Ballet Nacional de Cuba, una compañía de primera
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Y es que la visita de Fidel Castro a la Prima Ballerina Assoluta, recién triunfada la Revolución, sentaría las bases de una relación entre el arte danzario y nuestro Gobierno que durante varios años ha perdurado.
¿Cuál fue el pacto que se hizo desde aquella primera conversación? Pues bailar bien y crear una agrupación de primera, lo cual se logró, afirma el Doctor Miguel Cabrera, Historiador del Ballet Nacional de Cuba.
Hasta el año 1959, el baile de las puntas en Cuba había sido, según Cabrera, el resultado de un empeño largo y valioso que comenzó cuando los tres Alonso -Alicia y los hermanos Fernando y Alberto- descubrieron que en la Isla no podían hacerse profesionales.
En la Sociedad Pro-Arte Musical, donde único se impartía ballet en el país, no estaban interesados en la profesionalización de los bailarines, por lo que tuvieron que viajar e iniciar sus carreras en el extranjero.
A pesar del renombre que alcanzaron, sobre todo Alicia luego de su debut en Giselle, en 1943, continuaron vinculados al movimiento cubano de danza, pues sabían que aquí había talento, expresa el Historiador.
Por tal razón regresaron al país y crearon, el 28 de octubre de 1948, el Ballet Alicia Alonso. Mas hasta el año 1956 la compañía vivió desamparada, luchando contra las incomprensiones de los gobiernos que no la apoyaban, a pesar del éxito que alcanzara bajo un nombre que, a nivel internacional, ya se vinculaba con la más fina de las interpretaciones.
Según el Doctor Miguel Cabrera, durante sus primeros ocho años la agrupación danzaria –a partir de 1955 denominada Ballet de Cuba- dio a conocer al pueblo obras del repertorio tradicional clásico y romántico, y estimuló la conformación de una coreografía nacional.
Sin la Revolución, el Ballet Nacional de Cuba era una utopía, asegura el conocedor, pues desde que Fulgencio Batista agrede al conjunto danzario en 1956, y le retira la ayuda del Estado cuando rehusa convertirse en un agente propagandistico de la tiranía, este no pudo volver a presentarse.
El futuro del baile en puntas peligraba y se mantenía apenas en la figura de la Prima Ballerina Assoluta, quien esparcía su elegancia por el mundo, junto a otras figuras.
A partir de la firma de la Ley 812 del Gobierno Revolucionario se le dio todo el apoyo no solamente material, sino también moral, asevera el Historiador.
La compañía se reorganizó y pasó a llamarse Ballet Nacional de Cuba y, como parte de las primeras medidas del sistema en ciernes, recibió las instalaciones de la Sociedad Pro-Arte Musical, nacionalizadas cuando sus dueños abandonaron la Isla.
Desde entonces, el Estado comenzó a suministrar las zapatillas y todos los materiales necesarios, y el acceso a los teatros y a las orquestas para las presentaciones se convirtió en una posibilidad gratuita.
La admiración del Comandante en Jefe Fidel Castro a la deslumbrante bailarina por su interpretación, pero también por su rol de figura cimera en la lucha por la profesionalización de la danza en el país, motivó el interés del gobierno cubano en el Ballet Nacional de Cuba, conociendo el valor internacional de la compañía.
"La excelencia de Alicia, su talento, su tenacidad y su ejemplo, que inspiraron a generaciones de brillantes artistas, hicieron posible el milagro: la existencia del Ballet Nacional de Cuba con calidad y prestigio mundiales, el nacimiento de la escuela cubana de ballet -síntesis de universalidad, tradición, cubanía y estilo propio, reconocida y aclamada en cualquier parte del planeta-; la formación de nuevos y extraordinarios valores y la posibilidad de lograr otros ambiciosos sueños", expresó el líder histórico de la Revolución Fidel Castro, el 19 de octubre de 2002.
Hoy el conjunto cubano ostenta un repertorio de más de 700 títulos; ha impulsado un movimiento coreográfico muy grande; ha mostrado al mundo con los festivales de ballet desde el año 60 lo que se ha hecho aquí y, a su vez, ha enriquecido la cultura del pueblo trayendo compañías extranjeras como el Ballet Bolshoi, el American Ballet Theatre, o el Royal Ballet de Londres, comenta Miguel Cabrera.
Fruto de la Revolución fue también la creación, en 1962, de la Escuela Nacional de Ballet, de cuyo sistema pedagógico, creado por Alicia y Fernando Alonso con todo lo que tomaron y adaptaron de las escuelas existentes, emergió un método de enseñanza famoso en el mundo.
Y es que el procedimiento educativo de la escuela cubana, según Cabrera, hace un bailarín dúctil, que puede desarrollar El lago de los cisnes y Giselle, lo clásico y lo romántico, pero también resulta una arcilla moldeable en la mano de un coreógrafo para hacer la audacia más contemporánea que se le pida.
Mas en la actualidad, el ballet cubano es un fenómeno que rebasa fronteras y lleva a otras latitudes más que simples coreografías, toda la cultura de la nación concentrada en una propuesta danzaria de calidad innegable, tal vez por ello el éxito sea indiscutible.
"Portocarrero hizo vestuarios para nosotros y Servando Cabrera, Humberto Peña, Martínez Pedro y Cosme Proenza nos han hecho telones. Berta Martínez nos ha escrito obras de teatro, y Nelson y Nicolás Dorr han colaborado también con la compañía. Todo eso ha conllevado a que hagamos danza y se pueda apreciar en ella la novelística cubana de Cecilia Valdés, o de Electra Garrigó, o Canción para una extraña flor, poema de Fina García Marruz", explica el Historiador.
¿Qué resultado hay cuando se abre la cortina? La cultura cubana fundida en una obra, asegura.
Miguel Cabrera dice que ser bailarín en la Isla es una profesión digna, valiosa y reconocida, pero que sin la Revolución, esto no hubiera sido posible.
El Ballet Nacional de Cuba tiene muchos premios y distinciones, comenta, pero uno de los más grandes reconocimientos ha sido que, en el primer congreso del Partido en el año 1975, Fidel Castro reconoció a la Escuela Cubana de Ballet, como uno de los logros más importantes de la cultura en la Revolución.
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