Miami-Dade: Escándalo en la Alcaldía

Miami-Dade: Escándalo en la Alcaldía
Fecha de publicación: 
22 Agosto 2014
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Así lo expuso este último, Carlos Jiménez, quien ostenta el cargo luego que semanas atrás  amenazó con ejecutar “despidos masivos”.

El favorecido se llama Alex Ferro, hijo de un amigo del alcalde, Simón Ferro, y ex embajador de Estados Unidos en Panamá.

Cuando Alex desempeñó igual responsabilidad, con uno de los vice-alcaldes, ganaba 72 000 dólares anuales, pero ahora devengará un 80 por ciento más, 142 200.

La persona que fungió antes como jefa de despacho se llama Lisa Martínez, quien cuando renunció al cargo tenía un sueldo anual de 119 697 dólares.

Eso equivale a decir, comentó el periodista José Pernalete, de Diario Las Américas, que la diferencia de ingresos entre Martínez y Ferro supera los 22 500 dólares, un 15 por ciento más.

 
Pernalete subrayó que lo dicho estimula aún más el ambiente de incertidumbre y disgusto que reina entre sus empleados  ante la posibilidad de ser “despidos en masa”.

El pretexto para tal eventualidad, que Jiménez asomó públicamente, es la necesidad de afrontar otro millonario déficit presupuestario.

Denuncias trascendidas por el caso Ferro revelaron la actitud de este hacia los empleados, “hace que su personal trabaje entre 100 y 120 horas a la semana sin pago de tiempo extra.

Se les unieron hasta integrantes de la policía de Miami-Dade, muy cuestionada por su brutalidad, pero también advertida de recortes presupuestarios.

Los gastos en la oficina del alcalde han sido duramente criticados por  los muy elevados sueldos allí existentes en una época de crisis.

Todo lo dicho resulta aún más paradójico al ponerlo cara a cara   con sus imperiosas necesidades sociales no resueltas, por cierto, bajo la excusa de falta de dinero.

Dos ejemplos brindan una pálida visión sobre estas últimas:

Desde hace años, autoridades del municipio Miami-Dade amenazan a sus bibliotecas con recortarles fondos, o lo han hecho.

Ello ha significado, entre otros aprietos, reducción de personal y de horarios de servicios a un público que incluye niños.

Hace poco, a mediados de julio, sus habitantes despertaron encarando un nuevo chantaje,  aceptaban  otro impuesto a la propiedad o les cerraban bibliotecas.

Al mismo tiempo, el alcalde del municipio, Carlos Jiménez, prometió suavizar los despidos  si disminuían en un 15 por ciento el monto del seguro médico que pagan a sus trabajadores.

Pero aquellas tragedias no tienen lugar solo en las bibliotecas, además entre sus enfermos mentales.

En Miami-Dade, muchas personas aquejadas del referido mal parecen atrapadas por un ambiente surrealista.

Un juez de ese territorio, Steve Leifman, declaró que cada año unos veinte mil de los arrestados tiene “desequilibrio mental agudo”.

Según afirmó recientemente la prensa local, esos males no son bien tratados allí.

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