CRÓNICAS DE CALLE: Ahora que se fueron los Rolling

Dice que se llama Milena y que tiene «cuarentipico años, más para allá que para acá»; vive en Alamar y salió por la mañanita del viernes con un piquete de amigos. Así y todo, vio el concierto casi a medio kilómetro del escenario. «Yo no estaba para meterme en medio de la molotera. Vine a disfrutar, no a que me molieran a empujones». Vio a Mick Jagger y a los demás gracias a las grandes pantallas. «Es como si lo hubiera tenido delante». Cuando entonaban Satisfaction, alzó su pomo de agua al cielo: «¡Estoy cumpliendo tu sueño, papi querido, estés donde estés: vine a un concierto de los Rolling! ¡Lo hice por ti!»

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Un chofer de un ómnibus articulado, minutos después de que acabara el concierto:

«Yo tenía una novia que decía que yo era igualitico al cantante ese. ¡Dios me libre! Si yo soy tan feo, me meto dentro de un cajón».

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De balcón a balcón, a unas cuadras de la Ciudad Deportiva:

—¿Por fin vas al concierto?

—No, hija, ¿para qué?, si lo voy a tener dentro de la casa. Cuando eso comience, vamos a tener que ponernos tapones en las orejas.

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La edad es también un estado mental —reflexiono mientras veo a Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Wood. Los tres primeros pasan de los setenta, el cuarto los ronda. Y sin embargo, son un torbellino sobre el escenario. Mick Jagger, sobre todo. Y eso que no han tenido lo que se dice «una vida sana» y sin excesos. «La adrenalina hace milagros» —me dice una periodista amiga. «Ahora a ti te duele todo el cuerpo, no querrás estar en el pellejo de ellos cuando se levanten mañana por la mañana».

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Un amigo, que prefirió no ser identificado:

«Yo no te voy a decir que me botaron de la beca por escuchar a los Rolling, porque a mí nunca me cogieron escuchándolos. Pero me hubieran podido botar, porque yo oía a los Beatles, a los Rolling y a veinte bandas más por la onda corta, un día sí y otro también. Con los años, una novia que tenía me regaló un disco que le habían traído de Hungría; ya había un poquito más de apertura, pero así y todo yo forré el disco, por si acaso. Le pegué una foto de La Aragón y escribí: El bodeguero».

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Mick Jagger se mostró agradablemente sorprendido por la musicalidad del público, que cantaba sin problemas de entonación. El mayor homenaje a los míticos músicos fue cerrar el concierto tarareando la última canción, el público devenido coro gigantesco y entusiasta.

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Algunas celebridades asomaron el día del concierto. Richard Gere conversó un momentico con la prensa acreditada. Naomi Campbell lució un luminoso vestido, mientras cabeceaba al ritmo de la música. Alguien dijo que había visto a Leonardo DiCaprio, pero yo no lo vi.

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—¿Vos sabés cuánto cuesta un concierto como este en Buenos Aires? Yo me tenía que regresar el 24 para la Argentina, pero me las arreglé para aplazar un poquito la partida.

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Un borracho, junto a la fuente luminosa:

«Si me lo dicen hace cuarenta años, no lo hubiera creído. ¡Los Beatles en La Habana! ¡Tremendo escándalo!»