Waldo Mendoza, un músico con mucho amor y sueños para repartir (+ FOTOS)

Waldo Mendoza es un artista incansable, desde que inició su carrera musical en solitario no ha cesado de cosechar éxitos. Él tiene sus raíces en la música popular bailable, pero fue la balada y la música romántica en general lo que le hizo ganarse el corazón de los cubanos.

A sus peñas en el Café Cantante del Teatro Nacional de La Habana va todo tipo de público, jóvenes, adultos, ancianos, porque la credencial intransferible allí es el amor; el amor a la pareja, a los amigos, a la familia, a la vida en definitiva.

Waldo acaba de lanzar su más reciente álbum, Repartiendo amor, con la disquera cubana Bis Music. Todos los temas son compuestos por él, excepto uno, en el que comparte autoría con Amed Medina, quien fue el productor y director musical del volumen.

Comenzar a charlar sobre el disco alcanza relevancia solo después de haberlo escuchado. Sus textos y música siguen el camino que estaba vacío y Waldo llenó hace mucho tiempo en Cuba, el de la música romántica. Con él conversamos.

—En las notas del disco Repartiendo amor Waldo agradece a sus sueños de niño. ¿Realmente soñabas con ser artista desde pequeño?

—Siempre. Cuando uno nace con esa luz o actitud, uno se esfuerza por realizar ese sueño, y la ayuda de los padres es fundamental. Desde que ellos me enseñaron el camino de las artes, yo quería ser cualquier cosa que tuviera que ver con eso, plástico, músico… en fin. Fue la música el camino mío. Desde entonces siempre deseé tener el aplauso del público, a eso aspira todo creador.

—¿Lo que estás viviendo hoy es la concreción de lo que soñaste o crees que aún te falta para cumplir tu ilusión?

—Creo que aún lo estoy soñando, aún estoy al principio de mi carrera, claro que me falta. Me han sucedido muchas cosas buenas, lo más importante es la admiración de la gente de mi pueblo, yo sé que Cuba me quiere, pero también deseo que el mundo conozca mi música.

—En Cuba eres súper popular, las peñas del Café Cantante se llenan por capacidad…

—Sí, eso se mantiene.

—¿Qué crees que hace que sigan llenándose y que la gente pague la entrada cada fin de semana?

—Eso es un misterio, no podría explicarlo ahora, es algo mágico que me ha sucedido. La gente sigue en contacto conmigo, sigo cantando canciones de hace 10 años, de cuando empecé, y el público me las pide.

—¿Será el amor que tú repartes?

—Seguro, es eso. Yo reparto mucho amor; si alguna explicación existe, es que la gente va buscando amor y yo se lo doy.

—¿Y no te da miedo entregarlo todo?

—Cuando uno comparte el amor, siempre recibirá más. El amor repartido es infinito.

—Hablas sobre que quieres ser conocido en el mundo. Tú has hecho otros viajes internacionales. A Cuba se le busca más por la salsa o la timba que por la balada. Honestamente, ¿cómo te ha ido a ti en ese sentido?

—Tu pregunta es válida, lo que se sabe de Cuba en el mundo es la salsa, la timba y la música de los 50, es el referente de ellos, pero siempre hay un osado que te lleva a una gira al extranjero. En esa oportunidad uno deja su impronta, uno deja todo y aprovechamos al máximo. A mí me ha funcionado muy bien, estamos haciendo conciertos en Argentina, España, México, Alemania, Estados Unidos, Bélgica… y no ha sido cantando la Guantanamera —que lo hago con mucho orgullo—, me refiero a que lo he logrado con mi obra.

—¿Has pensado retomar la música salsa, de donde tú vienes?

—Es bueno retomar eso, sí. Mi cuna es salsera, pero yo no lo retomaría por un interés material, sino porque me gusta. Yo me entregué al mercado con mi música romántica y con que me quiera Cuba, yo estoy bien. Quiero mantenerme en este género, es por lo que el público me reconoce y me siento bien.

—Hace unos 10 años que iniciaste carrera en solitario, este no es tu primer disco. Si tuvieras que calificarlo de alguna manera, ¿qué dirías?

—Este disco es el de la buena suerte porque no ha sido el mejor, pero ha navegado con suerte.

—¿Por qué?

—Hojas del alma o Bendito tiempo, para mí, han sido mejores sentimentalmente, los textos y todo. Son canciones que tenía engavetadas hace tiempo, no fueron las más pensadas, pero sí las más sentidas, eran casi de culto, estaban en la oscuridad hasta que salieron. Pienso retomarlas porque quiero salvarlas, las quiero muchísimo. Repartiendo amor es resultado de la experiencia, es un resumen de lo que he hecho.

—¿Con qué sueña el Waldo adulto?

—Siempre sueño, y siempre repito que estoy en el principio de mi carrera, uno tiene que reinventarse todo el tiempo, los sueños son muchos, enumerarlos ahora sería imposible.