Héctor Alterio dice que le queda muy poco "de trabajo y de vida", pero no le preocupa

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Héctor Alterio dice que le queda muy poco "de trabajo y de vida", pero no le preocupa
Fecha de publicación: 
3 Agosto 2015
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"El paso del tiempo lo veo muy rápido. Seamos claros: tengo 85 años", apunta Héctor Alterio en una entrevista con Efe, consciente de que le queda poco tiempo "de trabajo y de vida", pero con ganas de colgar de nuevo el cartel de "no hay localidades" en el teatro con "En el estanque dorado".

 

"Cuando tenga que llegar que llegue", dice con sinceridad el actor argentino (Buenos Aires, 1929) sobre el final de la vida, la principal obsesión de su personaje Norman Thayer que vuelve al Teatro de Bellas Artes de Madrid a partir del 18 de agosto. "Lo más maravilloso es que uno no sabe dónde está el final y como no lo sabe para qué indagar", dice.

 

La obra, que versa sobre los problemas cotidianos de una pareja mayor, es mérito del genial Ernest Thompson que tuvo "la perspicacia", en palabras de Alterio, de tratar un tema tan complicado como la muerte, con una "desfachatez elegante y respetuosa" que hace que surja el chiste inesperado para provocar el "alivio" en el espectador.

 

Dirigido por Magüi Mira, el veterano actor comparte escena sobre las tablas con una experta en esto del teatro, ni más ni menos que Lola Herrera, con quien no había trabajado nunca antes, pero tras más de 300 funciones a sus espaldas, su relación se consolida.

 

"Y lo que queda", apunta con rapidez Alterio, que se deshace en elogios hacia su esposa teatral: "Es una persona con un sentido del humor muy sano y una calidad interpretativa maravillosa", resume.

 

Llevada al cine por Henry Fonda, Katharine Hepburn y Jane Fonda en 1981 con "cierta superficialidad", según el actor, y tratada en el teatro con "más profundidad", la única preocupación de Alterio ahora es hacer de cada día "como si fuese un estreno", porque "el publico lo ve por primera vez", matiza.

 

Y, a pesar del tiempo, su personaje le sigue sorprendiendo porque además de la ya de por sí característica del teatro que permite "mejorar cada día lo del día anterior", Thayer es un personaje que le posibilita "encontrar vericuetos" que le permitan "entretenerse" constantemente.

 

"En el teatro me siento casi patrón de mi trabajo porque lo manejo yo, respetando los elementos de la dirección claro, pero puedo decidir en qué momento se corta el silencio, en qué momento se apura", cuenta Alterio, cuya carrera ha sido predominantemente cinematográfica.

 

Cerca del estanque dorado que da nombre a la obra es donde Thayler y su mujer pasan las vacaciones, como todos los años, y donde recibirán la visita de su hija Chelsea (Luz Valdenebro), en compañía de su hijo (Mariano Astudillo), con la intención de presentarles al amor de su vida (Camilo Rodríguez).

 

Y con ella el conflicto generacional se pondrá de manifiesto al servicio del espectador que vivirá algunos momentos tensos entre padre e hija.

 

Alterio, "como cualquier padre", también ha vivido los "miedos" y las "incógnitas" de la adolescencia con sus dos hijos, Malena y Ernesto, ahora actores como él, y de los que ahora se siente "muy orgulloso".

 

"Aún recuerdo el calor de la mano de mi hijo cuando tenía 4 años y cruzábamos Bravo Murillo, la calle del hostal en el que vivíamos, y me decía '¿papá en qué idioma hablan?' porque no lo entendía", explica, "pero esos recuerdos tan tiernos y lejanos también han pasado volando", se lamenta.

 

Y es que, "el tiempo pasa rápido, pero también tiene la ventaja de que allana caminos y despeja hierbas molestas", reflexiona el actor argentino.

 

Ambos han salido a su padre y han hecho de la interpretación su vida, eso sí, nunca trabajaría con ellos: "No me siento capaz, lo intenté una vez pero me sentía incómodo, me moría de la risa mirando a mi hija... No, no, no, no, no puedo", concluye.

 

Sin móvil ni ordenador, dice que "pronto" se convertirá en un "analfabeto" en esta sociedad, pero tampoco parece importarle demasiado.

 

"Estoy ya acostumbrado a que la gente consulte el móvil en una reunión familiar porque no me queda más remedio, pero no me animaría a hacerlo, me parece una falta de respeto", añade.

 

El actor, que cumplirá 86 en septiembre no piensa tampoco en jubilarse, porque no puede. "Si tuviera una jubilación como los políticos o la gente de poder dedicaría el resto de mi vida a viajar, pero yo no me lo puedo permitir".

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