Premio El Gallo de La Habana 2012 para Arístides Vargas
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El galardón reconoce este año “a un artista que fundó y ha sabido impulsar durante 33 años un colectivo teatral de sólida y sostenida trayectoria”, y que “se ha convertido en un referente imprescindible para la escena latinoamericana actual”.
El dramaturgo y director Arístides Vargas, director-fundador del grupo ecuatoriano Malayerba, resultó merecedor del Premio El Gallo de La Habana 2012, dado a conocer este lunes 7 de mayo en las jornadas de la Temporada de Teatro Latinoamericano y Caribeño Mayo Teatral, que se celebra del 4 al 13 de este mes.
La Casa de las Américas entrega desde 1966 el Premio El Gallo de La Habana para reconocer a grupos, instituciones y hechos significativos que constituyan un aporte al teatro de la América Latina y el Caribe.
El Gallo de La Habana 2012 distingue a un artista que fundó y ha sabido impulsar durante 33 años un colectivo teatral de sólida y sostenida trayectoria, y que a través de una dramaturgia afirmada en la memoria y el desarraigo, asideros de una poética de la escena caracterizada por su profundo humanismo, humor e inocencia, se ha convertido en un referente imprescindible para la escena latinoamericana actual. El merecedor del Premio El Gallo de La Habana 2012 es el actor, dramaturgo y director Arístides Vargas.
Arístides Vargas nació en Córdoba, Argentina, en 1954, trabajó en grupos teatrales en Mendoza y se formó en la Universidad de Cuyo. El golpe militar lo obliga a exiliarse y en 1978 se establece en Ecuador, donde al año siguiente funda, con Charo Francés y Susana Pautaso, el grupo Malayerba.
Es autor de textos como Jardín de pulpos, Pluma o la tempestad, La edad de la ciruela, Nuestra Señora de las Nubes, La razón blindada, Donde el viento hace buñuelos y De un suave color blanco, entre otros, convertidos en presencias recurrentes en los escenarios de toda la América Latina, gracias también al magisterio ejercido por Arístides desde el Laboratorio Permanente creado en 1988 y en numerosos talleres impartidos a jóvenes creadores, así como a su labor como director artístico al frente de grupos teatrales de México, Nicaragua, Costa Rica, Honduras, Puerto Rico y los Estados Unidos, entre otros de los muchos países donde ha trabajado.
Parafraseando al crítico ecuatoriano Santiago Rivadeneira, Arístides Vargas hace presente la ausencia y recupera del olvido una memoria viva que se ha convertido en patrimonio del teatro latinoamericano.
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