¿Cuánto cuesta la indolencia?

¿Cuánto cuesta la indolencia?
Fecha de publicación: 
29 Marzo 2017
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   Este no es un carro particular. Bueno, al menos eso dicen la chapa y el rótulo,  en el que perfectamente pueden leerse las siglas del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, una de las entidades que ahora mismo en Sancti Spíritus, y en toda Cuba, procura distribuir, y hacer el mejor uso posible de cada gota del líquido disponible en los embalses o en las cuencas subterráneas.

   A juzgar por el volumen de agua que aquí se despilfarra, es como si el personaje de esta historia fuese sordo y ciego o, peor aún, no interiorizara que hasta el momento unos 105 mil espirituanos –la cuarta parte de los habitantes de la provincia- reciben el recurso natural a través de pipas o que este territorio central está entre los más afectados de manera general por la fuerte sequía.

   Pero esas “libertades” se las permite él porque en su entorno NO hay metrocontadores para medir el gasto real del líquido; tal vez porque en su casa aún no ha faltado el agua uno, dos, tres… y hasta 15 días, como sucede actualmente en comunidades rurales de Sancti Spíritus; y, sobre todo, porque al parecer, su sentido común hace rato saltó por la borda.

   ¿Cuánto le cuesta a Cuba la indolencia en temas tan delicados hoy como el agua? A ciencia cierta, nadie lo sabe, porque este no es un caso aislado: están igualmente quienes se hacen los de la vista gorda ante los salideros en la vía pública, cuando la llave no cierra bien o el tanque elevado se bota cada día, por solo citar algunos ejemplos.

   A escasos hogares de este individuo, vive el médico del barrio. Así le llaman los vecinos al galeno que no tiene reparos para atender a los pacientes aunque sean las 10 de la noche, vaya de salida con la familia o haya acabado de llegar de una guardia.

   Él también tiene un carro, solo que a diferencia de la historia anterior, cuando quiere lavarlo, baja del segundo piso con dos cubos cargados de agua, sin necesidad de conectar una manguera a la llave casi imperceptible en la calle. Si no les alcanzan, vuelve a cargar otro poco.

   Ante tal panorama, en el barrio ya han comenzado a preguntarse cuánto más debe agravarse la sequía para que algunos tomen conciencia de la compleja situación o si será preciso “metrar” la conciencia, la cordura y el sentido común.

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