¿Hasta dónde llega la amistad y empieza el amor?

¿Hasta dónde llega la amistad y empieza el amor?
Fecha de publicación: 
14 Febrero 2018
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Tengo esbozadas estas líneas desde hace casi un año, cuando buscando información sobre el 14 de Febrero, encontré que desde el 2011, la Asamblea General de Naciones Unidas decretó el 30 de julio como el Día Internacional de la Amistad. Lo aplaudo como canto al entendimiento de los pueblos, pero creo que (al menos) en Venezuela, República Dominicana, Cuba, México, Ecuador y Perú se hace muy bien al celebrar el amor y la amistad en un solo día: el décimo cuarto del segundo mes del año.

El lío es que creo muchísimo en la amistad en la misma dimensión que en el amor. Pero —no sé si por la época que me ha tocado vivir— estoy convencida de que he sido mejor amante y amiga que posible esposa. Nunca he concebido la relación con un hombre que no sea (o no pueda ser) un amigo, y para eso se necesitan muchos poquitos. El primero: conservar la libertad de ambos, sin que eso implique otras relaciones. Y es que a veces el amante ahoga, no se le puede decir lo que al amigo: «dame un chance, ahora estoy enredada en un párrafo».

No niego, incluso, que pueda existir una sola relación sexual que se tenga y recuerde con tal nivel de ternura, que los protagonistas sientan que ha sido una noche o dos horas de AMOR.

Pero ¿acaso el amor está ligado solo al coito? No lo creo. Detrás de una gran amistad en la que exista confianza plena entre un hombre y una mujer, hay un poco de amor. Claro que cuando esa chispa de deseo se prende de forma inesperada, como sucede con una buena parte de las experiencias humanas, puede ser triste. Gabriel García Márquez lo definió muy bien: «La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener».

Fue mi adorado Carlos Marx, un hombre del que hubiera sido su esclava (¡cómo no serlo!), quien escribió en sus Manuscritos económicos y filosóficos de 1844: «Supongamos que el hombre sea hombre y que su relación con el mundo es humana: entonces solo puedes cambiar amor por amor, confianza por confianza, etcétera ( ) Si amas sin que tu amor sea correspondido, es decir, si tu amor en cuanto a tal no produce el amor recíproco; si a través de una expresión viva de ti mismo en cuanto a amante, no te haces una persona amada, entonces tu amor es impotente: es una desdicha».

Precisamente, si mi Moro tuvo en Jenny a la esposa, amiga, colaboradora (y quizás alguna otra relación fuera de ese matrimonio), gozó de una amistad paradigmática con Federico Engels. ¿Había amor? Sí, y no estoy hablando de relación carnal, sino de ese sentimiento que hizo posible un monumento a la amistad cincelado día a día, con una entrega total y desinteresada.

Ese hombre, Fidel, el más grande del siglo XX, en marzo de 1997 le dijo a las colegas Magda Resik y Alina Perera: «Ningún amor es igual a otro. El amor tiene mucho de química y hay tantos amores como químicas. El amor también necesita tácticas. Es una contradicción, sin contradicción no se alimenta. Hay amores más cortos, más largos, más pacíficos…»

Y agregó: «A uno siempre le gusta que lo enamoren, pero yo prefería enamorar, porque cuando me enamoraban, a veces yo me sentía acosado, no sabía qué hacer, como que me molestaba que me asediaran».

Nos aconsejó: «Las mujeres nunca deben demostrarle a un hombre demasiado que lo quieren, porque cuando un hombre se entera de que están enamoradas de él, se da importancia. La indiferencia es lo más estimulante en el amor». Aunque admitió que, en su juventud, que lo enamorasen no dejaba «de ser agradable si a uno le gustaba la muchacha».

Fidel, el amor de muchísimas mujeres cubanas, sobre regalar flores dijo: «Sí, me gustaba, lo que casi nunca lo podía hacer», y si alguna mujer se las daba, «me emociona mucho».

Bueno, casi concluyo. Según la Real Academia de la Lengua, amistad es afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato; amancebamiento (acción y efecto de amancebarse: establecer una relación marital sin mediar vínculo de matrimonio), y también es afinidad, conexión entre cosas; mientras amor es:   sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser; sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear, y sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo. ¿No se parecen?

Voy a acostarme y como hoy he pensado mucho, lo dejo de hacer en unos instantes: veré a Richard Gere y Julia Roberts en Pretty Woman (un melodrama, una fantasía, un entretenimiento…). Así me dormiré; quizás llegue a la escena donde ella se sienta en el borde del balcón, mientras él no lo hace porque le impresionan las alturas. El filme reprodujo en ficción lo que hace un tiempo le sucedió a una persona que respeto mucho, yo me reí y él nunca supo de qué. Y perdóname, Rolando, sé que estás convaleciente y me criticarás por dormirme mirando esa cinta, y no con una de las buenísimas que tú pones en «La séptima puerta», pero… ¡asere, hoy no es viernes, tú sabes que muchas veces las grabo y veo al otro día! Hoy no necesito pensar más, solo ver y que antes del final de la película, Morfeo se haya adueñado de mí. Ahhhhh, ¡¡¡¡felicidades para los que aman, en cualesquiera de las formas posibles!!!! Y hagámoslo todos los días.

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