Bola de Nieve, una voz auténticamente cubana (+ FOTOS)

Bola de Nieve, una voz auténticamente cubana (+ FOTOS)
Fecha de publicación: 
2 Octubre 2015
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"Si me pudieras querer/ como te estoy queriendo yo/ Si no me fuera traidora/ la luz de tu amor./ Yo no sé si existiera por ti solo mi querer,/ yo no sé qué sería la vida sin ti…"

Una letra sencilla y emotiva, salida de la pluma de alguien que no se consideraba compositor. Para él no era más que un intérprete, alguien que se entregaba a la interpretación, al punto de sentir suyas incluso aquellas canciones que no eran de su autoría.

Demasiada modestia para quien legó al pentagrama nacional e internacional títulos memorables como Ay, amor; Tú me has de querer; No puedo ser feliz; Qué dirías de mí; Ya no me quieres o Si me pudieras querer.

Sí, me refiero al sin par Bola de Nieve. Ignacio Jacinto Villa y Fernández era su verdadero nombre, mas el cubano viajaría el mundo entero bajo el apodo que, según muchos comentan, le inventó nada menos que La Única, Rita Montaner.

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Bola de Nieve junto a Rita Montaner.

 

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El Bola junto a Carlos Puebla.

 

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Bola de Nieve con Nicolás Guillén.

 

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Bola de Nieve con Miriam Makeba.

Un 11 de septiembre nació el Bola, pianista e intérprete, cuyo singular estilo le haría ganar la admiración y el afecto de los más importantes músicos e intelectuales de su generación.

¿Quién le iba a decir a aquel negrito de Guanabacoa, que comenzó su carrera poniendo música a películas silentes en el cine Carral, de su ciudad natal, que un día tocaría y cantaría junto a artistas de la talla de Ernesto Lecuona, Esther Borja, Zoila Gálvez, Libertad Lamarque, Pedro Vargas, René Castelar o la propia Rita Montaner?

En México actuó por primera vez como solista, dando vida a la letra del poema Bito Manué, tú no sabe inglé, escrito por Nicolás Guillén y musicalizado por Emilio Grenet. Allí se ganó el amor del público local y la visa para el corazón de muchos otros públicos que conquistó a lo largo de su vida artística.

Argentina, Chile, Perú, Estados Unidos, toda América,  vio desfilar al Bola entregándose a la canción, pues, como bien dijo una vez: "Yo soy la canción que canto". Y era cierto, porque hasta la gran Edith Piaf reconoció que nadie interpretaba La vie en rose como él.

Pues sí, hasta Francia llegó el cubano y trabajó también en España, Italia y Dinamarca. Gozaba internacionalmente del reconocimiento que no tenía en su propio país, donde ninguna disquera quiso nunca grabar con él.

Solo después del 59 pudo hacerlo y continuó su carrera itinerante por la Unión Soviética, Checoslovaquia y República Popular China.

El dos de octubre de 1971 murió Bola de Nieve en su querido México. El destino quiso que muriera fuera de su tierra, pues en cuestiones de nacionalidad, el Bola se reconocía sin ella, aunque sí decía sentirse, sobre todo, eminentemente latinoamericano.

 

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Nicolás Guillén y Alfredo Guevara en el entierro de Bola de Nieve.

Los más jóvenes lo conocemos de aquellas grabaciones de archivo maltratadas por el tiempo, que a veces muestran en televisión y donde apenas se puede apreciar su amplia sonrisa y la gracia con la que acariciaba el teclado, todo elegante con su frac negro.

Solo nos quedan sus composiciones, sin duda, patrimonio de nuestra cultura, la mezcla perfecta entre lo clásico y lo popular. Lástima que no tuvimos más de Bola y de su modo de ser y expresar tan particular.    

         
Lástima que no conocimos mejor a la voz más refrescante y auténtica que tendrá jamás la música cubana.   

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