"Juego de Tronos" y el auge de la violencia en la televisión
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La saga ya tiene un total de 38 premios Emmy desde su lanzamiento por el canal de cable HBO. El domingo se consagró como mejor serie dramática, al igual que el año pasado, y se llevó además los premios a mejor dirección, mejor guión y mejores efectos especiales.
No obstante, los actores se quedaron con las manos vacías.
"'Juego de Tronos' es uno de los mayores logros de la televisión en todos los criterios posibles", dijo Jonathan Kuntz, profesor de la escuela de teatro, cine y televisión de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
La serie creada por David Benioff y D.B. Weiss, adaptada de las novelas de George R. R. Martin, "inventa un mundo, un poco al estilo de 'El señor de los anillos' o 'Harry Potter', que está entre las ficciones más fabulosas de la era moderna", añadió.
Su éxito fenomenal se debe a su narrativa llena de suspenso con personajes que son inesperadamente eliminados, caracteres complejos o sobrenaturales, mucho erotismo e interpretaciones magistrales salpicadas de efectos especiales.
Pero lo que la define es su violencia desenfrenada: muertes sangrientas, intestinos, torturas, mutilaciones, decapitaciones, suicidios, envenenamientos y una brutalidad en las escenas de violación que resulta bastante chocante.
"El sexo y la violencia juegan un papel clave en la serie", señala Jonathan Kuntz. Para él, el hecho de que el universo de "Juego de Tronos" sea ficticio y situado en un pasado feudal con costumbres primitivas permite a los guionistas tomarse libertades para escribir salvajismos sin límites.
"Pero estos tampoco son gratuitos. Contribuyen a la historia, a la elaboración de los personajes", aseguró Kuntz.
El realismo de las escenas sangrientas debe mucho a los efectos especiales, pero los directores explicaron a Time que utilizan verdadera carne desmenuzada para evocar mejor en pantalla los cuerpos masacrados.
- Entre Shakespeare y la actualidad -
Los canales de cable como HBO utilizan la violencia y el sexo desde hace tiempo para atraer a los telespectadores en medio de una oferta cada vez más saturada.
En 1997, la serie "Oz" -sobre la vida en una prisión de alta seguridad- no escatimó en cabezas decapitadas ni genitales arrancados.
Luego, con "Los Soprano", sobre la vida de un jefe mafioso con dudas existenciales, se abrió a principios de los años 2000 una era en la que las series de gran calidad tenían una constante: la brutalidad.
Vinieron entonces "Breaking Bad", sobre un profesor de química devenido en traficante de metanfetamina, y "The Wire", sobre el tráfico de drogas, además de los gángsters de "Boardwalk Empire" y los asesinos en serie de "Dexter".
Esta ferocidad contaminó a los grandes canales, que lanzaron entre otros el thriller "Hannibal" sobre el célebre psicópata.
El subgénero de los zombis y los vampiros también tuvo su edad de oro con el éxito de "The Walking Dead", que batió récords de audiencia en el mundo, o "The Strain".
Mike Flanagan, director de la cinta de horror "Ouija: Origin of Evil" (2016), dice que la violencia intensa, sangrienta, las torturas y las violaciones se han banalizado en las horas de mayor audiencia desde principios del siglo XXI. "Nos hemos des-sensibilizado".
¿Es esta irrupción de la brutalidad un síntoma de la sociedad estadounidense?
Para Robert Thompson, profesor de cultura popular en la Universidad de Syracusa, "siempre hemos vivido en una sociedad violenta".
"La Biblia, la Ilíada, son historias llenas de brutalidad; Shakespeare era violento. Lady Macbeth no puede lavarse la sangre de las manos", recuerda.
Pero para Jonathan Kuntz, "Juego de Tronos" tiene hechizados a millones de espectadores porque su universo fantástico evoca al mundo de la actualidad.
"Habla de intrigas políticas y de problemas que recuerdan a los de hoy en día en Estados Unidos y Europa, como el de las familias que luchan por mantenerse en el poder, los conflictos entre distintas etnias, etc."
Mientras, el impacto de las imágenes sobre los espectadores es motivo de controversia: seis organizaciones médicas escribieron al Congreso estadounidense en 2000 que "la violencia en el entretenimiento puede aumentar las actitudes agresivas".
No obstante, para Flanagan, las películas ofrecen al público un "lugar seguro" donde liberar las pulsiones más sombrías de la naturaleza humana.
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