La MUD y el programa golpista en Venezuela

La MUD y el programa golpista en Venezuela
Fecha de publicación: 
3 Diciembre 2015
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Una entrevista del Diario El País, opositor orgánico del gobierno legítimo de Nicolás Maduro, al también opositor orgánico y periodista César Rondón, deja clara la estrategia para las parlamentarias del seis de diciembre en Venezuela: el único resultado posible, para él, es que la oposición gane abrumadoramente las elecciones. A esto lo llama, sin que le importe la obvia paradoja, el “escenario ideal”. Ahora bien, como el periodista sabe a fin de cuentas que lo más probable es que pierdan las elecciones del 6D, pone la coletilla de que eso “nadie se lo puede creer”. Al decir nadie, por supuesto, se refiere a su propio entramado de opinión, excluyendo a las mayorías que debieran votar, para hacerlo creíble con la acción, no con propaganda insuflada.

Pero Rondón anuncia, precisamente por esa causa, es decir, por el triunfo palpable del Gran Polo Patriótico, “un berenjenal”; claramente entendido: una ola de disturbios que conduzcan, si no a una situación de golpe, sí a una intervención de las fuerzas del orden que pongan freno al vandalismo público. Con ello, la conjura internacional que desde tiempo ha se gesta, y que se intensifica en esta recta final eleccionaria, buscaría legitimar, al menos, la búsqueda de un revocatorio que les permita transitar hasta el golpe parlamentario, que es el nuevo esquema de injerencia en la América Latina, dado que no es posible manipular revoluciones de colores en el continente.
¿Por qué la MUD, convencida de que debe ganar con amplio margen, se negó a firmar un pacto de aceptación de los resultados con el Consejo Nacional Electoral?

La respuesta es sencilla: el plan golpista depende de no dar por cierta la victoria posible del chavismo. Si fuera en efecto probable el escenario “ideal” de Rondón, no hubiera existido el más mínimo problema en pactar el reconocimiento de los resultados, pues se trata de aceptar que has triunfado, lo que predices una y otra vez. Esta contradicción elemental no es advertida por los analistas que se declaran demócratas y, por tanto, opuestos al chavismo. Ni qué pensar que lo hagan quienes sirven ideológicamente a los monopolios de la información, que demonizaron antes a Hugo Chávez y demonizan sin la menor ética profesional a Nicolás Maduro.

El colmo es que Rondón habla, en esa misma entrevista de El País, de un precedente, el de 2007, justo cuando Chávez reconoce su única derrota, la de más estrecho margen, por cierto, como de un intento de intervención de las Fuerzas Armadas. Hay, pues, un ejercicio de manipulación informativa cuyo plan no puede reconocer siquiera lo factual, lo imponderable. Tal vez el periodista debía recordar que en esa ocasión, en algunos sectores del golpismo, armaron las guarimbas, pues no se enteraron de que habían ganado.

El programa golpista en Venezuela es tan construccionista, y cuenta a tal punto con la anuencia de poderes y organismos internacionales que actúan como puntales de esas fabricaciones, que ni siquiera se preocupa por resituar estas contradicciones tan elementales. Hay una fuerza y un plan que están en marcha. No es alharaca. No es predicción de lógica inducida. Es un hecho concreto que avanza a la luz pública, aunque se ampare en sofismas que nadie, en sano juicio, “puede creerlo en realidad”.

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