Democracia en EEUU: Duras confesiones

Democracia en EEUU: Duras confesiones
Fecha de publicación: 
12 Mayo 2016
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El autor empieza escribiendo,, “hay veces que ya no reconozco a Estados Unidos”.

¿Motivo? Lo explica, el mismo país que se fundó con inmigrantes escoge como candidato presidencial a quien intenta sacar de su territorio a 11 millones de estos.

Y continúa, esta no parece la misma nación que me recibió hace 33 años y a muchos más después de mí.

¿Luego se pregunta, ¿cómo explicarnos el fenómeno de Donald Trump? Y responde, “sencillamente”.

A renglón seguido prosigue afirmando, en Estados Unidos “hay millones de personas que comparten sus criterios racistas contra los inmigrantes latinos  y los musulmanes.

 Nunca, denuncia al hablar de sí mismo, había recibido tantos insultos en las redes sociales como ahora (y espero muchos más después de esta columna).

Opina, estamos en un extrañísimo paréntesis histórico de  Estados Unidos en que vale expresar públicamente todos tus prejuicios. “Los demonios andan sueltos”.

Con alarma recuerda: denigrar a las mujeres en cualquier lugar, acusar de violadores a todo un grupo étnico o discriminar una  religión hubiera descalificado a un aspirante presidencial hace cuatro años.

“Hoy no”, hoy lo convierte en candidato del Partido Republicano.

Nunca, confiesa, me había tocado cubrir  una campaña como la que vivimos ahora.

También debido a que, por primera vez en la historia hubo dos candidatos latinos a la presidencia: los senadores Marco Rubio y Ted Cruz.

Según Ramos Avalo, lo peor que hicieron ambos fue imitar a Trump, pues dos hijos de inmigrantes dieron la espalda a otros como sus padres.

 El columnista del Herald aclara, el padre y la madre de Rubio, y el padre de Cruz nacieron en Cuba.

Cruz quería deportar a 11 millones, como Trump, mientras Rubio, increíblemente se opuso a un plan de legalización de indocumentados que él mismo, pensó, planeó y propuso.

Pero aún más triste, confiesa el periodista Jorge Ramos Avalo,  fue verlos pelear en un debate presidencial para ver cuál de los dos tenía la posición más antiinmigrante.

Su deseo de ser como Trump, de ofender como este y, por supuesto, de ganar como Trump, oscureció el liderazgo que les convirtió en dos de los más jóvenes senadores de Estados Unidos.

También recuerdo cuando Rubio presumió tener dedos más largos que los de Trump o cuando Cruz –el mismo día que lo derrotaron en Indiana- le acusó de ser un  "mentiroso patológico".

Como todos sabemos, dice el periodista, Estados Unidos es un país que tiene un proceso religioso para rescatar a los perdedores.

Primero confiesan sus errores en público, luego hacen un acto de contrición, prometen no repetir sus pecados y al final se presentan como si hubieran renacido.

Rubio y Cruz tendrán que pasar por este proceso de expiación de culpas.

Pero no se retirarán de la política  después de una caída, por más estrepitosa que haya sido.

En fin de cuentas, se trata del mundillo de los llamados “anticastristas”, que el artículo aquí expuesto ayuda a comprender mejor.

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