Jorge Drexler en Cuba: “Vine a este mundo para escribir canciones” (+ FOTOS)

Jorge Drexler en Cuba: “Vine a este mundo para escribir canciones” (+ FOTOS)
Fecha de publicación: 
1 Octubre 2015
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Quien ha escuchado a Jorge Drexler con su guitarra sabe que él está en esta tierra para hacernos felices con sus canciones. Él mismo lo reconoce, pero no con petulancia de autor estirado, sino con sencillez y tamaña felicidad de poder compartir con nosotros la dicha de disfrutar su oficio.

 

El músico uruguayo, ganador de un Oscar por la canción “Al otro lado del río” en 2oo4,  está en Cuba por primera vez, para ofrecer un concierto único como parte del IV Encuentro de Voces Populares en La Habana.

 

Al conocerlo hoy Drexler me pareció ser justo lo que había imaginado de él desde que lo escuché en esa canción triunfadora del filme “Diarios de motocicleta”, que refleja parte de la juventud de Ernesto Guevara, El Che.

 

Es tan amable, carismático, nos sonríe fácilmente y habla con un cariño que nos alegra el día. Si sumamos eso la ternura de sus canciones- muchas logran derretirnos- entonces confirmamos que se trata de un artista auténtico, que canta a los besos, al amor y al desamor, a los seres humanos en sus momentos especiales… en fin, a la vida.

 

La falta de tiempo no nos permitió hablar todo lo que yo hubiera deseado, por ejemplo del cine que le gusta (ya que es un autor premiado también en los Goya) o de la literatura que prefiere consumir. Drexler estaba ávido por salir a recorrer La Habana, una ciudad que para él está llena de poesía y que quizás será algún día inspiración para una nueva canción.

 

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“Vengo a Cuba a cantar, pero sobre todo a escuchar; quiero absorber cuanto ocurre y suena aquí”, comenta el cantautor, convencido de nuestra riqueza musical, y eterno aprendiz en su oficio de ser latinoamericano.

 

Mientras la prensa le recuerda su éxito, Drexler responde: “El cine ha sido muy generoso conmigo, incluso de manera desmesurada”. Luego ríe. “Yo nunca había ganado un premio y el primero que me dan es el Oscar. Uno no escribe mejores ni peores canciones después de recibir un premio. Puede cambiar algo en la forma de trabajar, pero seguimos siendo las mismas personas. De cualquier manera un premio es una alegría grande. Todavía no entiendo qué le paso a la Academia cuando decidió otorgármelo. Me alegra haber tenido el temple de cantar un pedacito de la canción cuando subí a recibir el Oscar”, confesó Drexler, a quien no se le había permitido actuar durante la ceremonia “por ser una figura poco conocida”. Fue el actor Antonio Banderas quien interpretó “Al otro lado del río” en esa ocasión.

 

“Quien escribe canciones sabe que no hay premio más lindo que el de levantarse al día siguiente y ver lo que uno compuso, escucharlo y sentir que de alguna manera se ha dejado plasmado un pedazo de sí, como una huella”, asegura el autor de “Todo se transforma”.

 

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Drexler, que ha perseguido la música desde niño, estudió medicina y luego abandonó esa profesión para dedicarse por completo a su canción con guitarra, a pesar de que él cargaba con un largo historial de médicos en la familia.

 

“Es una profesión maravillosa la de la medicina. La escogí por el amor que le tengo al ser humano, es una manera de entrar en contacto con el dolor, la muerte, la alegría de sanar y ver sanar. Pero la dejé porque me gustó más la música. Siento que vine a este planeta a hacer música. Nunca me arrepentí por escoger escribir canciones. Generalmente soy dubitativo para tomar decisiones vitales, pero esa es la única que no pensé dos veces. Yo iba a las guardias en el hospital con la guitarra escondida bajo la túnica e iba a los bares a tocar con la túnica dentro de la guitarra”, recordaba Drexler.

 

¿Has pensado que con la música estás salvando vidas, como mismo podías haberlo hecho en tu oficio de médico?

 

Te agradezco que me digas eso. Lo escucho decir mucho. La gente cuenta cosas maravillosas, impresionantes. Es muy grande que alguien te diga que duerme su hijo o que hace un duelo, que sale a correr, que se casa o que ha conocido a alguien con una canción tuya. Nunca pensé que eso podría pasar, es algo que considero un privilegio altísimo y lo agradezco cada día en que me dedico a este trabajo.

 

Por sobre todo yo hago las canciones para sanarme yo. Considero al público como un igual, por tanto, si me sirve hacer canciones para hacerme el bien entonces les servirá también a otras personas. Para mí escribir es un acto terapéutico, por eso se puede transpolar a otros, porque está hecho desde el centro del corazón y desde la verdad.

 

El Che también era médico. A pesar de que “Al otro lado del río” fue un tema por encargo, ¿qué conocías del Che y qué te inspiró de él para hacer esa canción?

 

Yo me sentí muy identificado con la historia. Lo sentí como un estudiante de medicina que vive en la zona rosa de América Latina y que sale a recorrer el mundo. Salvando las diferencias entre Ernesto Guevara y yo- no estoy haciendo paralelismos-, pero cuando yo era joven salí a un viaje por Brasil, lo recorrí de norte a sur y hasta el día de hoy sigo descubriendo este continente maravilloso en su belleza y también en su horror.

 

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“La canción de la película del Che fue quizás en la que invertí menos tiempo para escribirla y menos presupuesto para grabarla. Tiene el radio de tiempo-trascendencia más paradójico que vi en mi vida”,  dice Drexler, quien se leyó el guión sin haber visto el filme terminado.

“Me enviaron el texto sobre las 8 pm, lo leí de un tirón, estaba de vacaciones en Estados Unidos en la casa de unos amigos. Me levanté al amanecer y había soñado la canción de la historia”.

 

Drexler escribió el tema en unas pocas horas, pidió prestado un micrófono y en pijamas grabó una versión de la canción que, por cierto, es la que quedó definitiva en el filme. La envió al director y al rato este llamó y le dijo, “Ya está en la película”. Drexler le respondió que aquello se trataba de una maqueta, pero él apuntó que estaba perfecta tal cual.

 

El uruguayo insistió mucho en llevar el tema a un estudio de grabación. “Fuimos a uno con una mesa de sonido espectacular, donde habían grabado Frank Sinatra, John Lennon, en fin… y lo intenté, pero no salió más, así que quedó esa voz grabada en pijama, apenas escrita con la emoción de ser la primera vez en que la cantaba”, relató Drexler.

 

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Además de la medicina, el artista también incursionó en la literatura, de joven.

¿Cuánto puede haber aportado esta experiencia a tu carrera musical?

 

No soy un escritor. Escribí algunos cuentos en una época y aún hago poesía de vez en cuando. Hice de actor en una película, pero tampoco me considero actor porque no le dedico tiempo a esas disciplinas.

 

Mi relación con la literatura es en función de un contexto musical. Me sirvió mucho criarme y educarme en el Uruguay de esos años, en las escuelas públicas, soy nieto de maestros. En Montevideo hay como un ambiente literario flotante, hay una densidad alta de escritores contemporáneos: Benedetti, Galeano, Onetti, Filiberto Hernández… y  con la canción pasa similar a la literatura.

 

Me siento afortunado de haberme formado en los 80 en Uruguay y haber vivido la apertura política desde la facultad de medicina que era una de las más implicadas en el cambio social.

 

Soy un hijo de la dictadura, vengo de una familia de profesionales de izquierda, con la mitad de la familia exiliada. A veces me sentía cansado de la política, como un niño que lo ve todos los días y termina harto de que todo sea tan cargado de significados. Con 17 años lo que quería era Bob Marley y música brasilera, pero la dictadura no sale de uno cuando uno quiere, a veces no sale nunca, yo creo que aún la tengo en las articulaciones. Mi álbum “Bailar en la cueva” es un intento de quitar del fondo de mis huesos los restos de inmovilidad y rigidez que crea la dictadura en nosotros.

 

Mencionaste a Galeano, él fue precisamente uno de los jurados de un concurso literario que ganaste de joven. Él también es uruguayo, ¿te identificas con su figura, su ideología?

 

Cuando conocí a Eduardo hace años aun se acordaba de aquel concurso de cuentos. No sabes lo importante que fue para mí ese momento. Yo era un estudiante de medicina, yo vivía la música y el arte desde afuera y de repente que alguien como Galeano- a quien leíamos a escondidas con el libro envuelto en papel de periódico porque era prohibido podías ir preso- te reconociera así y que te diera la oportunidad de sentirte escritor o artista porque tenías algo que decir, eso fue grande…

 

Él era un gran conversador, era muy lindo conversar con él, era una persona mucho más distendida de lo que imaginamos, muy cercano, muy fácil de hablar con él. Galeano, años después, aún se acordaba del concurso, fue muy lindo para mí.

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Galeano, Benedetti, Mercedes Sosa, Omara Portuondo, Silvio Rodríguez y Joaquín Sabina parecen ser algunos de los ídolos de Drexler, por cómo él se refiere a ellos.

 

Drexler es uruguayo, pero hace años vive en España, sin embargo su acento al cantar o al hablar y su estilo son innegablemente latinoamericanos. “Uno es lo que es, el acento musical de cada cual es como la identidad sexual, ni se fuerza ni se esconde. No tiene sentido esconder lo que uno siente. En una época me dedicaba a defender mi identidad, a hacer música específicamente uruguaya, rioplatense, nacional. Hoy día, haga lo que haga, sé que sonará a uruguayo porque he estudiado la guitarra. Yo toco sobre todo en España, pero en mis últimos años me siento en casa en muchos lados”, asegura.

 

“Mi patria es mi lengua, como decía Pessoa. Es ahí donde me siento ciudadano de muchos lados. La geografía es una circunstancia, la lengua es una realidad”, concluyó Drexler, y en medio de sonrisas, fotos con fans, y un “hasta luego” nos despedimos, como si fuéramos a encontrarnos caminando por las calles de La Habana.

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