EN FOTOS: Un teatro que renace
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Aquí cantaron Caruso y Libertad Lamarque. Aquí bailaron Anna Pavlova y Alicia Alonso. Aquí tocaron Lecuona y Bola de Nieve. Y en uno de los salones, el Capablanca jugó una simultánea histórica… Pocos, muy pocos teatros de Cuba atesoran una historia tan pródiga como el Sauto, Monumento Nacional, orgullo y símbolo de Matanzas, referencia arquitectónica y centro cultural por excelencia de la ciudad.
Su relativa cercanía a La Habana lo ubicó en el circuito de célebres figuras y agrupaciones de todo el mundo. Pero en su gloria tuvo mucho también que ver el ímpetu creativo de una ciudad, tierra de grandes músicos y poetas.
Lo cierto es que desde 1863 Matanzas cuenta con uno de los más hermosos teatros de Cuba, que siempre pudo presumir de contar con una excelente acústica, un escenario profundo y un considerable aforo.
Las líneas neoclásicas del edificio destacan en el centro mismo de la ciudad, cerca de los principales puentes y a pocos metros del mar. El teatro se ubica en el sitio de privilegio de una encrucijada que comparte con algunos de los más notables monumentos y edificaciones de la urbe.
Para los matanceros y los visitantes, el Sauto es uno de los principales puntos de referencia a la hora de recorrer la ciudad.
A lo largo de su historia, el teatro fue escenario de grandes acontecimientos artísticos y políticos, hasta que hace algunos años debió cerrar, urgido de una reparación capital.
Después de algunos altibajos, el proceso inversionista parece haber encontrado su paso. Ahora se trabaja todos los días y son notables los avances. Si no hay imprevistos, la obra debe estar lista a finales de 2016. Y desde ya se sabe qué compañía tendrá a cargo la reapertura: el Ballet Nacional de Cuba, un elenco que ha asumido al Sauto como una de sus sedes más habituales.
CubaSí pudo recorrer todas las áreas en las que se están realizando acciones de restauración y reparación, comenzando por el sótano de la platea, que conserva el mecanismo original de movimiento de la planta, que permite que en algunas ocasiones el lunetario pueda convertirse en una sala de fiestas.
Los trabajos prácticamente han concluido en el escenario (aunque no se ha ubicado todavía el telón) y en la sala principal se labora en el remozamiento de los palcos. Su sustituye carpintería, se pulen esculturas y se restablecen las luminarias. Poco a poco el teatro va recuperando su antiguo esplendor.
Queda todavía mucho que hacer, pero se respiran ganas de trabajar. Esperemos que no falten los recursos para que en un año la ciudad pueda contar con su principal escenario, un teatro que siempre se ha distinguido por la excelencia de su propuesta artística y la singularidad de sus leyendas.
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