¿Al borde del holocausto nuclear?
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Pienso que desde la Crisis de Octubre, en 1962, el mundo no ha estado tanto en peligro de una Tercera Guerra Mundial como ahora, teniendo como escenario inicial el Medio Oriente, específicamente Siria, donde Estados Unidos no quiere aceptar la derrota de sus “terroristas buenos”, amenaza con enviar unidades de combate a la zona y no tiene como explicar que en dos años su “coalición” de 60 países no hayan podido hacer ni la centésima parte de lo que ha logrado en un año la solidaridad consecuente de una Rusia que subraya su compromiso con el apoyo pedido por el gobierno legal de Bashar al Assad.
A pesar del traicionero bombardeo aéreo estadounidense a una base del ejército sirio y la masiva entrega de armas a los “rebeldes”, el cuerpo armado sigue su avance, aprovechando el apoyo aéreo ruso, logrando liberar casi toda Alepo, luego de establecer un corredor humanitario para asegurar una salida a la población civil atrapada entre dos fuegos.
La cuestión ahora reside en que el avance del ejército sirio está a punto de lograr la liberación de una franja del país ocupada por tropas turcas, que también se han introducido en Iraq, sin permiso de Bagdad, para perseguir a los separatistas kurdos, a quien Ankara califica de terroristas.
Ante el retroceso opositor, que permitiría una posibilidad de arreglo político al conflicto desatado por agentes del imperialismo hace cinco años, con más de 300 000 muertos, Estados Unidos no quiere aceptar su retirada del lugar, y lleva su tozudez al peligro de una confrontación entre su aviación y la rusa, además de amenazar con bombardear al ejército local, el cual siempre ha tenido una alta moral combativa.
Pero Vladimir Putin, al contrario de sus antecesores Gorbachov y Yeltsin, ha tenido una política firme, envió modernos cohetes antimisiles S-300, más aviones a la única base que tiene en el exterior, en Tartous, y dos navíos de guerra al Mediterráneo, al tiempo que las Fuerzas Armadas Rusas advertían que sería castigado todo intento de agredir al ejército del país árabe.
Esto conlleva a replantearse el papel de Obama en el Medio Oriente, con una participación bélica de Estados Unidos tan mala o peor de la que encontró a su llegada a la presidencia hace ocho años, con el agravante del peligro del combate directo con una Rusia que no cede.
Además, Moscú ha contribuido a impedir que el Estado Islámico y otros grupos armados –practicantes de métodos terroristas- exterminen al pueblo sirio, en tanto Estados Unidos, en su determinación a destruir a Siria, ha apoyado a las satrapías que odian a Al Assad, insuflado al principal enemigo de los árabes en la región, Israel, y contribuido a que millones de sirios se hayan visto obligados a abandonar su tierra, encontrando muchos de ellos la muerte en aguas del Mediterráneo o crueles incomprensiones en naciones europeas culpables en parte del conflicto armado.
Hace unos días, fueron dadas a conocer por Wikileads una gran cantidad de informaciones sobre la culpa de Estados Unidos en la crisis de los refugiados sirios –divulgadas en el colega Cubadebate- pero, realmente, esto aunque muy grave, no es lo peor, sino la participación estadounidense en la integración y apañamiento de grupos terroristas, algunos de los cuales les son hoy adversos.
De esto hay mucho que decir y comentar en un futuro, cuando lo que decide en este momento es evitar, con honor, sin claudicación, un incremento de la agresión imperial que ponga en peligro a toda la humanidad.
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