PRINCIPALES FIGURAS: ¿Por qué bailamos en Cuba?

PRINCIPALES FIGURAS: ¿Por qué bailamos en Cuba?
Fecha de publicación: 
2 Agosto 2016
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Tienen sus razones y las comparten en exclusiva con CubaSí…

Han recorrido medio mundo, han bailado en los principales teatros, han cumplido —incluso— contratos con relevantes compañías… pero estos cuatros primeros bailarines han apostado en serio por el Ballet Nacional de Cuba (BNC).

Si fuera otra la época y otro el país, no sería motivo de extrañeza. Hace décadas, las primeras figuras de la compañía solían completar allí el ciclo completo de una carrera: desde los comienzos, los primeros roles de importancia, los grandes personajes, la consagración escénica.

Por eso las promociones demoraban más, el proceso era más largo. Ahora es perfectamente posible que un bailarín cumpla el ciclo en menos de 5 años… Y después, suelen irse a hacer carrera fuera del país.

Las razones son comprensibles, teniendo en cuenta el contexto: este es un país pobre… con un fuerte sistema de enseñanza artística, con un entramado cultural sólido… pero un país pobre.

El panorama que se le abre en otros países a un excelente bailarín (Cuba produce y prepara excelentes bailarines de manera casi industrial) puede parecer tentador.

A algunos les ha ido muy bien. A otros no tanto, al menos desde el punto de vista artístico. Pero lo cierto es que un artista, cumplidos sus elementales compromisos sociales, tiene el derecho de hacer su camino donde quiera y pueda. Sin contar el hecho de que hay creadores de proyección universal.  

El resultado es que la lista de primeras figuras de los últimos diez años es más larga que la de las primeras cuatro décadas de la compañía.

Admira entonces que Viengsay Valdés, Anette Delgado, Sadaise Arencibia y Dani Hernández lleven varios años encabezando el elenco del BNC… Más de una década en el caso de los tres primeros.

Han hecho —están haciendo— su carrera en Cuba. Y nadie ha puesto en duda sus merecimientos en el mundo del ballet. Los entrevistamos en exclusiva.

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TESTIMONIO BALLET 01

—¿Desde cuándo es primera bailarina?

—Desde 2001.

—Son prácticamente 15 años… Y si sumamos todo el tiempo que fue bailarina principal y solista serían ya más de dos décadas en la compañía. ¿Por qué esa permanencia?

—Eso tiene que ver con las generaciones. Soy de una generación diferente, con una formación diferente. Cuando yo entré todavía Alicia daba sus clases de ballet en un salón. Había algo… un aura. Nuestros ídolos estaba aquí, los grandes maestros, los grandes bailarines, las cuatro joyas…

“A medida que pasa el tiempo los jóvenes ya van pensado de otra manera. No tienen tanta paciencia, sienten que al hacer determinado rol ya han llegado al máximo, a la cima… A veces olvidan que en esta carrera hay que ser muy versátiles, uno no se puede encasillar.

“Asumen que les sale bien determinado paso, determinada variación técnica… y creen que eso es lo más importante. Para nosotros lo importante era el todo, lograr la mayor perfección posible, en todos los repertorios, en todos los estilos.

“Y también está ese sentido de pertenencia, saber que formas parte de algo grande, de una gran compañía, reconocida internacionalmente, que está en Cuba, en una pequeña isla.

“Yo he sido invitada a disímiles compañías en el mundo: el Bolshoi, el Marinski, el Washington Ballet, el Real Ballet de Dinamarca… pero siempre he llevado el sello de nuestra escuela de ballet, sin perderlo nunca. Siempre he representado a mi compañía”.

—¿Qué le puede aportar una compañía a un bailarín, a un primer bailarín?

—Es una casa. Es una familia. Es el respaldo, el marco que te soporta. Aunque te prepares para darte a conocer, para triunfar en el extranjero, siempre sabes que puedes regresar a tu casa, con tu familia, con tus amigos… Es donde te sientes más cómodo.

—¿Cuándo estudiaba en la escuela, soñaba con trabajar en el Ballet Nacional de Cuba?

—Sí. Eso lo decidí a los doce años. Es una edad muy temprana, pero fue el momento en que comencé a ubicarme, a tomar conciencia de algunas cosas; y tomé esa determinación. Aunque realidad, más que en pensar en ser una bailarina del Ballet Nacional de Cuba, pensaba primero en ser una buena bailarina. Y a partir de ahí fue una cadena, que me fue llevando por mi esfuerzo, por los resultados de mi trabajo a las filas del Ballet Nacional.

—¿Cuando mira hacia atrás, cree que ha tenido una carrera sólida?

—Creo que he tenido una carrera muy sólida. He bailado casi todo el repertorio de la compañía. Algunos ballets costaron un poco más, pero siempre me esforcé a la hora de asumirlos. He tratado siempre de encontrar nuevas motivaciones.

“He trabajado con coreógrafos cubanos y extranjeros, he bailado los grandes clásicos. Miro hacia atrás y no me arrepiento de nada. Estoy orgullosa”.

—¿Cómo asume el hecho de ser una de las bailarinas emblemáticas del Ballet Nacional de Cuba?

—Es una gran responsabilidad. Y también un gran peso. Pero me siento con las fuerzas, y con la capacidad de darles ejemplos a las nuevas generaciones. Siento que puedo trasmitirles todo lo que he aprendido.

“Es el momento de que pueda contribuir con la formación de esas nuevas generaciones (que como le dije, tienen otra manera de ver las cosas). Es rescatar esa conciencia de pertenencia, de la importancia de la tradición. Y es algo que yo puedo hacer perfectamente”.

ANETTE DELGADO: “LO IMPORTANTE ES NO ESTANCARSE”

 

TESTIMONIO BALLET 02

—Lleva más de una década como primera bailarina en esta compañía. Muchas primeras figuras se han ido mucho antes de redondear ese tiempo…

—A mí me gusta mucho el Ballet Nacional de Cuba. Y me gusta, sobre todo, bailar aquí en mi país. Aquí nos formamos, aquí es donde el público nos ha seguido desde pequeños, desde que estábamos en la escuela.

“No he tenido que abandonar esta compañía para bailar con otras agrupaciones internacionales. Y con el Ballet Nacional de Cuba nos hemos presentado también en los grandes teatros de la danza en el mundo.

“Yo no me he detenido a pensar en el tiempo en que llevo aquí, pienso mejor en las satisfacciones que me ha proporcionado formar parte de este elenco, representar una escuela, defender una tradición”.

—Los que conocen su carrera saben que no ha sido un camino fácil…

—Ha sido muy difícil. Y hasta me alegro de que mi carrera haya tenido esos obstáculos, porque eso es lo que me ha hecho crecer como persona, esa es mi gran victoria.

“Desde que era chiquita siempre soñé con esta compañía. Es más, mi estímulo para comenzar a estudiar ballet fue una función de esta compañía que vi siendo muy pequeña. Las vi y me dije que quería hacer lo que estaban haciendo esas muchachas en el escenario.

“Entré a la escuela y siempre iba a las funciones. Mi mamá me llevaba. Yo miraba a las primeras bailarinas y soñaba con bailar lo que ellas bailaban. Siempre lo tuve en mente, como una meta.

—Bailarines vienen y van… Pero cuando alguien habla de Anette Delgado siempre piensa en el Ballet Nacional de Cuba. ¿Es demasiada responsabilidad?

—Es una de las cosas más difíciles. Siempre nos van a medir por lo que somos: primeras figuras del Ballet Nacional de Cuba. Quizás sean menos indulgentes ante cualquier fallo.

“Pero para mí ser una de las figuras entre tantas que han pasado, comenzando por Alicia, las cuatro joyas, todas los demás primeros bailarines, ser parte de esa historia es una gran satisfacción”.

—¿Qué le debe un primer bailarín a su compañía?

—Tenemos que ser ejemplo para los que entran a la compañía y también para los que entran en la escuela. No importa que después tomen otros caminos, que estén aquí o allá.

“Yo pienso que el bailarín cubano, baile donde baile, en cualquier compañía, nunca pierde una cubanía esencial. Y siempre va a representar a la escuela cubana de ballet.

“Nosotros, aquí en la compañía, somos referentes. Y ahí está la complejidad. Bailamos muchas veces un ballet, pero nunca lo hacemos igual. Siempre nos van a exigir un poquito más. Esa gente que te está viendo quizás no sepa que estás cansado, que tienes problemas, pero uno tiene que sobreponerse y seguir.

—Aquí lo ha bailado casi todo, ¿cómo hace para encontrar nuevas motivaciones?

—Lo importante es no estancarse, no asumir que llegar a ser primera bailarina es el final del camino. Siempre hay que superarse, ir a los detalles, estudiar… He bailado todo, pero sé que siempre va a aparecer algo nuevo.

SADAISE ARENCIBIA: “AQUÍ SE RESPIRA HISTORIA”

 

TESTIMONIO BALLET 03

—Usted ha bailado en los grandes teatros del mundo, supongo que haya tenido propuestas interesantes, pero ha decidido hacer su carrera en Cuba...

—Yo entré en un buen momento para la compañía: estaban los grandes maestros, uno podía tocar la historia. Se aprendía mucho en ese momento. Y era un privilegio, un honor que te aceptaran aquí. Y mucho más hacer desde el principio roles de solista, roles de importancia.

“Lo primero que hice, recuerdo, fue el primer movimiento de Rara Avis, de Alberto Méndez. Imagínate debutar con un papel como ese.

“En aquel tiempo era muy importante formar parte del Ballet Nacional de Cuba. No es que ahora no lo sea, pero en aquellos momentos había un extra. Y siempre sentí que valía la pena.

“Poco a poco fui alcanzando las categorías. No te voy a decir que fue fácil. De hecho, creo que he sido una de las bailarinas a las que más trabajo les ha costado llegar hasta aquí. Aunque no pueda decir que haya llegado a la cima, porque el bailarín nunca llega a la cima, siempre le queda por aprender, por mejorar…

“Pero por todo eso, y también por los maestros que tuve en la escuela, siento una gran sentido de pertenencia con esta compañía. Y con mi país también.

“Y también hay que tener en cuenta otras realidades. Cuando llevas tiempo en una compañía, vas ascendiendo poco a poco, vas haciendo carrera, pasan los años y terminas por arraigarte.

—¿Qué le aporta una compañía establecida como esta a un bailarín?

—Primero un modo, una metodología de trabajo. Nociones claras de estilo. La disciplina diaria. El rigor…

“Está claro que cada bailarín debe preservar su individualidad, pero el legado de una gran compañía lo matiza, lo prepara para el día a día, lo ayuda a encontrar un camino”.

—¿Qué significa para ti que tanta gente te identifique de inmediato como primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba?

—Es algo muy hermoso. Los que hemos decidido quedarnos por mucho tiempo aquí atesoramos una historia, que es nuestra historia individual, pero al mismo tiempo es parte de la historia de una compañía.

“Es algo que te satisface mucho como artista, pero también como persona corriente. Imagínate, ser una de las primeras bailarinas de una gran compañía, que ha contado con tantas personalidades de la danza”.

—¿Siempre supiste que ibas a ser primera bailarina de esta compañía?

—Siempre lo tuve como meta. Certeza no tenía, era más bien un sueño…

DANI HERNÁNDEZ: “HAY QUE ESTUDIAR MUCHO”

 

TESTIMONIO BALLET 04

—Ahora mismo, prácticamente es el único primer bailarín masculino de una promoción que ya no integra el Ballet Nacional…

—Tuve la posibilidad de llegar a ser primer bailarín en 2011, en un momento en que había carencia de primeras figuras masculinas. Gracias a mi empeño, a los resultados de mi trabajo, llegué a esa categoría.

“Ese es el sueño de casi todos los que comienzan a estudiar ballet en Cuba. Desde el principio se ponen como meta integrar el Ballet Nacional. Y después, ascender a primer bailarín.

“Yo pude cumplir esos dos sueños. Claro que no ha sido fácil, he tenido que trabajar mucho para eso.

“Y no pienso ahora en los bailarines que se han ido, sino en los que están ahora mismo aquí. Creo que tengo que trasmitirles todo lo que yo aprendí con las primeras figuras que me antecedieron, de manera que sientan que están en una gran compañía, con muchas posibilidades: bailar en grandes teatros, compartir con bailarines de todo el mundo… Y todo bailando aquí”.

—¿De niño pensaba que llegaría a estar aquí?

—Yo llegué al ballet por pura casualidad, no era lo que tenía en mente; pero al final me fue gustando, me fue motivando. Cuando estudiaba en Santa Clara, tuve la oportunidad de venir a un Encuentro de Academias aquí en La Habana y ahí mismo decidí que quería dedicar mi vida al ballet. Me gustó mucho lo que vi.

—¿Cómo se relaciona con los bailarines que se incorporan a la compañía?

—Es importante, no solo para los primeros bailarines sino para los bailarines más experimentados, compartir con los que llegan, bailar con ellos. Primero para inculcarles una disciplina y en segundo lugar para que tomen conciencia de la grandeza de una tradición.

—¿Le aburre alguna vez la rutina?

—Todo está en la evolución. La danza nunca se ha estancado, está en permanente evolución. Uno tiene que asumirlo así, hay que ir con los tiempos. Uno trata de dominar nuevos pasos, nuevas maneras… aparecen ballets novedosos.

“Claro, hay que mantener las esencias de la compañía, ese repertorio histórico. Y para eso hay que estudiar mucho. A la absoluta perfección nunca se llega, pero hay que intentarlo”.

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