Publican el diario de la artista que se suicidó por amor a Juan Ramón Jiménez
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Publicado por la Fundación José Manuel Lara, y presentado hoy, ese diario lo dejó Marga Gil, dibujante y escultora de excepcional talento, en la casa del Premio Nobel la mañana del día en que se quitó la vida, el 28 de julio de 1932.
El poeta estaba abstraído en su trabajo y no lo leyó en aquel momento. Además, según le dijo Juan Ramón a su mujer, Zenobia Camprubí, la propia joven le pidió: "No lo leas ahora".
Ocho meses antes de quitarse la vida, Marga se había hecho amiga del gran poeta español y de su mujer y visitaba con frecuencia la casa de ambos. Modeló un busto de Zenobia y tenía previsto hacer otro de Juan Ramón, pero no le dio tiempo.
A los doce años había ilustrado dos cuentos de su hermana Consuelo y ya demostraba "una modernidad y madurez asombrosas. Era una niña prodigio y una joven artista de talento extraordinario", le decía hoy a Efe la escritora Marga Clark, sobrina de Gil Roësset.
Juan Ramón y Zenobia quedaron muy afectados por esa muerte: "Si pensaste al morir que ibas a ser bien recordada, no te equivocaste, Marga. (...) No te olvidaremos, no te olvidaré nunca", escribió el poeta en una semblanza que hizo de la joven poco después de su suicidio. Un texto que pensaba incluir en el libro que quería dedicarle y que, por distintos motivos, el poeta no llegó a publicar.
Como afirmaba hoy en una entrevista con Efe Carmen Hernández Pinzón, sobrina nieta de Juan Ramón Jiménez y representante de los herederos, la Guerra Civil y el posterior exilio del matrimonio Jiménez retrasaron ese proyecto, pero sobre todo lo hizo "el asalto y el robo por parte de Félix Ros, Carlos Martínez Barbeito y Carlos Sentís de numerosos papeles y manuscritos" del poeta.
En 1997 ABC Cultural adelantó parte de la dramática y conmovedora historia de Marga, pero es ahora, 82 años después de aquella muerte, cuando la Fundación José Manuel Lara ha publicado el libro homenaje tal como lo concibió Juan Ramón y con el "Diario" íntegro.
"Marga" -ese es su título- contiene también los textos que el poeta y su mujer escribieron para ese proyecto, las tres cartas que la artista dejó antes de matarse (a su hermana Consuelo, a sus padres y a Zenobia), varios dibujos de la artista, fotografías, recortes de prensa y reproducciones de manuscritos de unos y otros.
"Zenobia... vas a perdonarme... ¡Me he enamorado de Juan Ramón! (...) Pero claro como soy yo sola a querer... creo mucho mejor ¡matarme! ya ... que sin él no puedo... y... con él no puedo... perdóname Azulita... por lo que si él quisiera yo habría hecho", decía Marga en la nota dirigida a Camprubí.
El Diario está escrito como a borbotones, repleto de puntos suspensivos. Y lleno de vida. Esa vida que le encantaba a Marga Gil, sobre todo desde que conoció al poeta: "Por eso precisamente me da pena ¡y qué pena! irme...", escribía la joven.
Para la representante de los herederos, publicar este libro supone "cumplir el deseo de Juan Ramón" y, sobre todo, de Francisco Hernández-Pinzón, su padre, que le regaló a ella la carpeta de piel, de color amarillo oscuro, donde el poeta guardó todo el material relacionado con Marga.
"Es como una obligación moral que tenía hacia ellos: rendirle homenaje a Marga, para que su historia quedara incorporada eternamente a la figura de Juan Ramón", decía hoy Hernández-Pinzón.
"Era un crimen que la historia de Marga estuviera sepultada porque no pertenece solo a la familia sino a la cultura española", aseguraba la sobrina, que le ha dedicado ya varios libros a la figura de la artista.
A través de la lectura de este Diario "se va a conocer a Marga en su totalidad, con sus luces y sus sombras", añadía la escritora.
Conseguir publicar este diario no ha sido fácil. Francisco Hernández Pinzón intentó un acercamiento con la familia de Marga, pero no lo logró porque "no querían oír hablar de Juan Ramón", cuenta su hija.
Cuando Carmen Hernández Pinzón fue designada en 1995 representante de los herederos del poeta sí se entrevistó con Consuelo Gil, pero la vio tan afectada que decidió esperar unos meses para hablarle del Diario.
La hermana de Marga murió poco después y fue luego José María Franco, otro familiar, el que "autorizó la publicación de esos textos".
Clark quiere "reivindicar la figura de Marga Gil sobre todo por su valía y su excelencia artística como escultora y dibujante, no solo por su relación con Juan Ramón y Zenobia".
"A la familia nos gustaría tener el Diario, pero comprendemos que Marga lo dejó en casa de Juan Ramón", señala Clark.
"Marga quería que lo tuviera él", apostilla Hernández-Pinzón.
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