Cubanos con o sin trusa

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Cubanos con o sin trusa
Fecha de publicación: 
24 Agosto 2016
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¿Cómo podrían suponer los bisabuelos que, entrando el siglo XXI, la gente mostraría sus ombligos en la playa del modo más natural del mundo?

Era imposible que lo supusieran, porque cuando apareció en el imaginario popular la posibilidad de tomar baños de mar, sumaban kilogramos las prendas de ropa que se llevaban a esa aventura.

 

altLas playas de Brasil vieron el nacimiento de la tanga.

Y no era por diversión que se iba al mar, sino solo por prescripción facultativa, para ayudar a eliminar dolencias varias, para apaciguar nervios o corazones desbocados.

Griegos y romanos eran muy aficionados a los baños y las termas, confiados en los poderes del agua, en primer lugar  como purificadora del espíritu. Para las primeras décadas del siglo XVII, algún que otro galeno sentenciaba que el mar podía combatir la tristeza y la depresión, además de otras dolencias, y ya comenzado el XVIII, se había propagado la idea de sus efectos benéficos para la salud. Casi al concluir esa centuria, el rey Jorge III fue decisivo en extender la costumbre de los baños de mar, al ser visto frecuentando la inglesa playa de Weymouth, por recomendación de su médico.

Aunque no pocos reiteran que el primer baño de mar de una mujer notoria fue el de la duquesa de Berry, nuera de Carlos X, quien en 1822 se sumergió totalmente vestida en la playa de Dieppe, Francia; lo cierto es que la pionera fue otra: Tais, una cortesana egipcia.

La doña optó por darse una remojadita junto con Alejandro Magno y todito su ejército. Ellos, se metieron en el agua como dios los trajo al mundo; ella, eligió llevar una especie de taparrabos velado, que parece ser el primer traje de baño de la historia, pero no quedó el modelito.

Echando a un lado el taparrabos de Tais y la ropa de la duquesa, que no se diferenciaba en nada de la usada para otros fines, los primeros trajes de baño en verdad datan de finales del siglo XIX.

altAsí iban a las playas nuestros bisabuelos.

Para adentrarse en las aguas, las damas vestían  camisones, medias y zapatillas y hasta llegado el 1912, además de verse obligadas a bañarse en zonas distintas de las de los hombres, debían ser custodiaban doncellas y transportadas en casetas de madera, que, tiradas por caballos, se adentraban hasta la orilla y allí, ocultas, tomaban su baño.

Nadie puede dudar la ausencia de erotismo de  los primeros bañadores, que se complicaron más entre 1846 y 1914. En ese período, marcado por el comienzo de la Primera Guerra Mundial, los modelos de ropa de playa para señoras cambiaron a corpiño ajustado, una saya hasta las rodillas por encima de un pantalón, el cuello alto y mangas hasta los codos. Cuando se mojaba con el agua marina, el conjuntico llegaba a pesar tres kilos. Y todavía más pesado se volvió cuando alguna súper pacata ideó añadirles plomo a las sayas para que al flotar no se levantaran exhibiendo zonas “prohibidas”.

En la Cuba de ese período, más exactamente hasta 1895, el Vedado de aquel entonces, un caserío, cobró importancia justamente por contar con una línea de costa donde emergieron balnearios: El Progreso - que hizo rebautizar a la calle E como Baños porque ella conducía a aquellas pocetas -, Las Playas, al terminar la calle D, y Los Baños de Carneado, en lo que hoy conforma la intersección de Malecón y Paseo.

Sobre aquella popular área de baños, la escritora Reneé Méndez Capote, en sus Memorias de una cubanita que nació con el siglo recordaba en deliciosa prosa: “Estábamos, un año en que la partida a Varadero se retrasaba, y los baños había que empezarlos en junio, bañándonos en los baños de Carneado -- inefable Carneado. (…) Había colocado un busto de su persona, desnudo y en actitud de boxeador con todos los músculos bien contraídos a la puerta del Palacio de Carneado, que estaba por el litoral me parece que cerca de la calle J y era un edificio de dos plantas que parecía una cuartería, supongo que sería un hotel, y tenía baños de mar en pocetas de ahogado, como era la costumbre de la época.”

Ocultamientos y revelaciones de ombligo

En la época que referencia Reneé, inicios del siglo XX, los bañadores van dejando de parecerse a la ropa de diario, y para las dos primeras décadas de esa centuria una naciente industria de telas para trusas emerge como alternativa a los pesados  tejidos que conformaba los trajes de baño inicialmente.

altEstas eran las pepillas de 1923.

Para esos años 20 las mujeres iban al mar con una especie de vestidos con saya, siempre acompañados con medias, de uso prácticamente obligatorio. Unos doce años después, en 1932, el diseñador Jacques Heim propició una explosión y también un escándalo en el mundo de los bañadores irrumpiendo con su Atom.

Era la primera vez que las mujeres mostraban públicamente su ombligo. Se trataba de un traje de dos piezas que respectivamente cubrían el pecho y la entrepierna, dejando a la vista espaldas, ombligos, caderas, muslos… todo lo que hasta entonces se había ocultado.

Tanto revuelo provocó, que el modelo terminó siendo prohibido en varias partes del planeta. Los pacatos que así procedieron ignoraban que estaban censurando al antecesor más directo del famoso bikini, aparecido el 3 de julio de 1946.

Su creador, el estilista galo Louis Réard, fue aún más lejos que el autor de Atom. Convencido de que resultaría una bomba, decidió llamarlo bikini por Bikini Atoll, un atolón de Marshall Islands, en el pacífico central, donde los estadounidenses realizaron ensayos con bombas atómicas.

Pero no fue Louis quien en realidad lo bautizó, él aceptó el nombre propuesto por Micheline Bernardini, una bailarina de striptease del Casino de París. Fue ella, luego de muchos ruegos porque nadie quería, la única que accedió a modelar con el bikini. Le llamó de esa manera porque sabía que resultaría "más explosivo que la bomba del bikini".

No  obstante la osadía de esta estríper, ese traje de baño solo pudo desabrochar moralinas y llegar a ser realmente moda después que, a finales de los 50 y principios de los 60,  famosas actrices como Brigitte Bardot lo llevaran frente a cámara.

 De todos modos el destape de los ombligos ocurrió de un modo dispar. Europeas como las de España, Grecia, Portugal, demoraron algo más en decidirse debido a la atmósfera política y religiosa de sus países, y continuaron cubriendo sus barrigas y espaldas durante un tiempo más por bañadores de una sola pieza.

 

Catorce años después de la aparición del bikini, hizo su entrada la lycra, ese tejido que puede estirarse hasta seis veces su tamaño y que los cubanos bien conocemos. Con ese tejido comenzaron a fabricarse los bañadores elásticos.

Para investigadora y profesora universitaria de historia de la moda Christine Boydell, el giro en la moda de baño tuvo su eje con la llegada de la lycra y materiales similares. "La aspiración de los fabricantes y diseñadores fue siempre producir la tela perfecta que no produjera bolsas o cediese al estar empapada”, asegura la Boydell.

Y gracias a estos tejidos, la conmoción absoluta arribó a los balnearios brasileños con la llegada de la tanga en 1974. Su inventor, a quien habría que pasarle la cuenta por tanta taquicardia masculina, fue el italiano Carlo Ficcardi.

altEn 1960, mostrar el ombligo era toda una sensación.

Olimpiadas en trusa

Ahora mismo, la cuna de la tanga ya está siendo escenario de un desfile otro de trajes de baño. Con estas Olimpiadas de Río 2016, los participantes en muchos de los deportes acuáticos, muestran los más contemporáneos diseños de trajes de baño deportivos.

Para 1996, la firma deportiva Speedo lanzó un bañador de bandas de resina que permitía menos fricción que la piel y doce años después presentaba el traje de baño Lazer, ideado de conjunto con la NASA. Tenía las costuras unidas con ultrasonido y su tejido reducía la resistencia al agua en un 10 por ciento además de poseer un núcleo estabilizador que sostenía al nadador, al cual comprimía los músculos, aumentaba su flotabilidad y propulsión.

Pero un estudio del  Centro de Investigación de Ingeniería del Deporte de la Universidad Sheffield Hallam de Inglaterra reveló que los trajes de baño de poliuretano ampliamente usados en las Olimpiadas de Pekín y en el Mundial de Roma de 2009, ofrecieron una gran ventaja en carreras de distancias cortas y de alta velocidad. Entre 2008 y 2009 fueron batidas más de 130 marcas.

En consecuencia, la Federación Internacional de Natación (FINA por sus siglas en francés) dictaminó que en 2010 quedaban prohibidos los trajes de baño de alta tecnología que ayudaron a la ola de marcas en Italia. Argumentaron el interés de proteger la natación como un deporte que se sustentara exclusivamente en el desempeño físico del atleta.

Los señores también

Cuando se habla de historia del traje de baño, son pocos los que hacen referencia a los usados por los hombres; como si Ellas fueran solas a la playa.

Pero los señores también pasaron por todo un encogimiento de sus prendas de baño hasta llegar al penekini.
Ellos acudían a los baños de mar, allá por 1840, con los primeros shorts de que se tienen noticia. Pero al carecer de elástico, cuando se empapaban, resbalaban  hasta los tobillos. Para evitar tan embarazosas escenas, Charles Goodyear diseñó en cuatro años después un modelo de una sola pieza, que cubría de pies a hombros.

Para 1915, el traje de baño masculino cubría el torso completo elaborado en un tejido de rayas horizontales, pero ya al empezar a gatear el siglo XX, iban a la playa con bañadores conformados por pantalones hasta las rodillas y camisetas de manga corta.

Durante los años 30, ya los torsos masculinos se exhibían junto al mar y sus trajes de baño eran mucho más pequeños.

Fue también la tierra carioca donde se vio por primera vez la Sunga en los años 70 y era ya de uso general en la siguiente década. Elaborada de lycra, elastano o poliamida, se asemejaba a los calzoncillos antecesores de los bóxer, los llamados slip, pero le diferenciaba un cordoncillo que la sujetaba a la cintura.

Pero para 2005 ya estaban los shorts hasta la rodilla desandando costas y  playas. Primero, con colores algo más sobrios y motivos geométricos; después, secuestrando la paleta fosforescente, incluyendo tonos rosa y también diseños con flores y los más diversos estampados, muestra de hombres desprejuiciados.

playa hombre con trusaLos hombres cubanos han optado por más tela en sus bañadores. Playa La Boca, en Trinidad.

Tan desprejuiciados han andado los caballeros, que hace dos años, en 2014, en la red de redes ya se hablaba del Penekini. Se trata de un bañador realmente minimalista consistente en un breve fragmento de tela sintética que solo protege el pene y testículos, mientras el otro extremo va atado a una pierna.

Llegó a ser moda en Marbella a partir de un reality show televisivo británico grabado allí.

Su creación se atribuye al diseñador colombiano Alfredo Barraza y en particular fue muy bien acogida por los  varones metrosexuales, por la posibilidad de broncearse casi totalmente. Cuenta además con la ventaja de ser fácil de quitar, una vez en el agua, y así nadar desnudo llevándolo sujeto a la muñeca como una pulsera.

En las playas cubanas no se tienen noticias de esta prenda, al menos llevada de forma masiva. Y tampoco del Saco-Tanga.

Sí, porque cuando parecía que los muchachos ya no podían recortar más sus bañadores, apareció el pasado año el dichoso Saco-Tanga: un pequeño saco donde introducir los genitales, que se cierra con unas cuerdas.

Sus diseñadores garantizan que con esta microprenda se logra un bronceado total y permite caminar, bailar y correr de manera cómoda.

Causa risa evocar a bisabuelos y tatarabuelos llevando aquellos trajes de baño tan molestos y abundantes, cuando es tan práctico enfundarse en un breve diseño, que muchas veces cabe en un bolsillo del jean, y partir rumbo a la costa, el río, la piscina o la playa.

 

joven cubana se baña en la playa Una joven cubana se baña en bikini en la Poza fría en la playa Caletones, en Holguín.

Pero no es difícil imaginar que esa misma risa probablemente se repita cien años después, cuando los que serán nuestros bisnietos y tataranietos contemplen asombrados las imágenes que hoy los vacacionistas suben a Facebook, Youtube, y a todo el entramado virtual que nos acompaña.

Quizás esos por llegar se bañen en la playa como vinieron al mundo porque para entonces la desnudez resulte lo más natural. O quizás, por aquello de la moda cíclica y la onda retro, vuelvan los camisones de lana como bañadores. Eso, confiando en que queden playas.

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