Avatares de un padre Melchor, Gaspar y Baltazar cubano

Avatares de un padre Melchor, Gaspar y Baltazar cubano
Fecha de publicación: 
6 Enero 2018
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Ciertamente esta tradición de premiar con juguetes a nuestros hijos, ahijados o familiares más pequeños con un presente cada 6 de enero, ya sea en China, Estados Unidos, Australia, Italia o país de cualquier latitud, es más bien una cuestión de superstición.

Recuerdo que cuando era pequeño, no hace tanto, así que amigos míos, no saquen muchas cuentas, mi madre siempre estuvo muy pendiente de mi educación, estudios, alimentación, bienestar y conocimiento, y en cierta forma también de los Reyes Magos. Solo que entonces no tenían los eruditos cabalgantes el empuje actual y mami se las ingeniaba para no alimentar en demasía mi imaginación sobre la peculiar fecha.

Además, por si eso no bastara existía la libreta de cupones, tanto para niños como para adultos, la cual le permitía a todo padre, sin importar su volumen de ingresos poder satisfacer el sueño de sus benjamines. Claro, eran tiempos en los que se podían importar juguetes para varias edades y soportar con dignidad la demanda.

La realidad para nuestros días ha variado mucho. Sin ser el tema cacería de juguetes, algo esencial en el crecimiento y crianza de nuestros hijos, el fervor por intentar satisfacer sus gustos y premiarlos con algún juguete se ha vuelto para algunos palabra de orden.

Si a eso le adicionamos que esa posibilidad ideal de disponer de artículos de diversos precios es hoy insostenible, la cuestión se torna un verdadero acto de magia o hechicería. 

Sobre mi corcel en busca del premio para mi principito

No es secreto que desde que nació mi pequeño Enzo Samuel ese 22 de noviembre de 2016, todas las prioridades de mi vida cambiaron. No hay una acción o proceder que establezca que no lleve su huella o algún tipo de conexión con él, no importa si inmediata o a futuro.

Este 6 de enero decidimos montarnos en el navío de la superstición y premiar a nuestro principito, especialmente con juguetes que pudieran dejarle alguna enseñanza. Él ha crecido,y paralelo a ese crecimiento, le inculcaré el valor de las cosas, la necesidad de jugar, pero también de compartir, de cuidar lo que con tamaño sacrificio su familia se ha dispuesto a regalarle.

Esos valores, sin ser ajenos a nuestra realidad, han primado siempre. No importa si hablamos de una bicicleta o carriola, para aquellos más agraciados tanto en tiempos de juguetes básico, no básico, o dirigido como ahora. Los niños siempre han tenido la necesidad de jugar, ya sea con camiones sofisticados, set de cocinas o pelota de trapo y bate de madera. El interactuar en sociedad desde pequeños y saber darle valor a lo que poseemos, por insignificante que parezca, es crucial. Los ingresos no necesariamente son directamente proporcionales a una buena formación. Esto es una simple reflexión o pincelada relevante.

Como un mecanismo engranado, desde hace varios días he visto que en diferentes tiendas de La Habana el surtido en el área de juguetería se ha incrementado. ¿Nos estaremos preparando para el trote “desenfrenado”, las colas interminables y el preguntar ansioso de miles de Melchores, Gaspares y Baltazares cubanos?

Pues en esa estampida me vi involucrado, pese a que los precios de los juguetes, como los de otros tantos productos, para nada se corresponden con las dinámicas salariales de nuestro país, aún teniendo salarios de médicos o acogidos a alguna política de pago por resultados.

Hablo de un jeep en 11 cuc, una granja con una docena de animales en 17, un juego Lego de 22 en adelante… Tocó entonces cerrar los ojos, como a muchos otros padres y consolarnos en una frase real, pero igualmente difícil de pronunciar: hagámoslo, si esto es una vez en el año.

Siendo objetivos, y aún cuando los juguetes se clonaron por diversas tiendas y cadenas, los precios de un mismo artículo variaron, en consonancia con el hecho de comprarlo en La época, Casa Pérez, Anima y Galiano, Yumurí u otra tienda enclavada en Centro Habana, si por el contrario usted lo hace en Galerías de Paseo, El Focsa u otra del Vedado Capitalino, y ¡ay de aquellos que escogieron La Puntilla, 5ta y 42, El Tritón o Comodoro…

¿Cuántas variables a manejar en este crucigrama de juguetería? Y eso, señores, sin escapar de la interminable cola, de las revendedoras habilidosas que prácticamente barren con los juguetes más económicos y de mayor demanda, entiéndase los jueguitos de cocina, doctora, herramientas…

En medio de esa vorágine casi infernal me consideré afortunado. Mi Enzo Samuel tendrá su juguete. 

Eso y mi pensamiento constantemente realizando un viaje al pasado, extrapolando situaciones al presente, dibujando qué me pudiera deparar el futuro. De cualquier manera, me puse, como otras tantas veces en la piel de muchos padres cubanos, sin el más mínimo reparo en su condición.

Cae el telón, ansío ver el rostro de mi pequeño Enzo Samuel en la mañana de este sábado, cuando recibasu regalo. Su sonrisa  será siempre el tesoro mayor de mis alforjas vacías.

Génesis

Los nombres actuales de los tres reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, aparecen por primera vez en el famoso mosaico de San Apollinaire Nuovo (Rávena) que data del siglo VI, en el que se distingue a los tres magos ataviados al modo persa con sus nombres encima y representando distintas edades. Aún tendrían que pasar varios siglos, hasta el siglo XV, para que el rey Baltasar aparezca con la tez negra y los tres reyes, además de representar las edades, representen las tres razas de la Edad Media. Melchor encarnará a los europeos, Gaspar a los asiáticos y Baltasar a los africanos.

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