Donald Trump-elecciones: Ganaron los “inconformes”
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A continuación, el término “sorpresa” inundó los medios con sede en Nueva York y otros lugares del planeta, donde hubo caída de Bolsas y convocatorias urgentes a Consejos de Ministros.
El motivo: casi nadie esperaba la victoria de quien tantas groserías lanzó contra mujeres, latinos, hispanos, impedidos físicos, mejicanos, musulmanes y otras comunidades.
Pero, ¿qué sucedió? Frente a él tuvo a la demócrata Hillary Clinton, con una credibilidad reiteradamente cuestionada en sondeos de opinión pública.
Tanto, que sobre ella ancló y se expandió el calificativo de ser una figura “deshonesta”.
Junto a eso, días antes de las elecciones, el jefe del FBI reabrió una polémica investigación que giraba en torno a sus correos electrónicos privados y oficiales.
Y aunque después la volvió a eximir de culpas, el dardo se sumó a otros “pecados” que le adjudicaron a la candidata presidencial del Partido Demócrata.
Como era de esperar, su rival Trump, experto en el manejo de la televisión y otros medios, explotó al máximo tales puntos débiles.
No obstante, el multimillonario prefirió sintetizar así su cruzada: “Yo soy el cambio”.
Esto desnudó hasta qué punto se ha quebrado la autoridad del sistema económico, político y social imperante hoy en Estados Unidos.
No en balde la mitad de sus habitantes inscriptos para votar este martes, se mantuvieron ausentes.
Esto, a pesar de los 7000 millones de millones de dólares invertidos para lograr lo contrario.
Tal cifra resulta chocante al recordar que allí reportan la existencia de unos 47 millones de pobres.
Para las actuales elecciones hubo unos 227 millones de estadounidenses habilitados para concurrir a las urnas.
De acuerdo a los numerosos reportes de prensa uno de cada seis votantes opinó que su candidato era deshonesto.
Asimismo resaltaron que Trump era un maestro en el uso intencionado de los medios, mientras su oponente arroja una imagen fría.
“La elección es entre una corrupta y un racista”, opinaron expertos citados por la televisión.
Sin embargo la nota más incisiva y trascendente vino después cuando afirmaron que “supo interpretar un estado de ánimo nacional”.
O sea, de abierto rechazo a los políticos que habitualmente se han movido en su famoso inmovible bipartidismo.
Lo más sarcástico radica en que sea un notable representante del tradicional mundo empresarial, Donald Trump, quien presida la cruzada para desmontar su influencia.
El tema Cuba concentró atención, mientras expertos adelantan que no sería fácil echar atrás el proceso de acercamiento entre ambas partes.
Achacan tal punto de vista, en lo esencial, a empresarios, así como al resultado de sondeos que hasta en la Florida arrojan saldos favorables al mejoramiento de los nexos con La Habana.
Otro asunto gira en torno a si Trump mantendrá o flexibilizará sus conocidas posiciones duras que al final de su campaña incluyeron a Cuba.
Vale recordar que, no es lo mismo el discurso en medio del fragor de la cruzada, que luego de esta, sobre todo cuando se habla en la Florida.
Habrá que esperar el tránsito entre ese momento y el de Trump ya presidente, cuando incluso alguien como él se verá forzado a aglutinar distintas tendencias.
En un escenario parecido se inscribe lo sucedido en el Congreso de Washington, cuyas dos ramas fueron ganadas también por los republicanos.
Pero hay algo mucho más significativo, la jefatura de su cúpula política acaba de recibir una inesperada e histórica estocada.
¿Y aquí podría repetirse una célebre pregunta, al estilo de Fuenteovejuna: ¿quién tiene la culpa?
El sistema en gradual, franco e inevitable declive. Apenas se abre un primer capítulo.
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