Cuba-USA: Piedras “ultra” en su camino
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Desde Washington esa tendencia continúa tratando de obstaculizar el acercamiento bilateral, e incluso de frustrarlo.
Un periodista de la France Press (AFP), Alexandre Gros Bois, acaba de analizar cómo marcha ese difícil proceso.
Amplificado en Miami por el Nuevo Herald señaló que avanza aún cuando ciertas divergencias “parecen difíciles de superar”.
Recuerda que desde el anuncio bilateral del 17 de diciembre encuestas han mostrado el apoyo mayoritario de los estadounidenses al cambio de política hacia Cuba.
Bois agrega que a partir de entonces han tenido lugar sucesos inconcebibles hasta ese momento.
Para avalarlo cita a Obama solicitando al Congreso estudiar el posible levantamiento del “embargo” formalizado a la isla en 1962.
Junto a ello que oficializó su salida de la lista de países relacionados con el terrorismo.
Además mencionó el encuentro sostenido con el presidente Raúl Castro durante la Cumbre de las Américas en Panamá.
Y por último subrayó que ahora están en vías de restablecer los lazos diplomáticos suspendidos por Washington a principios de 1961.
Todo transcurre mientras perturbados de la extrema derecha al estilo de Marco Rubio, Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart, intentan revertir lo alcanzado.
Así lo demostró un editorial publicado días atrás en Diario las Américas bajo el titulo “Amistad con Recelo”.
Sus primeras líneas ya restan credibilidad a todo lo que viene después cuando afirman: Cuba, durante más de 50 años alimentó una relación de hostilidad con su vecino del norte.
Hasta infantes de las escuelas primarias de este continente medianamente informados saben que tal idea es una grosera mentira.
Y después la agrandan cuando se atreven a decir –sin un átomo de pudor- que La Habana rechazó “todo tipo de acercamiento” con Estados Unidos.
En otro momento el editorial de Diario las Américas plantea que Obama no debe creer en la amistad de quienes han sido enemigos históricos de su nación.
Algunas preguntas contribuyen a demostrar lo inverso.
Durante el tramo que va desde el siglo XVIII hasta el presente, ¿trató Cuba alguna vez de variar el curso de los acontecimientos en Estados Unidos?
¿En algún momento ocupó tan siquiera un milímetro de su territorio amparada en una ocupación militar?
¿Fue capaz de imponerle una “enmienda” a su Constitución que le facultara para actuar holgadamente en los principales asuntos internos?
¿Disolvió los destacamentos armados que lucharon por sacar al colonialismo británico de sus colonias?
¿Quién eliminó al Ejército Libertador Cubano, fuerza decisiva en la derrota aquí del colonialismo español?
Y en ese contexto aprovechó las circunstancias para hacer suyas las mejores tierras, fábricas de azúcar y empresas de servicios básicos.
Pero a lo sucedido podría añadirse un detalle ahora muy actual: ocupada militarmente la isla impuso la existencia de una base naval.
En los primeros años de la década del 60 del siglo XX, ¿quién concibió, financió, organizó, entrenó, y envió fuerzas mercenarias a invadir, bombardear y causarle muertos y heridos?
Las respuestas absolutamente objetivas a esas interrogantes liquidan de un plumazo la versión esgrimida por Diario las Américas sobre “el enemigo histórico”.
O mejor dicho, sitúa a este último en el lugar que verdaderamente le corresponde.
Mientras, algo parece seguro, y es que continuará la puja ultraderechista en Washington y Miami contra el muy saludado acercamiento cubano-estadounidense.
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