El equipo de Artemisa no ha sobresalido grandemente desde el punto de vista estadístico en la Serie Nacional de béisbol sub-23, pero en buena medida gracias a la efectividad de sus lanzadores y el bateo oportuno son el único equipo invicto en la fase semifinal, y virtualmente clasificado a la final.

Apenas tres de sus hombres compilan en estos momentos por encima de los .300 de promedio ofensivo, pero eso se ha compensado con un pitcheo que es el tercero del campeonato con su impresionante 2.89 en Promedio de Carreras Limpias, superado únicamente por Santiago de Cuba (2.70) y Sancti Spíritus (2.79), que tuvo un gran repunte en las postrimerías de la fase clasificatoria, pero no le alcanzó para llegar a las instancias decisivas.

Lo más impresionante desde la lomita ha sido el relevo, pues Michael Ortis lleva tres triunfos sin revés más un salvamente sin permitir carreras limpias en casi 20 entradas de labor, y Yunieski García suma cinco salvamentos y un excepcional PCL de 0.75.

Su ofensiva no ha sido de gran calibre a nivel general (séptimos en average y duodécimos en sluggin sumando clasificatoria y semifinal), pero con esos guarismos han sido el cuarto mejor equipo a la hora de anotar carreras, solamente superados por Matanzas, Santiago de Cuba y el eliminado Pinar del Río.

Tampoco la defensa ha sobresalido (séptimos en el acumulado), pero así y todo han sido los máximos fabricadores de doble plays, y eso siempre ayuda, sobre todo cuando se tiene un pitcheo tan hermético.

Lo que no va a las estadísticas es la conducción del exlanzador Jorge Luis Machado, quien ha dejado grata huella en este paso como director técnico, al conformar una novena capaz de aprovechar el más mínimo resquicio para imponerse. En esta semifinal los artemiseños han ganado tres de sus cinco juegos por una carrera y otro por dos, y eso habla a las claras de un equipo muy disciplinado tácticamente, además de un sólido bullpen.

Cuando arranque la segunda vuelta Machado respirará tranquilo, con el boleto a la discusión del trono prácticamente amarrado, y podrá jugar relajado, aunque sin confiarse.