Oposición venezolana rehúsa la vía democrática para llegar al poder

Durante su programa semanal, que transmite la cadena Televen, el exvicepresidente criticó las maniobras violentas de los sectores derechistas contra la Revolución bolivariana en 17 años.

"Uno de los dramas de la política venezolana del Gobierno de turno y de la propia oposición consiste en no contar con una oposición seria, confiable, respetuosa del Estado de derecho", señaló.

Opinó que de haber una verdadera oposición en el país no se hubiese vivido momentos como el golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez, en 2002, el sabotaje petrolero, registrado de 2002 a 2003, actos terroristas o las guarimbas (disturbios violentos).

Recalcó que los actos y decisiones de los dirigentes ultraderechistas siempre termina con un mismo resultado: desconocimiento de la voluntad popular y atentado contra la democracia y la paz de la república, ya que deja de un lado todas las oportunidades de actuar dentro de las reglas del juego.

Incluso se han negado a asistir a la reiterada convocatoria al diálogo realizada por el presidente Nicolás Maduro en favor de la paz y estabilidad del país, y simplemente '"a han banalizado, la han ridiculizado", fustigó.

Según Rangel todos los momentos para avanzar por el carril democrático han sido desperdiciados por quienes dirigen la oposición.Consideró que el triunfo electoral obtenido por ese sector en diciembre de 2015 en el Parlamento, abría la posibilidad para un funcionamiento democrático, de control y de colaboración de los Poderes Públicos.

Sin embargo, esa autoridad, controlada por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), extralimitó sus funciones e intenta operar como poder alterno para trabar la función del gobierno socialista legítimamente constituido, advirtió.

Esa acción ha llevado a la Asamblea Nacional a perder legitimidad y credibilidad por parte de la ciudadanía, y actualmente se encuentra en un callejón sin salida, señaló el analista político.

A su criterio, la MUD en el Parlamento ha dilapidado una oportunidad excepcional de convertirse en un factor de equilibrio, en una instancia de diálogo, para jugar un papel desestabilizador que la nación rechaza en las actuales circunstancias en que pide diálogo y paz.