Revelan historia del cuadro que burló la seguridad del Pentágono

Revelan historia del cuadro que burló la seguridad del Pentágono
Fecha de publicación: 
19 Abril 2012
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La legendaria seguridad del Pentágono no entiende de arte. Es la única conclusión sensata para explicar cómo un puñado de militares bromistas y aficionados a la cerveza pudieron hacer colgar de sus magnas paredes, donde solo se exhiben cuadros de militares heroicos de tiempos pretéritos, la foto de uno de ellos.

Todo comenzó en 1982, cuando Eldridge 'Tuck' Hord se licenció en la Escuela Naval del ejército de los Estados Unidos. Sus padres, orgullosos, le pidieron que se hiciera unas fotos con el uniforme de gala. Quedaron tan bien, que el fotógrafo hizo varias copias grandes para ponerlas en todas sus tiendas. Las trató para que parecieran un cuadro antiguo. Hord y su familia se hicieron con un par y las encuadraron.

'Tuck' siempre fue un militar peculiar. Ya en el anuario de la Escuela Naval escribieron de él: "Nunca deja que los problemas académicos interfieran en sus dos pasatiempos favoritos: beber cervezas en antros y gastar bromas".

Esa filosofía la mantuvo toda su vida militar. Siempre era el bromista y siempre tenía una neverita llena de cerveza. Pero llegó a capitán. Y a trabajar en el Pentágono.

En su despacho colgaba aquel cuadro. Era joven, guapo, bien peinado y el tratamiento de la foto hacía que parciera una pintura con historia. En su fiesta de despedida del Pentágono (se iba destinado a una base naval en el Pacífico), uno de los compañeros decidió sacarlo del inaccesible edificio y llevarlo donde se celebraba el sarao. "Pensé que la policía del Pentágono me preguntaría qué cuadro era ése que arrastraba fuera del edificio, pero nadie me dijo nada. Es más, me ayudaron a cargarlo", cuenta el brigadier Bullock.

Cuando se marchó, 'Tuck' Hord decidió que ya no quería el cuadro-foto. Y entre él y sus compañeros idearon un plan: lo colgarían de un pasillo poco transitado del Pentágono, los muros donde solo se exhiben los retratos de los más grandes héroes de la patria. Vale que el capitán Hord solo destacaba por su habilidad con la cerveza, pero se lo merecía.

Como todo buen engaño había que dotarlo de historia. El teniente coronel Bangsboll fue el encargado de comprar una placa para ponerla en el marco. En ella se escribiría: "Alférez Chuck Hord. Marina estadounidense, 1898. Perdido en el mar, 1908".

Cambiar Tuck por Chuck e inventarle una misteriosa historia al alférez de mentira fue suficiente. A las 6:15 de la mañana del 29 de julio de 2011, el falso Chuck, la foto del verdadero Tuck, lucía orgullosa como un cuadro de un glorioso militar de comienzos del siglo XX.

Nadie en el Pentágono se dio cuenta. Y a los militares que lo sabían, posiblemente les hizo gracia la broma. Hasta que a un periodista del 'Wall Street Journal' le pareció llamativo que un tipo de hace 100 años llevara ese peinado, claramente apuntalado con un secador. Hizo la consulta y en los mandos se dieron cuenta de que se la habían colado sus propios militares.

Parece, por la respuesta por e-mail que recibió el periódico, que los jerifaltes del edificio militar se lo han tomado bien. "El Pentágono tiene un proceso de admisión de retratos y esa bella pintura no lo ha pasado :-)", escribe un portavoz al 'Wall Street Journal', emoticono incluído.

El ideólogo y retratado, el capitán Hord, no se arrepiente: "Fue fruto de un poco de alcohol y una gran dosis de irreverencia", dice. Ahora su retrato, ya descolgado, descansa en su antiguo despacho del edificio más seguro del planeta tierra, apoyado en una pared.

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