DE CUBA, SU GENTE: Conversación con una amiga
especiales
Es actriz y va semidesnuda por los recovecos de nuestro barrio de infancia, mientras yo la filmo con una cámara profesional que rentamos esta mañana.
Para que vean cuán profundas son mis madrugadas.
La lucha por el feminismo es una ya bastante vieja, de la cual alguna que otra vez formo parte.
La mayoría de las personas piensa que feminismo es decir que las mujeres somos en algún sentido mejores que los hombres. Pero es más misántropo que esto: es decir que somos iguales en derechos. Y todo lo que uno diga construye un concepto (la jerarquía de género es un concepto construido por la sociedad). Y todo concepto construye tu calidad de vida.
Pero mi lucha feminista nunca me ha dado por andar semidesnuda en el barrio donde crecí. Supongo que no soy del todo tan radical como parezco. Judith sí que lo es.
—Es que el feminismo —me dice— es un hijo no querido de la Ilustración.
—Ya… pero Judith… el mundo va siempre hacia delante. No puede ser de otra manera.
—O sea, que me vaya para mi casa a hacer algo con el novio de turno, porque de todas maneras terminaremos siendo iguales en derechos a los hombres.
—No, qué va —le aclaro—. La felicidad es el único valor que tiene un fin en sí misma. Si esto te hace feliz a ti…
—No estás aquí desnuda conmigo porque no has tenido todavía una verdadera emancipación política —me psicoanaliza Judith—. Porque tú en el fondo eres una feminista liberal y tienes tremendos deseos de encuerarte, lo que pasa es que todavía no lo descubres.
—Y tú tienes tremendos deseos de coger a tu novio de turno y acostarte con él debajo de la colchita de tu cuarto, pero en vez de eso, estás aquí medio encuera a las tres de la mañana, sin ropa y pasando frío.
—A ti no hay quien te entienda, Diana. A veces eres simple como un escolar sencillo, y a veces eres la feminista cultural y liberal más grande de Cuba.
—Ya. ¿Pero sabes qué…? Todas estas cuestiones se nos ocurren por el Síndrome del vientre vacío.
—Vientre vacío que no puede nunca estar lleno —me advierte Judith—. Mientras no tengamos hijos, seremos iguales a los hombres.
—Ay, yo no quiero ser igual. Me gusta ser diferente. Los mismos derechos, ok, pero diferente.
—O a lo mejor —me dice Judith— es que quieres irte con algún chico ahora mismo a estar debajo de una colchita… y por eso estás loca porque termine mi manifestación…
—Mea culpa —declaro y apago la cámara.
Diana Castaños (La Habana, 1986). Licenciada en Periodismo. Graduada del Centro de Promoción Literaria Onelio Jorge Cardoso. Escritora de guiones infantiles para radio. Premio de Periodismo 26 de Julio en 2008. Ha obtenido el Premio Calendario 2016 por No hay tiempo para festejos, el Premio Memoria 2016 por Lo blanco más allá de la luz y el Premio Pinos Nuevos 2016 por Josefina. Es miembro de la AHS.
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