La historia cargó con Francia y Alemania
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Lo cierto es que hasta el minuto 92 no respiraron los alemanes una bocanada de aire ganador, pendiendo de un hilo ante Argelia estuvo su prestigio, la posibilidad de adicionarle el eslabón 16 a su cadena ininterrumpida de Copas del Mundo accediendo a instancias de cuartos de final y aquella famosa frase acuñada por el inglés Gary Lineker cuando sentenció que el fútbol es un juego de once contra once en el que siempre gana Alemania.
Y los zorros del desierto estuvieron bien cerca de hacerles la gracia. Salieron al Beira-Río con total descaro, sin el más mínimo respeto, inteligentes en su accionar y despliegue táctico, y con dos fueras de borda en sus piernas… pulmones de delfín.
En ese tira y encoge fueron mejor sus carrileros Feghouli y Soudani, que Mustafi y Höwedes, atemorizaron a Neuer con sus embestidas, llegaban al fondo del corredor sin solicitar permiso de entrada.
Encima Vahid Halilhodzic, tuvo el acierto, porque en definitiva lo fue, de reformar su alineación y mandar al banco a cinco de los titulares frente a Rusia, incluido el portento Berhami, para formar una tupida red trapezoidal en el medio campo que le rindió excelentes dividendos, pues los bávaros, pese a controlar el balón, no hallaban la fórmula de conexión de tres cuartos de cancha hacia delante, pradera en la que Lacen Taider y Mostefa hostigaron las entregas de Bastian y Kroos en la creación.
Inclusive Neuer tuvo más actividad en su guarida que su homólogo Bholi, toda vez que el relámpago Slimani se cansó de superar a Mertesacker y Boateng, al parecer cruzados con Galápagos a la hora de marcar y retroceder en defensa.
Con la entrada de Schürrle, el pálido imperio teutón hasta entonces desató lo poca furia que quedaba en su genio creador, aferrándose al peso de la historia, aunque no la tejida frente a los argelinos, único elenco ante el cual en 888 partidos había perdido siempre, tantas veces como dos. Toda historia tiene un principio y un fin, y este último lo acuñaron Schürrle, segundo de taco en este Brasil 2014 y tercero desde la edición de 1954, y Özil, ambos en la prórroga, tras 90 minutos de intensidad máxima en el que los argelinos vieron expirar la potencia de sus piernas, la energía, la irreverencia y… las ideas. Significó además para los vencedores anidar en alargues, algo que no lograban desde aquel mítico 3-3 ante Francia en 1982, Francia que por cierto será su rival de Cuartos.
Me despido con dos rápidas: Alemania (12 perforaciones) lidera los goles anotados por jugadores suplentes, acechada por Holanda (11), y Bohli, el meta argelino, mereció la designación de jugador del partido.
FRANCIA: ¿LES GRIS O LES BLEUS?
Se habían comportado como una tromba, como un gallo de pelea como ese deportivo que tienen grabado en su chamarreta, justo hasta el instante en que se les plantaron los nigerianos delante. Y lo comentábamos.
Les tocó a los franceses ser desdibujados en el Estadio Nacional de Brasilia, donde se rodó una nueva parte de la zaga de rápidos y furiosos o 60 segundos, con Odenwingie, Emenike y Moses en el rol de Nicholas Cage, Vin Diesel o el fallecido Paul Walker.
Se apoderaría la inquietud del arco galo, Lloris tuvo que hacer gala de sus virtudes ante la artillería de las Águilas Verdes y el cerco de piernas y la multiplicidad en contención y salida respectivamente de Onazi y Obi Mikel parecían demasiado para la Galia de Deschamps.
Pictograma que se mantuvo inamovible hasta el minuto 60, cuando el timonel francés al más fiel estilo de Anatomía de Grey o Cortes y Puntadas decidió sentar a Giroud y buscarle un nuevo cómplice a Benzema en el frente de ataque. Tocaría el turno de Griezmann, otra cara, otro biorritmo, otro latir, otra Francia. Claro que antes Mattuidi en el 54’, en una mezcla de impotencia con kárate le había soltado una soberbia patada a Onazi, con marca registrada de abandono y hospital incluida.
Entonces se abrió el nubarrón gris del cielo y los franceses comenzaron a destellar buen fútbol, recordando al parecer el hecho de que, desde aquel 2-3 ante Austria en 1934 no habían sido nunca más eliminados en octavos de final. No podían permitirsue q los nigerianos hicieran la excepción.
Cabaye la volvió a incrustar en el travesaño, los tiros de esquina se sucedían, hasta que Pogba acuñó un cabezazo rumbo a cuartos en el minuto 79. Una jugada tras un corner en la que Enyeama, no estuvo del todo certero, quizás uno de sus pocos deslices del desafío.
La diana se tradujo en desplome, más anímico que físico. Por enésima ocasión acusaron los elencos africanos el desconcierto táctico y fue tal su despiste que Yobo la mandó a guardar en propia puerta, el segundo autogol favorable a los franceses en este Mundial.
Menuda suerte y récord inédito pues en una misma edición a ninguna otra nación les habían sonreído los contrarios con una tanto.
Choque de trenes, sin haber mostrado todo ese poderío arrollador en octavos el que seguramente acogerá el Maracaná el viernes.
En el recuerdo para los galos las ingratas semifinales de 1982 (Sánchez Pizjuán) y 1986 (Jalisco), frustrantes para los portentosos Platini y compañía, una estocada de la que incluso, no han podido recuperarse, siquiera con el éxtasis de besar la Copa en 1998.
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