Como se ha dicho, Scott, actual gobernador, llegó al cargo con el apoyo del neonazi Tea Party, así como de la ultraderecha de origen cubano asentada en la Florida.

Este viernes el candidato demócrata recibió un significativo apoyo cuando Michelle Obama habló ante unos mil afroamericanos y les pidió que lo apoyaran.

Un periodista de Diario Las Américas, Sergio Otalora, dijo: se dirigió a un electorado “cautivo, que vibró durante los 20 minutos de su intervención”.

Michelle, vista allí como la estrella de esa tarde, recordó que su esposo ganó en 2008 porque las minorías asistieron a las urnas “en cifras nunca vistas”.

Pidió a esos votantes floridanos que no se dejen sacar de la fila, quizás en alusión a lo sucedido a integrantes de la comunidad negra en comicios anteriores.

Inquieta por la tendencia que millones tienen en Estados Unidos de alejarse de las urnas, llamó a no quedarse en casa, porque, de lo contrario, ellos ganan.

Al hablar sobre educación, la Primera Dama prometió que Crist reconstruirá sus debilitados presupuestos de escuelas y universidades públicas.

Hizo otra promesa diciendo a los presentes: “no importa cuanto dinero tenga una familia, poseerán la mejor educación”.

Apuntó que al llegar en 2009 a la presidencia caían unos 800 000 puestos de trabajo al mes, e incluso no descartaban afrontar una gran depresión.

Michelle advirtió que no será fácil el triunfo de Crist para la gobernación del estado, porque en esta campaña “se ha visto mucho dinero”.

En los comicios de 2010, recalcó, donde hubo millones de electores, solo 31 000 de ellos “decidieron el destino de la Florida”.

¿Lo más interesante de sus palabras? Que alguien como ella, de manera implícita, sacó a flote delicadas llagas que corroen a su sistema de vida.