Visita de Obama a Cuba: Atenerse a los hechos
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Debido a sus coincidencias históricas, los líderes de Estados Unidos y Cuba tienen también en común críticos y adversarios. Se trata de realidades que hasta hace poco eran difíciles de imaginar. En la Casa Blanca no hay ahora un gobernante blandiendo un garrote, tampoco una zanahoria.
Esas actitudes positivas, si bien no entrañan falsas expresiones de amistad o algo parecido hacia el liderazgo cubano, tampoco conllevan repudio ni maledicencia. Barack Obama respeta a los líderes cubanos, y se atiene a las reglas del más depurado protocolo. Nadie necesita ni pide más.
Es verdad que debido a su alta investidura pudiera acelerar ciertos procesos, pero también es que lo ha intentado y ha sido rechazado. Como hasta ahora ha demostrado, al conducir una presidencia desacatada por el congreso, administrar la mayor crisis económica desde Roosevelt, y poner fin a algunas guerras, Barack Obama ha escogido sus batallas. Tal vez no haya sido una gestión perfecta, pero quien la tenga: “…Tire la primera piedra”.
El presidente irá a un juego de pelota en La Habana, no es una frivolidad como alguien dijo en mi barrio, sino un gesto bonito y amable. Jugar a la pelota es deleite y pasión de los cubanos, y pasar así una tarde es un momento de solaz que bien se merecen los que trabajan y luchan con intensidad. Traer al Tampa Bay es diplomacia de alta escuela.
También es preciso atenerse a los hechos para justipreciar el papel que desempeña en este proceso el presidente cubano Raúl Castro, quien intenta cumplir lo que quizás sea una meta para su generación: encaminar las relaciones con los Estados Unidos. Es magnífico que lo haga él, y que lo realice con Fidel vivo y atento, y que ambos lo incorporen a su legado.
Lo demás acerca de tan relevantes líderes queda a la gente en ambas orillas y a su juicio dictado, a veces por buenas razones y los mejores sentimientos, otras por las pasiones o las mezquindades, y también por la terquedad. No obstante la pauta la dictan los grandes hombres y las mayorías, lo que sigue, en un sentido u otro es marginal, porque se coloca en los márgenes de los procesos.
Lo importante es colocarse del lado correcto de la historia, y confiar en los demás, en los que no habían nacido cuando se iniciaron estas batallas, y en aquellos que las culminarán cuando los pioneros ya no estén. Hay quien dice que se trata de tablas. No lo creo, aunque tampoco lo discuto. Tablas está bien.
En cualquier caso para quienes conducen la nave: “Buen viento y buena mar”.
Allá nos vemos.
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