.
 
Repiten los programas,
no hay perfumes
(adoro esa repetición, ese perfume):
no hay, no hay, pero resulta que
hay.
 
Estás, quiero decir,
estamos.

 

Donde la brisa

Porque tal es el rostro del fracaso
que el espejo devuelve ciegamente
aun antes de llegar, dulce y demente,
el último rescoldo del ocaso:
 
frente de la obsesión y del rechazo,
ojos que sólo vieron lo renuente,
nariz que impide el aire, boca ausente
en su amargo sabor: extraño vaso
 
a punto de volverse puro hueso:
porque tal es el fin, tal la ceniza
cuyo suave huracán todo lo arrasa,
 
dejar de letras quise un ramo grueso
que ardiera un poco más donde la brisa
orea la aridez, sonríe y pasa.

Comentarios

La poesía en la mujer ha sido secreta y ha tenido que ser subversiva durante muchos siglos por el conflicto y líderazgo de género existente en casi todas las culturas entre hombres,mujeres y más de una docena de religiones de todo el mundo.T
javierhernandezfernandez31@gmail.com
Los segundos ojos de una mujer después de los verdaderos que no ven pero se ven siempre ya están dormidos y cuándo despiertán amenazán la vista frente a mi con miradas indiscretas que tocá lo invisible de leer la mente a través de la intuición y olfato según todas mis aproximación.
javierhernandezfernandez31@gmail.com

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.