¿Es usted un troll de Internet?
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En una rápida y sencilla búsqueda por internet se describe a un troll como una persona que publica mensajes provocadores en una comunidad en línea: un foro de discusión, sala de chat, blogs, en redes sociales como Facebook y Twitter o en medios de prensa digitales.
Los fines de estos comentarios insultantes pueden ser diversos desde generar un estado de opinión, ofender, confundir, difamar o distorsionar la realidad hasta la razón más simple e inconcebible: pura diversión o maldad.
Por lo general utiliza identidad falsa para “encender” la red de manera anónima sin correr peligro.
Es precisamente el anonimato del que gozan estos molestos usuarios en internet lo que los hace más “valientes”, generando el efecto que los psicólogos describen como desinhibición en línea (se atreven a decir-escribir cosas que no dirían cara a cara).
La psicología del troll
Algunos especialistas defienden la idea que al no existir dialogo físico un troll no es capaz de percibir a los demás como un ser humano real sino como un blanco o una especie de abstracción digital.
Psicólogos de las universidades canadienses de Manitoba, Winnipeg y British Columbia publicaron recientemente un estudio acerca de la psicología de los trolls en el que registran que estos individuos podrían estar desahogándose por Internet. Asimismo, aconsejan ignorarlos para no “alimentarlos” y obligarlos a retirarse al no encontrar el grado de satisfacción pretendido.
Sin embargo, para Whitney Phillips, profesora de la Universidad Estatal de Humboldt y autora de un libro por editarse acerca de sus años estudiando la mala conducta online, “mientras Internet siga operando en base a una economía basada en camarillas, los trolls siempre estarán presentes porque están perfectamente calibrados para explotar la manera en que los medios están diseminados en estos tiempos".
Atracción por los famosos
Los estudios también revelan que algunos trolls sienten predilección por los famosos, quizás por la atención que reciben por parte de otros usuarios de la red y hasta de los propios medios de comunicación de corte amarillista.
Así sucedió con la noticia de la muerte (suicidio) de Robin Williams, que ocupó por varios días los titulares de los medios, excitando el morbo de los trolls, que no pararon hasta sacar de internet a la hija del excelente actor norteamericano.
Zelda Williams se vio obligada a eliminar Twitter e Instagram de su teléfono luego de recibir "insensibles" imágenes editadas del cadáver de su padre y comentarios negativos de varios usuarios alusivos al suicidio, divulgaron varios periódicos.
A finales del 2012 otro troll sembró el pánico entre algunas celebridades deportivas al publicar en Twitter sus números telefónicos. En cuestión de minutos esa información privada fue de dominio público. Varios medios también se hicieron eco de esto y publicaron por aquella fecha que los teléfonos de Gerard Piqué y Cristiano Ronaldo, entre otros, no cesaban de sonar.
Otro caso sonado fue el del Woodhouse, un ex futbolista de 32 años y ahora boxeador inglés que, a finales del 2013, perdió la pacencia con un troll (@Jimmyob88 ) que lo agredía incesantemente por twitter.
En uno de esos malos días que suele tener la gente Woodhouse perdió una importante pelea y su troll lo llamó cobarde. El boxeador harto de tantas ofensas indicó en un mensaje que ofrecía mil 500 libras esterlinas a quien le diera información sobre la identificación de la persona, así como la dirección de su domicilio. Cinco minutos después tenía las señas suficientes. Se móntó en el carro y manejó más de 100 km hasta llegar al barrio de su agresor digital, según publicó Telegraph.
“Primero pienso que él creyó que estaba bromeando, y siguió enviándome mensajes abusivos, pero cuando llegué a su calle tomé una fotografía del camino y de un letrero, fue entonces que él se dio cuenta que estaba cerca. Empezó a retractarse, diciéndome que lo sentía, básicamente llorando en Twitter”, añadió Woodhouse.
Perfiles falsos
Aunque por lo general no pasa de una simple broma no pocos usuarios han visto comprometida su dignidad cuando les hacen perfiles falsos, otra peculiaridad de los trolls también conocida como suplantación online.
Se inclinan a falsificar identidades de figuras conocidas, desde políticos hasta famosos de la farándula, y escriben, incluso, mensajes de acorde a las características de la persona suplantada con el objetivo de lograr la credibilidad del resto de los usuarios.
Para minimizar los efectos de este fraude en algunos lugares se han tomado ciertas medidas. En California existe desde el 2001 una ley que prohíbe la suplantación de identidad en Internet, donde los implicados podrían enfrentar multas de hasta 1.000 dolares y/o hasta un año de cárcel.
Establece que toda persona que se haga pasar por otra persona real a través de un sitio Web o por otros medios electrónicos con el fin de ofender, intimidar, amenazar o defraudar a otra persona es culpable de un delito menor.
Pero no existen leyes en todos los estados ni países y la realidad demuestra que pocas veces se descubre al infractor.
Tampoco es inteligente, ante la falta de protección legal, alejarse totalmente de las redes sociales porque en la actualidad constituyen una útil herramienta de interracción social e información. Lo recomendable es acceder a ellas conociendo los riesgos para no ser objetos de timo de estos personajes fantasmas.
Trolls contratados para Cuba
Aunque se estima que solo 3 millones de personas acceden a servicios de Internet en Cuba, en condiciones de conectividad muy complicadas quien lo haga puede también percibir a los llamados trolls tanto en las redes sociales como en algunas publicaciones cubanas donde les gusta colgar comentarios, generalmente bajo el blindaje del anonimato.
Pero, ¿qué distingue a los trolls que navegan por las redes cubanas del resto del mundo? Simplemente que la mayoría de ellos no ejercen este roll por malicia o entretenimiento. Son trolls contratados (la mayoría no escribe desde Cuba) y forman parte de la ciberguerra que lleva a cabo, desde hace varios años, el gobierno de Estados Unidos contra nuestra Isla en su afán de generar a través de internet el anhelado cambio de régimen.
En esta persistente estrategia lo más peligroso no son los programas planificados (zunzuneo) desde el Norte ni las campañas mediáticas de los trolls en internet contra Cuba sino la ingenuidad de algunos usuarios de la Isla, que se dejan envolver y en ocasiones hasta le hacen el juego sin pensar que están navegando en casa del trompo, aunque el trompo -dueño y señor del ciberespacio-, por mucho dinero que invierta, por lo menos aquí en Cuba, no se saldrá con la suya.
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