Ecuador: Antídotos contra el veneno golpista

La intensificación de los intentos desestabilizadores contra el gobierno de Rafael Correa y la Revolución Ciudadana han encontrado una pronta respuesta en el masivo apoyo popular a su Presidente, quien expresó su decisión de contrarrestar la ofensiva contrarrevolucionaria dirigida por el imperialismo, que hizo estragos en Argentina y sobretodo en Venezuela, con el “antídoto” de llegar a la disolución del Parlamento y la renuncia del mandatario.

Correa subrayó que no teme una nueva consulta popular, consciente del mayoritario apoyo que posee, a pesar de las medidas utilizadas por la oligarquía y el imperialismo en el intento de defenestrarlo mediante lo que se conoce eufemísticamente como golpe suave, que nunca lo es.

Ante estos intentos desestabilizadores, el Presidente convocó a la población a estar atenta ante las pretensiones de aquellos que quieren volver al pasado, pero subrayó que es indispensable la unidad de las fuerzas progresistas latinoamericanas.

Como se recordará, hace unos meses, con el fin de evitar el pretexto para un golpe de Estado –tal es el dominio mediático opositor- decidió retirar las propuestas de las leyes que permitirían una mejor distribución de la riqueza, mediante impuestos a quienes tienen más, e invitó a un diálogo nacional, hasta atora inútil, porque la oligarquía no quiere la desaparición de la inequidad y la injusticia.

Las estrategias de la derecha desestabilizadora tienen acciones que conllevan ablandamiento, desestimación, calentamiento de calle, combinación de todas las formas de lucha (divulgación de rumores, guerra psicológica), y la fractura institucional, en la que intervienen venezolanos que han fomentado las “guarimbas” contra el chavismo.
Al efecto, el periodista chileno, Patricio Mery, advirtió hace unos días que EE.UU. intenta derrocar a Correa, por medio de un golpe de Estado, monitoreado por la Agencia Central de Inteligencia, como sucedió en su país con Salvador Allende, por lo que no se puede descartar el asesinato del mandatario.

Asimismo, tachó la actualidad de Ecuador de guerra sucia planeada por la petrolera estadounidense Chevron, la compañía más contaminante del mundo, condenada en el 2013 por la Justicia ecuatoriana por sus daños medioambientales. Ellos tratan de perjudicar a Correa “porque se sabe que en la región no hay un liderazgo tan fuerte como el que tiene él”, estimó.

ODIO VISCERAL

Desde que en el 2007 Correa asumió la presidencia, su Revolución Ciudadana arrojó resultados de un evidente crecimiento económico y una significativa reducción de la desigualdad. Esto trajo como consecuencia altos niveles de estabilidad política, alejando la visión neoliberal y la injerencia extranjera, siendo el respeto a la soberanía y autodeterminación determinantes en este gobierno.

Vino a romper con la ola neoliberal que atacó a la región latinoamericana en los años ’90, en los que prevaleció la llamada quiebra del sistema financiero con la pérdida de la moneda nacional; además, hay que recordar la inestabilidad política que generaron presidentes de derecha que fueron destituidos, como Abdalá Bucaram (1997), Jamil Mahuad (2000) y Lucio Gutiérrez (2005), seguidores de los lineamientos del Fondo Monetario Internacional.

Tomando como referencia el proceso bolivariano protagonizado por Hugo Chávez, Correa tomó la bandera constituyente, con el fin de promover el papel determinante del Estado, la ruptura de los Tratados de Libre Comercio, el impulso de políticas sociales a los que históricamente han estado excluidos, abrir la cartera de créditos a los micro empresarios y facilitar el acceso a la vivienda con tasas preferenciales.

Según Telesur, la pobreza disminuyó de un 37,5% a 22,5% y la desigualdad de un 42% a 22%. Se asignaron 10 482 becas a estudiantes y se destinaron más de mil millones de dólares para nuevas universidades. Ecuador creció en promedio del PIB un 4,3% entre 2007 y 2014, además de mantener bajos limites de inflación, y el salario aumentó el doble.

La decisión de mantener la soberanía, en la que incluyó la retirada de la base militar norteamericana en Manta, trató de ser castigada mediante una fracasada asonada golpista en el 2010, que tuvo en cuenta también su acercamiento a presidentes progresistas de la región y sus crecientes relaciones con Irán, Rusia, China y otros países que no son subordinados a la hegemonía estadounidense.

Correa es una voz fuerte de la CELAC, que lleva la bandera bolivariana para reivindicar a los pueblos más necesitados y exigir soluciones reales a la pobreza, subrayando que la “pobreza no es fruto de la falta de recursos, sino de la inequidad entre las clases”.

De ahí que esté en punto de mira de la contrarrevolución internacional, contra la cual esgrime hoy el antídoto del apoyo del pueblo.