Ileana Ros-Lehtinen: ¿Conspirando hacia Venezuela?

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Ileana Ros-Lehtinen: ¿Conspirando hacia Venezuela?
Fecha de publicación: 
20 Agosto 2015
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Aunque sus antecedentes dicen lo contrario, ella trata de posar como una persona ajena a la violencia terrorista.

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, reveló que, junto a su carnal Marco Rubio, estuvo mezclada en actos vandálicos sucedidos allí durante 2014.

“Lo dicho por Maduro es otro intento de distracción para llevar la atención lejos de la crisis que vive el país” afirmó la congresista.

Ros-Lehtinen trató así de restar fuerza a la acusación del mandatario que la desenmascaró vinculada al suministro de fondos para la ultraderecha nativa.

Según ella, “los venezolanos” saben que sus dificultades económicas internas son ajenas a un complot fraguado en el exterior.

Además atacó al presidente Obama por no hacerse eco de sus campañas respecto a supuestos  atropellos que se efectúan en el país suramericano.

"Es desgarrador que no haya añadido más nombres (de funcionarios chavistas) a la lista de infractores, para que se les niegue la entrada a los Estados Unidos”, puntualizó.

Sin embargo, por lo general la vida de Ileana Ros-Lehtinen corrobora su pública adhesión a jugarretas y a su generosa relación con terroristas.

Baste mencionar algunos ejemplos, entre muchos, para garantizarlo.

El casi increíble espectáculo de su vehemente defensa al terrorista Orlando Bosch Avila cuando a finales de la década del 80 del siglo pasado Washington trató de expulsarlo de Estados Unidos por sus reiterados actos terroristas.

El seis de octubre de 1976, Bosch, junto a Luis Posada Carriles, destruyeron en pleno vuelo un avión civil cubano donde viajaban 73 personas.

Pero además, la señora Lehtinen ha fungido sin el menor recato como “madrina” de otros malhechores al servicio de la política contra La Habana, al estilo de Rodolfo Frómeta Caballero, jefe de la pandilla Comando F-4.

Asimismo de otro de similar pinta, Eduardo Arocena Pérez, aún cuando ella ha formado parte del Congreso de los Estados Unidos.

Su hoja de servicios incluye además la complicidad exhibida en el secuestro del niño cubano  Elián González, hecho que repudiaron millones de estadounidenses.

Mención aparte alcanza uno de los responsables del golpe de Estado en Honduras, el dictador Roberto Micheletti, a quien, cuando había sido aislado en casi todo el planeta, ella visitó, le llamó “presidente” y justificó la asonada.

No puede faltar, a la hora de caracterizar a Ileana, la escenificación que montó en el Capitolio de Washington para acusar sin pruebas a cubanos “enviados por el régimen de Castro” de haber torturado en Vietnam a 19 pilotos estadounidenses.

Correspondió al entonces presidente William Clinton, a través de una simple y no muy difundida nota de prensa, deshacer el embuste.

Su permanente enlace con quienes financian y dirigen a titulados “disidentes” que alquilan en Cuba es muestra inequívoca de una causa vacía y frustrada.

La actual normalización de lazos diplomáticos entre La Habana y Washington les propina  un golpe que los mantiene hondamente anonadados.

Con esa apretadísima y generosa muestra de antecedentes, ¿puede alguien dudar que doña Ileana forma parte del actual complot hacia Venezuela?

De existir quedan gruesos archivos, desde su infancia cuando familiarmente le decían Lily, hasta el presente, capaces de revelar asuntos muy interesantes.

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