Javier Sotomayor: Londres desde las alturas
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Mirar los Juegos Olímpicos de Londres-2012 desde las alturas es un privilegio exclusivo del elegido en el mundo: Javier Sotomayor, de Cuba, único humano en la historia que ha saltado 24 veces por encima de 2,40 metros.
Hay otro que pudiera disputarle la supremacía, el ucraniano Serguei Bubka, pero con ayuda de la pértiga. Para duelos, ambos son literalmente lo que en el argot deportivo se denominan como extraclases o fuera de serie.
Sotomayor (Limonar, Matanzas, 13 de octubre de 1967), es capaz de sentarse en una grada del estadio Panamericano de La Habana, al lado de uno de sus tres hijos, para contemplar como un aficionado más una lid de atletismo.
Sin aspavientos, como bien pudiera hacerlo a partir de su relevante palmarés: campeón olímpico de Barcelona-92; subtitular en Sydney-2000; recordista del orbe en salto alto con 2,45 metros al aire libre y 2,43 bajo techo.
«Veo bien el atletismo cubano, con grandes potenciales. Hay credenciales promisorias en el quehacer de varias figuras en el comienzo de la temporada este año. Confío en resultados importantes en Londres», comentó en exclusiva con Prensa Latina.
De su especialidad, admitió que tras la lesión, su compatriota Víctor Moya no ha vuelto a ser el mismo, y en general las marcas que se registran en la arena internacional no son muy alentadoras.
«Por supuesto que hay muchos jóvenes y otros con experiencia que intentarán conquistar el oro olímpico. Sin embargo, a primera vista, los saltos de mayor rango se antojan distantes. Dependerá bastante de la preparación», reflexionó.
Apodado el Príncipe de las Alturas, el espigado coloso de antaño del deporte rey dijo que la mirada desde el retiro siempre guarda un poco de melancolía, «porque no estoy presente y debo ver los eventos desde los graderíos», apuntó.
Ante la insistencia de Prensa Latina, Sotomayor aceptó asimismo que es placentero saber que cuando logró el extraordinario 2,45 metros en Salamanca, España, el 27 de julio de 1993, estaba plantando una cota para la posteridad.
«Claro que seguir siendo el plusmarquista del mundo es una satisfacción tremenda. Tampoco es que me mantenga pendiente del asunto. Pienso que un día me despertaré y en alguna parte se hablará del nuevo récord. ¿Cuándo? No lo sé», destacó.
Premio Príncipe de Asturias en 1993, aunque no pudo disfrutar del sabor de las preseas en los Juegos Olímpicos del Centenario, en Atlanta-1996, el cubano de 1,95 metros de estatura debió saber que su hazaña estaba en un sitio de lujo en la capital de Georgia.
Entonces, en la entrada principal del estadio Olímpico de Atlanta, había un listón que señalaba los ocho pies de altura hacia arriba (en el sistema de medición estadounidense) y el nombre de Javier Sotomayor para significar los 2,45 metros de su primacía.
Cauteloso en torno a pronósticos, se mostró esperanzado, no obstante, en las perspectivas del atletismo cubano como uno de los llamados «buques insignias», junto al boxeo, en la XXX cita olímpica de verano en el Reino Unido.
Hace 11 años que decidió poner fin a su carrera. Solo que muy pocos se han acercado en este lapso a sus saltos de gigante.
En Europa se dio un espejismo el pasado año durante el Campeonato continental de sala en París. Allí algunos creyeron que el ruso Ivan Ukhov iba a sobrepasar los 2,40 metros para consolidarse como el potencial candidato a acercarse a Sotomayor.
Pero nada de eso. No ha vuelto a acercarse a los 2,40 que consiguió en Grecia en 2009. Ni tampoco sus compatriotas Andrei Silnov (monarca olímpico de Beijing-2008) y Alexei Dmitry, o el número uno del ranking actual, el norteamericano Jesse Williams.
Faltaría mencionar al checo Jaroslav Baba, al griego Dimitrios Chondrokoukis y la interrogante alrededor de Yaroslav Rybakov.
«No me atrevo a señalar a un saltador en particular. Lo mismo digo que en estos momentos no hay figuras ascendentes en Latinoamérica», recalcó sin referirse a los bahameses Donald Thomas y Trevor Barry, de discreto rendimiento en los últimos tiempos.
La valoración es muy respetable. Sotomayor es por mucho, quien podrá mirar a Londres desde un promontorio hasta ahora infranqueable de 2,45 metros.
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Ana Hilda Walters Hall
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